Cuando la Geología es una cuestión de piel
Montserrat Jiménez SánchezCatedrático de Geodinámica Externa de la Universidad de Oviedo desde 2018, cuenta con cuatro sexenios de investigación y un período de transferencia. Su investigación ha aportado contribuciones pioneras a nivel internacional sobre la caracterización del relieve de la Cordillera Cantábrica, con especial atención a la dinámica de laderas, la geomorfología glaciar y el karst. Coordina el grupo de investigación GEOCANTABRICA (procesos geológicos que configuran el relieve de la Cordillera Cantábrica).
La Geología es, sin duda, la Gran Ciencia del Planeta Tierra. Descifrar los secretos de la Tierra, de la superficie a las profundidades, es apasionante. Y también lo es utilizar nuestro conocimiento geológico para abordar los grandes retos que plantea la interacción de la especie humana con la superficie del planeta. Esta interacción es, por tanto, una «cuestión de piel terrestre». Para comprenderla es fundamental la Geomorfología, disciplina a la que me dedico y que se centra en entender el relieve de la Tierra, prestando especial atención a los procesos geológicos externos activos durante el Cuaternario (últimos 2,6 millones de años). La Geomorfología tiene múltiples aplicaciones en nuestro mundo actual, ahora que el ser humano se ha convertido en un agente de cambio global del planeta.
Realmente no entendemos el vínculo entre el relieve terrestre, el paisaje y los procesos geológicos externos que controlan su dinámica y modelado, hasta que se producen fenómenos que nos afectan directamente. Es el caso de las inundaciones acontecidas el 29 de octubre en Valencia, con pérdidas de vidas humanas e infraestructuras o movimientos en masa (argayos) como el que se produjo en Lena el día 10 de noviembre y que ahora obstruye la principal arteria de comunicación de Asturias con la Meseta.
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Mi pasión por la Geología y su relación con el paisaje comenzó en mi niñez, gracias a las excursiones que hacía con mi familia todos los fines de semana en la provincia de Cuenca. Me fascinó descubrir que un río podía nacer de una grieta en la roca y convertirse en una hermosa cascada, lo que quizás sería un augurio de mi posterior dedicación al karst, entre otras líneas de trabajo.
Estudié Geología en la Universidad de Oviedo, donde me licencié en 1987. Mi primer interés estaba en los recursos hídricos, por lo que realicé el prestigioso curso de Hidrogeología Noel Llopis en la Universidad Complutense de Madrid en 1988. Aunque mi intención inicial era trabajar en la empresa, terminé dedicándome a la investigación con una beca de FPI en el INDUROT de la Universidad de Oviedo y realicé mi tesis sobre geomorfología de la cabecera del río Nalón, hoy parte del Parque Natural de Redes. Así pude entender la complejidad del funcionamiento integral de una cuenca fluvial de montaña en un entorno tan privilegiado.
El gran argayo del Faro de Tazones se ha convertido en un laboratorio natural en tiempo real para nuestro equipo, comportándose casi como un ser vivo capaz de desplazarse hasta 14 metros en un mes. Así entendemos mejor la relación entre lluvias y argayos, a la par que medimos cómo retroceden los acantilados
En 1993, obtuve una plaza como profesora asociada en el Departamento de Geología de la Universidad de Oviedo. Me cautivó el reto de las aulas, que se convirtió desde entonces en un gran motor de mi existencia. Y continué mi carrera combinando docencia, investigación y gestión, como secretaria de facultad. En 2001 obtuve la plaza de profesora titular y en 2018 me convertí en catedrática de Universidad, siendo la segunda mujer en España dentro de mi área de conocimiento, Geodinámica Externa.
A lo largo del camino, he tenido la fortuna de colaborar con excelentes personas que hoy ocupan puestos de éxito. María José Domínguez, Laura Rodríguez, Mónica Meléndez, Otilia Requejo, Daniel Ballesteros, Saúl González, Pablo Valenzuela y José Cuervas son magníficos ejemplos. Nuestras colaboraciones abarcan investigación básica, aplicada y transferencia e incluyen tesis doctorales, contratos y proyectos de investigación, publicaciones nacionales e internacionales y acciones de divulgación. El espacio y el tiempo de los procesos geomorfológicos han sido de mi interés, incluyendo además sus derivaciones hacia el cambio climático y el cambio global. Las técnicas de trabajo han ido transformándose desde mis inicios, en consonancia con los avances científicos y el paso de la era analógica a la digital. Creo que realizar una tesis regional, aunque ya no esté de moda, tiene una virtud: es una puerta abierta a otras puertas del conocimiento que a su vez se abren para quienes te suceden, pudiendo así acompañarles en su devenir científico. Por ello me he involucrado en diversas líneas de investigación, siendo un placer (y ahora, el único camino posible), trabajar en equipo, particularmente con personas más jóvenes que yo que son una fuente de inspiración continua.
De la variedad de «cuestiones de piel terrestre» que hemos abordado destaco algunas:
–La reconstrucción de antiguos glaciares de la Cordillera Cantábrica, que alcanzaron su máxima extensión entre hace 30.000 y 40.000 años atrás, antes que el máximo glaciar global y permanecieron activos hasta hace unos 13.000 años. Ello sugiere una respuesta climática gobernada no sólo por eventos globales, que contrasta con la acelerada fusión de los glaciares de montaña actuales, registrada desde hace más de un siglo y que se explica por la influencia de un factor antropogénico asociado al cambio global.
–El estudio de los movimientos en masa o «argayos», cuyo elemento más significativo es el gran argayo del Faro de Tazones, que se ha convertido en un laboratorio natural en tiempo real para nuestro equipo, comportándose casi como un ser vivo capaz de desplazarse hasta 14 m en un mes. Así entendemos cada vez mejor la relación entre lluvias y argayos, a la par que medimos cómo retroceden los acantilados. Todo ello es crucial para generar conocimiento útil para proteger vidas humanas e infraestructuras.
–Los estudios realizados en cuevas de los Picos de Europa y distintas cuevas con arte rupestre en Asturias. Así hemos podido aplicar nuestro conocimiento a la caracterización y conservación del patrimonio geológico y cultural. La conservación del patrimonio cultural ha estado también reflejada en los estudios geoarqueológicos realizados en lugares tan emblemáticos como Valdediós o la necrópolis de Paredes.
Ahora me planteo seguir aprendiendo, investigando, enseñando y divulgando. El desafío es hacerlo en un entorno permanentemente cambiante, con nuevas y efímeras aplicaciones digitales y una burocracia que crece por doquier, a lo que hay que añadir la ineludible participación en comisiones de selección en un área de conocimiento en que las mujeres catedráticas somos minoría.
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No quiero concluir sin agradecer profundamente a mis padres su apoyo y cariño constante, pues siempre han sido una fuente de motivación para seguir adelante en mi camino.
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