La inestabilidad política y la fragilidad económica minan el liderazgo de Francia en la UE
No es algo nuevo decir que la economía francesa no pasa por su mejor momento, aunque el gobernador del Banco de Francia, François Villeroy de Galhau, insista en que la economía del país «muestra mes a mes que tiene una cierta resistencia». Tras el bloqueo político que ha durado meses, y un déficit fiscal que supera el 5%, Francia busca recuperar 60.000 millones de euros mediante importantes recortes con unos impopulares presupuestos que difícilmente conseguirán aprobarse en la Asamblea Nacional. El nuevo Gobierno de Emmanuel Macron lidera en minoría y su supervivencia depende de la ultraderecha de Marine Le Pen. Una inestabilidad que afecta directamente a las cuentas y hace sombra a la imagen de Francia como puntal político y económico de la Unión Europea (UE) en un momento de encrucijada con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.
El primer ministro, Michel Barnier, pretende que esta situación la resuelvan las grandes empresas y las personas más ricas con una «contribución excepcional» a las arcas del Estado que ayude a reducir dichos elevados niveles de deuda y de déficit público. «La situación de nuestras cuentas exige hoy un esfuerzo limitado en el tiempo que debe ser compartido», afirmó Barnier tras presentar el programa de los presupuestos de 2025 frente a la Asamblea Nacional.
Francia ha registrado una deuda pública del 112% de su PIB en el segundo trimestre de 2024, es decir, 3,22 billones de euros, según cifras oficiales. Además, el país cuenta con un procedimiento disciplinario de la UE, por sobrepasar el umbral del 3% de déficit público, corriendo el riesgo incluso de llegar al 6% a finales de este año.
Una preocupación que se extiende más allá de los pasillos del Parlamento francés. En las sobremesas y en los medios locales no se habla de otra cosa que de la mermada economía de Francia y de la pérdida de su influencia en Europa.
El quiebre de 66.000 empresas francesas
«El paisaje no es ni negro ni rosa, tiene todos los matices», insistió el gobernador del Banco de Francia, el pasado 13 de noviembre durante una entrevista en France Inter, después de ser preguntado por el despido de más de 3.000 trabajadores de Michelín y Carrefour, empresas sólidas y que representan internacionalmente a la ‘marca Francia’.
Hasta ahora, las empresas francesas habían conseguido surfear las distintas crisis que han azotado el país, como el covid 19 o el impacto de la guerra de Ucrania, gracias a las ayudas públicas proporcionadas por el Gobierno de Macron. Unas subvenciones que no son eternas, y menos ahora con el plan de ahorro que presentó el pasado octubre el Ejecutivo francés.
Este año esas ayudas desaparecieron y, desde entonces, 66.000 empresas han echado el cierre, según un estudio de Altares. En su mayoría pequeñas empresas. Una cifra récord que el Tribunal de Comercio insiste en quitarle importancia, relacionándola más con un flujo propio de la economía que con una crisis en el país.
Aumenta el desempleo, pero cae entre los ‘seniors’
El cierre de miles de pequeñas empresas influye directamente en los datos de desempleo. Los últimos estudios muestran una ligera subida del 0,1% entre los meses de julio y septiembre, respecto al trimestre anterior. Con un aumento de 35.000 personas desempleadas, alcanzando los 2,3 millones de personas.
Los jóvenes de entre 14 a 24 años son los más perjudicados por este aumento del desempleo. La tasa aumentó 1,8 puntos, alcanzando el 19,7%. Sin embargo, el paro cayó entre los mayores de 50 años, un 0,3 puntos, el nivel más bajo desde 2008, según un estudio del Instituto Nacional de Estadística y Estudios Económicos (INSEE).
Al igual que con el número de empresas fallidas, el Banco de Francia sitúa este repunte de desempleo como algo temporal. Aunque los expertos miran con preocupación los nuevos presupuestos de 2025 que contemplan un recorte de ayudas de apoyo al empleo. Un proyecto que, según la oposición, provocará el aumento del desempleo y por el que no piensan votar a favor de los nuevos presupuestos.
Al desempleo y los recortes se une una de las grandes preocupaciones de los franceses: su poder adquisitivo. A pesar de que los salarios aumentaron un 4% en el sector privado en 2023, no fue suficiente en comparación con el aumento de los precios que alcanzó un 4,9%. Por lo que, el poder adquisitivo de los franceses cayó al -0,8% en 2023 y los salarios casi un 1% menos.
Un panorama que se presenta nublado para el Gobierno francés. Los sindicatos de distintos sectores, como el agrícola o el de transportes, ya han anunciado huelgas para las próximas semanas.
La pérdida de peso de Europa (y de Francia en ella)
Desde sus inicios, Macron se ha presentado como un líder capaz de reconstruir Europa. Su llegada al Elíseo se acogió con gran esperanza; el presidente, por aquel entonces, más joven de la historia de Francia prometía una revolución en Francia y en Europa con sus ideas modernas sobre el futuro de la economía francesa y la nueva visión de la UE. Sin embargo, sus proyectos no han tenido mucho éxito, y poco a poco, la popularidad del presidente ha ido cayendo, no solo en Francia, sino también fuera de ella.
Ya en 2022, algunos medios internacionales titulaban, «La Francia de Macron, una potencia venida a menos», tras una encuesta publicada en Le Monde, en la que afirmaba que el 75% franceses creen que Francia está en declive. La pérdida de poder económico y el aumento del descontento social en las calles francesas provocaron el pasado mes de junio, el último batacazo para Macron en las urnas europeas. Francia escogía a Marine Le Pen y lo hacia dándole sus mejores resultados europeos en la historia de su partido, Agrupación Nacional.
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Una inestabilidad política y unas propuestas fallidas que generan desconfianza en la Unión Europea, y una Europa que va perdiendo peso. La llegada de nuevas superpotencias, los problemas internos, como el Brexit, y la pérdida de influencia han provocado un cambio en la dinámica del poder global en detrimento de una Europa falta de liderazgos fuertes.
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