Es una serie sobre las emociones más primarias
Después del éxito de ‘La chica de nieve’ y ‘El juego del alma’, Netflix vuelve a adaptar otro ‘thriller’ del escritor superventas Javier Castillo, ‘El cuco de cristal’,que desembarca en el gigante del ‘streaming’ este viernes 14 de noviembre. Como en la anterior ficción basada en las novelas del exitoso autor malagueño, donde siempre se entremezclan la intriga, el misterio y las emociones, la protagonista vuelve a ser una joven marcada por un suceso de su pasado.
[–>[–>[–>Aquí se trata de Clara (Catalina Sopelana, ‘El jardinero’), médico residente de primer año, que sufre un infarto mientras está en el hospital en el que trabaja. Un trasplante de corazón le da una segunda oportunidad, pero también despierta en ella una inquietud imposible de ignorar: necesita saber quién fue su donante, gracias al que sigue viva.
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Aunque hay ciertas diferencias respecto a la novela, Castillo recalca que la adaptación de Netflix «mantiene el alma de la historia». «Hemos intentado que lo que sentías al leer lo experimentes ahora al ver la serie, que hagas el mismo viaje emocional, aunque lo que ocurra no sea exactamente como en el libro», señala el autor, que ha asesorado en los guiones, aportando sugerencias en cada uno de los seis capítulos que componen la serie y trabajando codo con codo con los guionistas, Jesús Mesas y Javier Andrés.
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Álex García e Itziar Ituño
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También le permitieron intervenir en la elección del elenco, del que forman parte actores como Álex García, Itziar Ituño, Iván Massagué, Alfons Nieto y Tomás del Estal. «Tenemos una gran dirección de ‘casting’ y los productores y Netflix me pasaban una selección casi final y yo opinaba. Pero cedo mucho en esa parte porque creo que cada uno tiene que hacer lo que mejor sabe, y yo en ese caso soy el de las historias», confiesa.
[–>[–>[–>Igual que ocurrió en ‘La chica de nieve’, ‘El cuco de cristal’ traspasa la acción desde el Estados Unidos donde se ambientaba el libro (Nueva York y un pueblo de Misuri) a la España en la que se ha rodado la serie (en este caso en Hervás, en Extremadura, en la ficción rebautizada como Yesques).
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«En realidad es una historia universal, que habla sobre las emociones más primarias«, reflexiona Castillo. «Es el viaje de ese corazón que recibe Clara y que nos lleva a hacernos preguntas sobre quién es el donante y a jugar, como en la novela, con esa ambigüedad y fragilidad que todos tenemos dentro. Porque, aunque sintamos que lo tenemos todo, de repente nuestra vida se puede desmoronar», avanza.
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[–>Desapariciones
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La búsqueda de Clara la lleva a un pequeño y enigmático pueblo «de interior boscoso en el que parece que hay muchos secretos«, desliza el autor. Allí descubre que el corazón que ahora late en su pecho pertenecía a un joven envuelto en una tragedia todavía sin resolver.
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La localidad está también marcada por varias desapariciones, un tema recurrente en las novelas de Castillo. «El hecho de que no haya un cadáver me parece muy poderoso por el efecto devastador que tiene», justifica el escritor. «No es simplemente una tragedia de alguien que ha perdido la vida, sino que además la vida entera se convierte en una espera de saber qué pasará. No tienes ni un sitio el que llorar ni respuestas a lo que ocurrió», destaca el autor, que ha indagado en esos dramas a través de asociaciones de personas desaparecidas.
[–>[–>[–>El animal que llevamos dentro
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El bosque cobra especial protagonismo en la trama de la serie, que incluye elementos folclóricos como una fiesta con máscaras de diferentes bestias. «En las novelas siempre puedes añadir matices a las descripciones, diciendo que un personaje tiene unos andares felinos. Pero en el audiovisual tienes que tirar de otros elementos, como esa tamborada que creamos para introducir uno de los temas de fondo de la historia, que es el animal salvaje que todos tenemos dentro«, apunta Castillo.
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El autor reconoce la proyección que le da una plataforma como Netflix a sus novelas, a pesar de que sean ya ‘best-sellers’ antes de que se hayan adaptado a la pantalla. «Cuando se estrena la serie se nota en la venta de libros. Con ‘La chica de nieve’, fue como el último empujón que necesitaba», recuerda Castillo.
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«En aquel momento se había traducido a unos 14 idiomas y estaba ya en unos 60 países. Pero la serie fue un ‘boom’ y editoriales que no te compraban los derechos porque decían que ya tenían historias parecidas en sus países acabaron haciéndolo. De esos 14 idiomas pasé a 25, y de los 60 países, a 90«, concluye.
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