COMERCIOS EL LLANO I Raíces, la floristería familiar que creció con El Llano y sigue floreciendo cuatro décadas después
En el corazón de lo que antes era el Llano de Arriba, entre comercios de toda la vida y vecinos que aún saludan por el nombre, un negocio lleva más de cuatro décadas dando color al barrio. Nació en 1981, cuando Tere Fernández, con apenas 22 años, decidió emprender “una aventura” que acabaría convirtiéndose en su vida. “Yo no tenía ni idea del mundo de las flores -recuerda-. Quedé en paro, estaba casada, teníamos una hipoteca, y me lancé. Pero pronto me di cuenta de que una floristería no es vender flores, es artesanía, es arte floral”.
[–>[–>[–>Fernández se formó en la Escuela Española de Arte Floral, hizo los cursos de auxiliar y oficial, y viajó por toda España -Vigo, Barcelona, Valencia, Madrid- para perfeccionar su técnica. Compitió en Copas de España y Copas de Asturias, ganó premios de escaparates y levantó un negocio que, con el tiempo, se convirtió también en el centro de su vida familiar. “La floristería siempre fue nuestro hogar. Mis hijos hacían los deberes aquí, jugaban en el parque de enfrente… Era nuestra casa”, recuerda emocionada.
[–> [–>[–>Del arte floral al relevo generacional
[–>[–>[–>
Cuando Tere tuvo que jubilarse el relevo llegó de forma natural. Su hijo mayor José María Menéndez, que había trabajado como cocinero, empezó a ayudarla hasta descubrir que aquel oficio también era el suyo. “Por necesidad empecé a ayudar a mi madre y con el tiempo me fue gustando. Luego me formé como florista y me quedé al frente del local hace 16 años”, cuenta.
[–>[–>[–>
Hoy, José María Menéndez es el encargado la administración y de la atención al cliente, siendo la cara visible del negocio. Mientras tanto, su hermano Manuel Menéndez, que lleva seis años en la floristería, se ocupa del taller, los repartos y el montaje de escaparates. “Los escaparates los monto yo, con lo que me enseñó mi madre. Hacemos las triangulaciones, colocamos flores, plantas, centros…”, explica con orgullo. Fernández lo dice sin dudar: “Estoy muy orgullosa de lo bien que lo llevan. Las clientas me dicen: ‘Has dejado Raíces en buenas manos’”.
[–>[–>[–>[–>[–>[–>Un barrio que floreció con ellos
[–>[–>[–>
Cuando abrió el local, la calle Ana María “era casi el final de Gijón”. “No estaban las avenidas, ni las piscinas, ni nada. Esto era el Llano de Arriba, y las señoras mayores decían: ‘Voy a bajar a Gijón’, como si esto no lo fuera”, recuerda entre risas. Cuatro décadas después, el barrio ha cambiado, pero la floristería sigue siendo un punto de encuentro entre generaciones. “Vienen las abuelas, las madres y ahora también los nietos”, dice Manuel Menéndez.
[–>[–>[–>
Su hermano confirma esa mezcla: “Tenemos a los de siempre y nuevos clientes jóvenes, porque el barrio vuelve a llenarse de vida. Muchos vienen atraídos por el trato cercano. Nosotros somos un negocio de barrio y no tenemos vergüenza a decirlo”.
[–>[–>
[–>Entre flores, historias y generaciones
[–>[–>[–>
Raíces no solo es un nombre: es toda una declaración. “No lo puse por las raíces de las plantas, sino por las raíces sentimentales —explica Tere—. Mis abuelos emigraron a Cuba, mis padres volvieron y yo quise homenajear eso. Soy amante de lo familiar, de las cosas sencillas. Por eso se llama Raíces”.
[–>[–>[–>
Y en esas raíces se han tejido también cientos de historias. Tere fue durante años una de las floristas más reconocidas en bodas: “Lo raro era que un fin de semana no tuviera tres novias. Aún vienen clientas que me dicen: ‘Tú me hiciste el ramo de novia’. Y me acuerdo de cómo era, fíjate tú”.
[–>[–>[–>El oficio y la pasión
[–>[–>[–>
La floristería ha evolucionado mucho desde los años 80. “Antes se vendía mucha flor suelta, claveles o ramos para el cementerio. Ahora los clientes buscan ramos de regalo, composiciones, flores liofilizadas…”, explica José María Menéndez. También ha cambiado la clientela y la forma de comunicarse: “Las redes sociales son importantísimas. Además, la diversidad del barrio trae nuevas costumbres, como regalar flores amarillas o margaritas blancas en fechas concretas. Son nuevas festividades que antaño no había y a las cuales nos adaptamos”.
[–>[–>[–>
Pero lo esencial sigue igual: la pasión. “Trabajar con flores es vocación -dice el mayor de los hermanos-. Es arte. Cada florista tiene su estilo y los clientes vuelven porque les gusta cómo trabajas”.
[–>[–>[–>
Hoy, Raíces es mucho más que un negocio: es un símbolo de esfuerzo y arraigo. “El comercio local es lo que da vida a las ciudades”, repite José María Menéndez, convencido de que el futuro se construye cuidando lo cercano. En el escaparate, las flores cambian con las estaciones, pero la esencia permanece: el arte, la familia y un barrio que sigue floreciendo con ellos.
[–>[–>[–>
Puedes consultar la fuente de este artículo aquí