El arte que nos salva
El 13 de abril de 1993 se estrenó, en el Lyttelton Theatre de Londres, «Arcadia», una de las obras más conocidas de Tom Stoppard, fallecido el pasado 29 de noviembre. En ella se narran dos historias separadas por 180 años y conectadas mediante una trama para cuya escritura el dramaturgo británico se inspiró en el mundo de las matemáticas, la geometría fractal y la teoría del caos.
[–>[–>[–>La acción se desarrolla en una habitación de la mansión Sidley Park, ubicada en el condado de Derbyshire y propiedad de la familia Coverly. En la primera historia, ambientada a principios del siglo XIX, la joven prodigio Thomasina (Emma Fielding, en aquella primera producción del Lyttelton Theatre) discute con su tutor, Septimus (entonces lo interpretó Rufus Sewell, hoy conocido por su papel en la serie «La diplomática»), acerca de sus sorprendentes teorías científicas mientras surgen numerosos líos, amorosos, claro, entre el resto de habitantes, huéspedes e invitados de Sidley Park, uno de ellos Lord Byron.
[–> [–>[–>Sin necesidad de entrar en la segunda historia de la obra, que transcurre a finales del siglo XX, me gustaría volver a aquel 13 de abril de hace 32 años en el Lyttelton Theatre de Londres. Entre el abundante público que asistió esa tarde al estreno de la pieza, que recibió el elogio de la crítica y fue galardonada con un premio Laurence Olivier, se encontraban el cirujano Michael Baum y su esposa.
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Durante el intermedio de la obra, Baum, que en la actualidad es profesor emérito de cirugía en el University College londinense y una eminencia en el estudio y el tratamiento del cáncer de mama, experimentó, según sus propias palabras, «una conversión de Damasco», pasaje bíblico del «Nuevo Testamento» que narra la transformación del perseguidor de cristianos Saulo de Tarso en el Apóstol San Pablo.
[–>[–>[–>Así lo describe él mismo en una carta publicada unos días atrás en el periódico «The Times»: «Como científico clínico, intentaba comprender el enigma del comportamiento del cáncer de mama, partiendo de la base de que este crecía en una trayectoria lineal, escupiendo metástasis a su paso. En el primer acto de ‘Arcadia’, Thomasina le pregunta a su tutor, Septimus: ‘Si hay una ecuación para una curva como una campana, tendrá que haber una ecuación para una como una campanilla, y si la hay para una campanilla, ¿por qué no para una rosa?. Con esto, Stoppard explica la teoría del caos, que explica mejor el comportamiento del cáncer de mama. En el momento del diagnóstico, el cáncer ya debía haber dispersado células cancerosas en la circulación que anidan latentes en órganos distantes».
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Gracias a esa «hipótesis», que Baum infirió viendo esa obra de teatro en su estreno en Londres, «nació la ‘quimioterapia sistémica adyuvante’», una de las bases actuales de la terapia oncológica. «Rápidamente, vimos una sorprendente caída de la curva que ilustraba la supervivencia de los pacientes. Stoppard nunca supo cuántas vidas salvó escribiendo ‘Arcadia’», remata en su misiva el profesor, cuyas investigaciones han permitido reducir hasta en un 30% la mortalidad por cáncer de mama y avanzar en su prevención en mujeres susceptibles de padecerlo.
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[–>Lo dijo el pintor francés Georges Braque, «El arte es una herida hecha luz». Y es cierto, así lo creo yo, e intento trasladarlo a mi escritura, siempre. Pero nunca había sido tan consciente de su capacidad para transformar el sufrimiento en belleza, para erradicar el dolor y salvarnos.
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