la historia de Marco Rubio, próximo secretario de Estado de EEUU
Cuando Carlos Pérez y Ramona García salieron de Asturias rumbo a Cuba, a finales del siglo XIX, no podían imaginar que un descendiente suyo podría llegar a ser uno de los hombres más poderosos del planeta. Marco Antonio Rubio, (Miami, 1971), senador republicano por el estado de Florida desde 2010, se ha saltado casi todos los peldaños de la escalera social y será nombrado por Donald Trump secretario de Estado, el equivalente a Ministro de Asuntos Exteriores en España, según anunció ayer oficialmente. Es decir, uno de los cargos más suculentos del nuevo gobierno estará en manos del bisnieto de dos emigrantes procedentes del Occidente asturiano, tal y como él mismo relató a La Nueva España cuando alcanzó por primera vez un escaño en el Senado.
Por aquel entonces, el político, ahora de 53 años y que lleva tiempo en la quiniela de aspirantes a la Casa Blanca (de hecho en 2016 compitió con Trump por la nominación presidencial e incluso sonó como compañero de fórmula en estos comicios), reconocía que no sabía exactamente de qué pueblo asturiano procedía su familia. El primer latino que pilotará las relaciones internaciones de EEUU se convertirá así en el cubano–americano que ha llegado más alto en el escalafón político del gigante americano. Además, será nombrado por el presidente al que se le reprocha escasa empatía con los inmigrantes. Trump, muy vinculado a Florida, donde ha vivido estos años, otorgará de esta manera al exilio cubano el premio a esa fidelidad de voto que profesa hacia el partido del elefante.
Los cubanos son una de las pocas minorías que respaldan a los republicanos. En sus filas militan poderosas familias del exilio, como los Díaz–Balart. Nada que ver con Mario Rubio (padre del senador por Florida), que se quedó huérfano muy pronto, creció en las calles como vendedor ambulante y se esforzó por aprender a leer y escribir. Sacó adelante a su familia trabajando de camarero en un casino de Las Vegas. Oria García, la madre, hija de asturianos, venía de una familia más acomodada, pero el abuelo cayó en desgracia en la Cuba de Batista. Aquel abuelo admiraba a José Martí, apóstol de la patria, y aborrecía a Fidel Castro, que presuntamente llegó al poder para enmendar los errores de Batista. La familia terminó huyendo a Estados Unidos en 1956, donde tampoco fue todo del color de rosa.
El senador ya forma parte de la comisión de Exteriores del Senado, habla perfectamente español y puede ser de gran ayuda para tender puentes con Latinoamérica. Rubio es «trumpista» de manual. Defiende endurecer la presión sobre Cuba y Venezuela; está en contra de prestar más apoyo militar a Ucrania, vería con buenos ojos negociar con Rusia y apoya fervientemente a Israel. También piensa que Europa debe asumir mayor gasto en Defensa para aligerar la carga a las arcas federales.
En su vida personal, está casado con la colombiana Jeanette Dousdebes, exanimadora de los Miami Dolphins y con la que tienen dos hijas. El senador estudió Leyes en la Universidad de Florida y se graduó en la Universidad de Miami, una de las más elitistas de su estado. El primer hijo de cubanos en el Senado estadounidense va camino de romper otro techo de cristal. Entre los donantes de sus campañas destaca la Asociación del Rifle.
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Rubio creció en un suburbio del norte de Las Vegas y siempre recalca que es «un chico normal«. «Nunca tuvimos mucho, pero soy consciente todos los días del enorme privilegio de haber crecido en un hogar en el que jamás tuve la más mínima duda sobre el afecto de mis padres. Jamás les vi comprarse nada que fuera más allá de lo estrictamente necesario, todo lo que tenían fue para nosotros», ha llegado a decir. El republicano perteneció durante algunos años a la Iglesia de los Santos de los Últimos Días, la de los mormones, en la que fue bautizado. Más adelante, abrazó el catolicismo. Aquel joven que aspiraba a triunfar en el fútbol americano comenzará en enero, salvo giro inesperado, el partido más importante de su vida. Sus contrincantes estarán en su país, pero también en el resto del mundo.
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