No soy menos músico por tocar en una banda
El Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 1 de Oviedo ha reconocido el derecho de Pablo González-Merino Menéndez, funcionario interino del Cuerpo de Profesores de Música y Artes Escénicas y, en la actualidad, profesor del Conservatorio Profesional de Música y Danza de Gijón, a compatibilizar su puesto docente con su actividad como músico en la Banda de Música «Ciudad de Oviedo». La sentencia, emitida el pasado 26 de noviembre y contra la que aún cabe recurso, supone un giro radical a la doctrina aplicada hasta ahora en el largo litigio que mantienen los músicos asturianos y la Administración del Principado por la regulación de compatibilidades y para González-Merino es motivo de alegría: «Soy feliz porque un juez ha dignificado mi profesión y ha dicho que no soy menos músico por tocar en una banda, una de las mejores bandas de España, con un presupuesto bajísimo y una calidad musical excepcional. Es un logro absoluto».
[–>[–>[–>La banda a la que Pablo González-Merino se refiere es la «Ciudad de Oviedo», en la que, cuenta, tocaba la tuba desde que tenía 16 años –ahora tiene 48–. Cuando, el pasado mes de septiembre el Principado le aplicó la incompatibilidad con el ejercicio de la docencia en el Conservatorio de Gijón, pese a que los horarios de ambas ocupaciones no interferían, se vio obligado a renunciar a la plaza fija que tenía en ella.
[–> [–>[–>El juez desmontó los argumentos del Principado, que consideraba, por un lado, que González-Merino percibiría dos retribuciones con cargo, directa o indirectamente, a fondos públicos, dado que la Fundación Musical «Ciudad de Oviedo», que gestiona la banda, se financia en un 90% con subvenciones municipales, y, por otro, que al tratarse, pese a ello, de un entidad privada, no se le podía aplicar la excepción prevista para el «sector público cultural» en la Ley de Incompatibilidades del Personal al Servicio de las Administraciones Públicas de 2024. En su sentencia, sin embargo, el juez evidenció la paradoja en la que incurre la Administración autonómica y dio la razón al músico, para el que exige una indemnización.
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Pablo González-Merino asegura que Asturias era, en lo que a este asunto respecta, una excepción. «Era algo conocido por todos los profesionales, fuera no lo entendían y ahuyentaba a la gente», asegura. En su opinión, el fondo de esta controversia es la «inquina» de la Administración asturiana hacia los músicos de las bandas, frente a los de las formaciones sinfónicas, por razones que viene de largo y que son difícilmente justificables, a su juicio, porque unos y otros comparten las mismas exigencias de formación: «Son 14 años de carrera, un máster y la misma cualificación para todos».
[–>[–>[–>Él mismo tocaba indistintamente en la Banda Municipal «Ciudad de Oviedo» y en la sinfónica Oviedo Filarmonía, dado que ambas formaciones están integradas en la Fundación Musical «Ciudad de Oviedo». Con la primera se le aplicaba la incompatibilidad y con la segunda no, pese a que, explica, su desempeño era similar e incluso, en algunas ocasiones, más sencillo. «He sido tubista de la fundación municipal durante décadas, con la Filarmonía yo era de interés, con la banda dejo de serlo; crearon una ley que permitía compatibilizar a las sinfónicas, dejando fuera a las bandas: es como decirle a un cirujano sí y al pediatra no, cuando los dos son médicos. Para nosotros era una humillación absoluta», reconoce.
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La situación en Asturias obligó a Pablo González-Merino a emigrar a Cantabria, donde ejerció como docente de Conservatorio durante nueve años. «Llevo 17 años en la docencia, unas veces aquí, otras allá, voy y vengo. Está vez pensé por fin me quedó», dice, porque contaba con que la legislación que aplicaría el Principado sería la del 2024 que, apunta, «no solo permite compaginar ambas actividades, sino que lo fomenta. Sin embargo, cuando opté a la plaza en Gijón (a la que se incorporó el 1 de septiembre) tuve que renunciar a la plaza fija en la banda para el resto de mi vida. El dolo es importante».
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[–>Pablo González-Merino recuerda que, gracias a la formación que recibió en Asturias, ingresó en la Joven Orquesta Europea y ha tocado por todo el mundo. «Logré todo eso gracias a los recursos que la Administración empleó en mí y ahora que puedo devolverlo, desaprovecha mi talento», lamenta, y hace ver que como a él les ha sucedido a muchos otros. Comenta que el recurso que acaba de ganar contra la Administración está teniendo «una relevancia que no se puede imaginar, por la mucha gente que quedó por el camino» y cree probable que, tras la suya, haya más reclamaciones.
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