“Es esto o subir los precios para después bajarlos”
A mitad de la semana pasada, un corazón de tamaño humano se paseó un buen rato por las calles de Mollerussa (Pla d’Urgell) repartiendo piruletas. La fecha, y el gesto, no eran casuales. Se trataba de la escenificación de una campaña impulsada por Pimec Comerç –y apoyada por el Consorci de Comerç, Artesania i Moda de la Generalitat– para llamar la atención del público sobre la importancia de comprar en el comercio de proximidad. Especialmente, cuando el Black Friday empieza a colarse por toda grieta que encuentra. Parte del objetivo de esta campaña llamada ‘Escolta el batec del teu comerç’ a la que se han adherido este año 19.000 tiendas de toda Catalunya es reivindicar que ni quieren ni pueden formar parte de esta espiral de descuentos permanentes. Tres de estos negocios que han dicho ‘no’ al Black Friday, explican aquí sus porqués.
[–>“Trabajamos con los márgenes justos para ganarnos la vida”
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Mònica Masramon y su hermana Amparo cogieron las riendas del negocio familiar en plena crisis financiera, en 2008, así que son buenas conocedoras de lo que es trabajar con un cliente que llega justísimo a final de mes. Tienen, en Mataró (Maresme), dos tiendas de ropa multimarca llamadas Masley & Leymans. Se mueven, así pues, en el segmento que más triunfa durante el Black Friday, pero han decidido no participar en él.
“Trabajamos con los márgenes justos para ganarnos la vida, para pagar a los trabajadores, el local, la luz, las bolsas o el papel de regalo, que los regalamos”, contextualiza Mònica. “Hay una serie de servicios que no cobramos al cliente y eso reduce nuestros márgenes”. Lo pone encima de la mesa para justificar por qué no puede hacer descuentos a mitad de temporada. “No puedo hacer descuentos del 40% cuando estoy empezando a vender el producto”, razona. “Tendría que subir el precio y luego bajarlo, estaría engañando al cliente”.
Y ahí empieza la parte que le hace no querer participar del Black Friday. “Estamos adquiriendo costumbres de otros países que no tienen nada que ver con nuestras tradiciones”, empieza. “Nado a contracorriente, lo sé, pero, hoy en día, o eres muy coherente, sincero o auténtico, o no sobreviviríamos”, añade, queriendo decir que su objetivo es tener clientes fieles y de calidad, y que flaco favor le haría a ese objetivo si estos vieran que hace descuentos por qué sí, y no a ellos.
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«Nuestro cliente no viene por los descuentos, viene porque confía en ti”
Había estudiado física y óptica en su Portugal natal, pero vino a Barcelona a hacer aquí su proyecto final de carrera y se enamoró. Del lugar y de quien ahora es su marido. Tras los estragos que supone convalidar el título y aprender el idioma (habla un catalán perfecto), empezó a trabajar en una óptica en Granollers (Vallès Oriental). Cinco años más tarde, los dueños le ofrecieron traspasarle el negocio. “Es una óptica muy de barrio, de estas de clientes de ‘caliu’”, describe Susana Pinho Ferreira, dueña, desde hace casi 20 años, de la Òptica Vallpi. Otro negocio que ha decidido pasar olímpicamente del Black Friday.
“Queremos ser sinceros con el cliente y no podemos dar garantía, seguro y hasta continuidad si aplico una rebaja del 40 o el 50%”, se explica. “Es esto [no participar] o subir los precios y luego bajarlos”, evidencia, dejando claro que esa no es una opción para ella.
“Nosotros hacemos campañas puntuales cuando son descuentos que el laboratorio proporciona o cuando tiene sentido hacerlos”, profundiza. De otro modo, concluye, te arriesgas a alejar al cliente: “Nuestro cliente no viene por los descuentos, viene porque confía en ti”, asegura. “No puedes hacer un gran descuento a un cliente, porque otro que vino la semana pasada y al que le cobraste el doble, te dirá, con todo el derecho, ¿y por qué no me lo dijiste?”.
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“Es engañar al cliente: las grandes superficies suben el precio días antes”
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En marzo hará 40 años que Lidia Vilaltella está detrás del mostrador de Esser Roba. Esta tienda de ropa vende prendas de hombre y mujer en Mollerussa (Pla d’Urgell) y lo hace sin haber participado, nunca, en el Black Friday. “No apoyamos de ninguna manera estas imposiciones que vienen de fuera, consideramos que nos hacen mucho daño porque, evidentemente, te destrozan la campaña de Navidad”, reivindica esta comerciante. “Tenemos que intentar ofrecer lo que nos hace diferentes: nuestro servicio, asesoramiento, calidad, el tú a tú…”, enumera. “Creemos que esto es engañar al cliente: las grandes superficies incrementan el precio días antes, para luego hacer descuento”, denuncia.
Es por ese activismo que ha decidido no sumarse nunca a la campaña, aunque tampoco siente que su cliente lo espere. “Ni nos lo preguntan, la gente se acostumbra: sabe que no les engaño, que tengo el mismo precio antes que después de la temporada”, asegura. “Como clientes, queremos calidad, un buen asesoramiento y tener lo que necesitamos, y si necesitas un abrigo negro no te venderán uno rojo porque esté rebajado”, se explaya Lidia, quien ve el mismo problema en adelantar las rebajas.
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“He luchado mucho por todo esto, nunca malvendemos el producto”, insiste. De hecho, en las Rebajas –cuando sí le encuentra el sentido a hacer descuentos–, no suele bajar el precio más de un 20%. “Es una política en la que he creído desde el principio”, termina.
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