Vecinos de la calle Vapor de Tarragona afirman estar vivir una verdadera pesadilla. A sólo ocho metros de sus casas, loscalizas mecánicas que conectan el centro con el Barri del Port Se han convertido en una fuente constante de ruido que, según denuncian, imposibilita la convivencia. «Ya no podemos vivir así», «tuve que salir de casa» o «vivo todo el día encerrado con casco», son algunas de las frases que repiten los afectados, que piden al Ayuntamiento una solución definitiva.

Las escaleras se iluminan todos los días a las siete de la mañana y se apagan a las once de la noche, aunque los vecinos dicen que a veces permanecen activas incluso de noche. El ruido, explican, supera los 80 decibelesel doble del máximo recomendado. “Ni siquiera podemos dormir con doble ventana”, lamenta una residente, que cuenta que tuvo que desplazarse temporalmente a casa de su madre debido a la ansiedad que le provocó la situación.

El conflicto no es nuevo. La primera denuncia vecinal se presentó en 2010 y desde entonces el problema ha empeorado. Los técnicos municipales han reconocido que algunas piezas están descatalogadas, lo que complica su reparación. Hace unos días, el Ayuntamiento decidió parar el tramo más problemático y encargar una pieza nueva que deberá fabricarse.

Al malestar acústico A esto se suman actos de vandalismo. Vecinos denuncian que algunos jóvenes se deslizan por la rampa o utilizan las escaleras como si fueran una atracción. “Cuando los ves tienes la impresión de que están en Port Aventura”, explica una mujer preocupada.

Residentes Exigen una solución definitiva y no descartan que las escaleras sean desmanteladas. «Preferimos volver a las escaleras normales. No sería una tragedia. Lo que no podemos hacer es seguir viviendo así», concluyen.

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