Trump, agresivamente a la defensiva al verse golpeado por las teorías de la conspiración sobre Jeffrey Epstein que alimentó
A Donald Trump le gusta desde siempre jugar con el fuego de teorías de la conspiración. La que alimentó entre sus seguidores y el movimiento MAGA creando sospechas sobre la muerte de Jeffrey Epstein, el financiero y depredador sexual que se suicidó en la cárcel en 2019 mientras esperaba a ser juzgado, se ha vuelto en su contra y le está quemando.
Este martes, el presidente ha perdido los nervios y se ha puesto agresivamente a la defensiva cuando un periodista ha empezado a preguntar por las conclusiones de su Gobierno. El FBI y el Departamento de Justicia han determinado que Epstein realmente se suicidó y no fue asesinado. También han llegado a la conclusión de que no existe la prometida “lista” con nombres de supuestos clientes de la trama de explotación sexual de jóvenes y menores que creó Epstein.
Aunque la pregunta del reportero iba dirigida a la fiscal general Pam Bondi, que fue fundamental para Trump en las promesas de transparencia absoluta y revelaciones sin límite sobre este caso, siempre turbio, el presidente ha saltado como un energúmeno contra el periodista y le ha interrumpido. “¿Todavía estamos hablando de ese tipo, de ese asqueroso? Es increíble”, ha dicho.
Trump también ha conminado a hablar de otros temas de actualidad, enterrando aparentemente por una vez su costumbre de tocar lo divino y lo humano sin límite en sus largos encuentros con los medios (hora y 45 minutos este martes en la reunión del gabinete). Atrás han quedado los días en que era él el que hablaba sin pudor de Epstein. E incluso ha sugerido a Bondi que no tenía que contestar.
Ella ha dicho que no tenía problema en hacerlo. Cuando el reportero ha preguntado por un minuto de vídeo en las imágenes de la cámara de la celda que siguen faltando, Bondi ha dicho que es algo que sucede en todas las grabaciones de todas las celdas cada noche desde 1999. Y sobre unas declaraciones que hizo en febrero Bondi diciendo que tenía la lista «sobre la mesa» de su despacho, ha aclarado que entonces se refería a todo el informe del caso, junto a los de los asesinatos de Martin Luther King, el presidente John F. Kennedy y su hermano Bobby, que Trump también ha prometido desclasificar totalmente.
Nerviosismo
La irritación de Trump, no obstante, demuestra su nerviosismo ante un caso que por primera vez le enfrenta frontalmente con una parte central de su movimiento. Y es que él mismo y sus aliados pasaron tiempo sugiriendo que se había estado ocultando a los ciudadanos información sobre amigos y usuarios de la red de Epstein, en muchos casos personalidades destacadas de la política, los negocios, la academia o casas reales. El propio Trump coincidió en su juventud en sus círculos sociales, pero renegó públicamente de la amistad y de la relación cuando se empezaron a construir los casos legales contra Epstein.
El problema es que Trump y otras figuras destacadas del trumpismo alimentaron fantasmas de conspiraciones, de un supuesto encubrimiento orquestado por poderes fácticos con ayuda del “estado profundo”. Pero ahora, cuando son sus elegidos Kash Patel y Bondi quienes dirigen el FBI y Justicia, dicen que no hay nada de lo que prometieron y piden una confianza que no está llegando.
Las teorías de la conspiración, además, se han vuelto en su propia contra. En la explosiva ruptura entre el presidente y Elon Musk, su antiguo aliado, el hombre más rico del mundo llegó a escribir en X, aunque sin dar pruebas, que los archivos del caso Epstein no se hacían totalmente públicos porque en ellos aparecía Trump. Aunque en su primer intento de reparar puentes con el republicano Musk borró aquel mensaje explosivo en X, los últimos días ha vuelto a azuzar los fantasmas de ocultación interesada.
Musk no está solo. Contra Trump y los suyos se vuelven también la hemeroteca y los archivos digitales, con las redes llenas de mensajes antiguos de personalidades como el vicepresidente J.D. Vance o Donald Trump Jr. que exigían a los periodistas hacer preguntas sobre el caso e insinuaban que había una campaña orquestada para silenciar la verdad.
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