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Maduro se prepara para resistir ante una posible intervención militar de EEUU

Maduro se prepara para resistir ante una posible intervención militar de EEUU
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  • Publishednoviembre 12, 2025



Armar a los simpatizantes para organizar una guerra de guerrillas y causar anarquía y caos en las calles. Esa sería la respuesta que daría el chavismo ante un posible ataque terrestre de Estados Unidos, según fuentes del Gobierno venezolano consultadas por Reuters.

La escalada verbal y militar de la Administración Trump, que primero puso precio a la cabeza de Nicolás Maduroluego bombardeó las llamadas “narcolanchas” en aguas internacionales e incluso en aguas jurisdiccionales de Colombia y finalmente amenazó con “pasar del mar a la tierra”, ha puesto en alerta máxima a los dirigentes del Palacio de Miraflores.

Además de apelar a la ayuda rusacon el que el Kremlin se ha comprometido públicamente y que se materializó en el envío hace tres semanas de un gigantesco avión de transporte a Caracas de contenido desconocido, el régimen se prepara para defenderse en un Guerra asimétrica. Conscientes de que el combate cara a cara convencional es inviable contra un ejército como el estadounidense –“duraría dos horas”, afirman estas fuentes Reuters-, la idea es convertir el enfrentamiento en una especie de Vietnam.

La psicosis antiestadounidense ha sido una constante del chavismo desde que el comandante llegó al poder en 1999, imitando el modelo castrista en Cuba, pero nunca había llegado a estos extremos y cabe preguntarse hasta qué punto beneficia a Maduro en lugar de perjudicarlo. La excusa de un ataque que aún no ha llegado puede servir en realidad para militarizar aún más la sociedad, armar aún más a sus partidarios y convertir la “resistencia prolongada” que se anuncia contra Estados Unidos en un aumento de la represión contra los opositores.

El Secretario de Estado, a favor de la intervención militar

Dicho esto, y tras un par de meses de intensa presión, tanto mediática como diplomática, cabe preguntarse ¿Cuáles son las posibilidades reales? de un ataque Estadounidense contra Venezuela. El Departamento de Defensa (o Guerra, como lo llama ahora Trump) ha enviado algunas de sus tropas a entrenar a las selvas de Panamá, una decisión extraña y muy inusual. Puede que no sea más que una nueva jugada táctica para acentuar la amenaza o puede que, de hecho, el Pentágono considere que sus soldados necesitan entrenarse en condiciones similares a las que encontrarían en Venezuela.

Además, tenemos la posición claramente belicista del Secretario de Estado, marcorubioy la de algunos senadores como el influyente Lindsey Graham, amigo personal de Trump. El propio presidente americano, como hemos dicho, expresó públicamente su voluntad de pasar “del mar a la tierra” en referencia a los ataques a barcos y al despliegue de numerosos buques de guerra en las proximidades del Mar Caribe. Ahora, más tarde se despidió de esas palabras y, en cualquier caso, digamos que Trump no es el hombre más fiable del mundo en sus declaraciones.

Los argumentos en contra parecen más poderosos en este momento. Al menos, si hablamos de una intervención terrestre, ya sea armando a la oposición venezolana, al estilo de lo ocurrido en Bahía de Cochinos en 1961, o con la entrada del ejército estadounidense para decapitar al régimen como ocurrió en Panamá con el general Noriega en 1989 bajo una excusa similar: sus vínculos con el narcotráfico.

Lo primero que hay que tener en cuenta es que Trump llegó al poder con la promesa de abandonar las misiones militares en el extranjero y sustituir la guerra por el comercio. Voces muy poderosas del movimiento MAGA han criticado la posición de la Casa Blanca en este conflicto y, de llegar al Congreso, donde en principio debe autorizarse cualquier intervención militar, Trump probablemente no alcanzaría la mayoría necesaria.

El apoyo de Rusia y las lecciones de la historia

La cuestión geopolítica también juega un papel importante. Desde que llegó al poder, Trump ha chocado con los intereses rusos al mantener las ventas de armas a Ucrania, bombardear las instalaciones nucleares de Irán y legitimar al nuevo gobierno sirio mientras el depuesto Al-Assad permanece exiliado en Moscú. Por mucho que se jacte de la amistad con Putin, del ataque a Venezuela y del derrocamiento del régimen chavista Sería tensar demasiado la cuerda..

Venezuela y Rusia tienen una relación privilegiada en el plano económico y diplomático. Maduro siempre está dispuesto a darle su voto en la ONU y cambiar armas por petróleo. No importa que estas armas sean de la época soviética o que estén en mal estado, la cuestión es hacer negocios mientras su población vive en absoluta hambre. Ni Moscú ni Beijing verían con buenos ojos perder a un socio tan relevante. Lo que queda por ver es hasta dónde llegarían para defender a su aliado. En Siria e Irán, por ejemplo, no movieron un dedo.

Las lecciones de la historia tampoco nos ayudan a pensar en una intervención militar terrestre. No fue bien en Irak, no fue bien en Afganistán y ciertamente no fue bien en Bahía de Cochinos o Vietnam. El derrocamiento de Noriega fue un juego de niños comparado con lo que puede suceder si se meten tropas en el avispero venezolano. Como mucho, se podría pensar en un bombardeo estratégico de determinados objetivos militares y políticos. Y, sin embargo, eso podría considerarse demasiado arriesgado.

En definitiva, el juego de guerra puede prolongarse indefinidamente sin que quede claro si la amenaza externa ayuda a Maduro en medio de turbulencias internas o si, por el contrario, la actuación de los servicios de espionaje estadounidenses puede encontrar grietas en lo que parece un apoyo total del ejército. Sea como fuere, sería mejor dejar de jugar a Pedro y el lobo y decidirse por un lado o por otro. La claridad es siempre la mejor compañera de viaje en los asuntos internacionales, algo que Trump no parece compartir en absoluto.



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