Economia

De ladrillos y burbujas – José García Domínguez

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  • Publishednoviembre 14, 2025




En este debate sobre vivienda que se acaba de celebrar en las Cortes, ningún portavoz parlamentario, ni de derechas ni de izquierdas, ha reunido el valor suficiente para atreverse a explicar desde la tribuna cuál sería la consecuencia inmediata e inevitable de lograr, mediante una intervención política, una reducción significativa de los precios. Porque esa consecuencia inmediata e inevitable no iba a ser otra que el repentino empobrecimiento de la mayoría de las familias españolas. Algo obvio si se tiene en cuenta que la vivienda constituye el principal depósito de ahorro y fuente de riqueza de estas mismas familias.

Por eso la gran mayoría social –y electoral– del país se interesa discretamente por El cemento no sólo no pierde valor sino que, si cabe, sigue ganando aún más. Pero, por supuesto, no puedes decirlo en voz alta. Aunque, esa, tan obvia, no es la única inconsistencia que recorre la conversación nacional sobre el problema. Una inconsistencia, invariablemente derivada de Choques de intereses indescriptiblesque puede llegar a extremos ridículos. He aquí La propuesta de Esquerra para Sancionar fiscalmente la adquisición de la tercera vivienda.

El argumento implícito de Rufián era claro: comprar una segunda casa para pasar el mes de agosto en la playa y tenerla vacía el resto del año, está bien; pero adquirir un tercero para alquilarlo a quien lo necesite para vivir, no es en ningún caso moral ni admisible. Es ridículo. Así como resulta ridículo que PP y PSOE propongan ahora bajar impuestos (PP) o subvencionar las tasas de entrada (PSOE) a los compradores jóvenes -es decir, incentivar la demanda del sector público-, al mismo tiempo que el Banco de España anuncia su intención de limitar la capacidad de los bancos para conceder más hipotecas. Evidentemente, el banco central sospecha que ya existe una burbuja, otra más, pero no puede confesarlo expresamente so pena de incurrir en una profecía autocumplida. Todo lo que está pasando con el ladrillo recuerda tanto a las vísperas de 2007, que da miedo.

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