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de refugio financiero a motor estratégico

de refugio financiero a motor estratégico
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  • Publishednoviembre 14, 2025




Europa necesita transformar radicalmente la forma en que ahorra e invierte. Ese es el principal mensaje de la Estrategia de Inversión Minorista (RIS) que presentó la Comisión Europea para situar los intereses de los pequeños ahorradores en el centro de la política financiera, pero también para movilizar el ahorro interno hacia los grandes retos de la Unión. La estrategia no es un ejercicio técnico.

Es un llamamiento político y económico. Europa ahorra mucho (es uno de los mayores ahorradores del mundo detrás de grandes economías como Japón o China en términos de PIB) pero obtiene pocos beneficios de su inversión y lo hace mayoritariamente fuera de sus fronteras.

El desafío, por tanto, no es ahorrar más, sino ahorrar de otra manera. Las necesidades financieras para inversiones estratégicas en defensa, seguridad, infraestructuras críticas y, en general, para Tener la mejor financiación disponible para la innovación es apremiante.

Así lo reflejan acertadamente los recientes informes de Enrico Letta (“Mucho más que un mercado”) y Mario Draghi (“El futuro de la competitividad europea”), que coinciden en el diagnóstico: La Unión Europea tiene capital, pero no lo moviliza eficientemente.

Letta propone avanzar hacia una Unión del Ahorro y la Inversión que convierta el enorme ahorro privado europeo en un motor de reindustrialización, transición verde y digitalización. Draghi cuantifica la brecha: Europa necesita inversiones adicionales de entre 750 y 800 mil millones de euros al año, un esfuerzo del 4% al 5% del PIB, para no quedarse atrás de Estados Unidos o China.

Los hogares europeos acumulan más de 30 billones de euros en activos financieros

Incluso siendo prudentes y con las reservas necesarias cuando los políticos crean demanda de planes de gasto multimillonarios, la realidad es que, en cualquier caso, se necesita una integración de los mercados de capitales para canalizar eficientemente el ahorro.

El Los hogares europeos acumulan más de 30 billones de euros en activos financierospero casi la mitad está estacionada en depósitos o efectivo. Es un ahorro seguro, pero improductivo.

Según la última encuesta de EFPA y Better Finance, más de la mitad de los europeos (51%) mantienen sus ahorros en efectivo o en cuentas corrientes, y sólo el 36% ahorra regularmente. En un contexto de inflación persistente y rentabilidad real negativa, esa preferencia por la liquidez Se ha convertido en un obstáculo para el crecimiento y la autonomía financiera europea.

En este sentido, el RIS intenta cambiar este patrón a través de tres vías: a) mejorar la educación financiera de los ciudadanos (no la alfabetización, ya tienen más o menos de eso), b) garantizar la transparencia y protección en los productos de inversión y c) crear condiciones para que más europeos participen en los mercados de capitales. El objetivo es que la inversión minorista deje de ser marginal y se convierta en un pilar estable de financiación de la economía real.

Pero para que eso funcione, el marco institucional y fiscal debe acompañarlo. Ni los incentivos actuales ni la estructura de los mercados permiten los ahorros fluyan eficazmente hacia los proyectos que Europa necesita.

Europa necesita un sistema que recompense mediante deducciones el ahorro estable y diversificado destinado a la inversión productiva

Tres fallas estructurales son: 1) mercados de capital fragmentados, con diferentes reglas, supervisores e impuestos; 2) impuestos al ahorro ineficientes, que premian la liquidez y el consumo y penalizan la inversión productiva y 3) un sistema financiero excesivamente bancarizado, en el que las familias confían sus ahorros al banco, pero el banco no los canaliza suficientemente hacia inversiones riesgosas o de largo plazo debido a sus propias limitaciones regulatorias.

Empezando por la parte fiscal, el marco actual de muchos Estados miembros –España incluida– premia el consumo y castiga el ahorro. Los depósitos tributan igual o menos que los fondos de inversión o planes a largo plazo; Los dividendos y las plusvalías sufren doble imposición y los productos destinados a la jubilación viven en una dicotomía permanente entre ser rentas del trabajo o rentas del ahorro. Esta incoherencia fiscal desalienta la toma de riesgos y refuerza el cortoplacismo.

Por lo tanto, Europa necesita un sistema que recompense los ahorros de inversión estables, diversificados y productivos a través de deducciones o aplazamientos de impuestos generalizados para productos de inversión a largo plazo, incentivos claros para la reinversión de ganancias y dividendos y una mayor facilidad para cambiar entre diferentes productos y estrategias de ahorro a largo plazo.

En segundo lugar, necesitamos construir por fin una Unión de los Mercados de Capitales (UMC) eficiente y accesible. Diez años después del anuncio de la CMU, los avances son limitados. Siguen existiendo 27 marcos regulatorios, diferentes sistemas de insolvencia, diferencias fiscales y barreras al flujo transfronterizo de inversiones.

Esta fragmentación tiene un coste inmenso: Los ahorros quedan “atrapados” dentro de las fronteras nacionales o terminan invertidos fuera de la UE. Mientras que en Estados Unidos los fondos de pensiones o de inversión canalizan masivamente el ahorro interno hacia la innovación, la energía o la tecnología, en Europa el dinero duerme en los depósitos bancarios.

Es necesario repensar la función de los bancos europeos como canal de ahorro

Avanzar hacia un mercado de capitales europeo verdaderamente único requiere armonizar la fiscalidad de los productos de inversión y las normas de insolvencia, simplificar la emisión y el acceso a instrumentos financieros paneuropeos, crear un marco común para los fondos de pensiones, ahorro-inversión y capital riesgo europeos y fortalecer la supervisión centralizada (ESMA) para reducir costes y burocracia. Sólo así el pequeño inversor europeo podrá invertir fácilmente en proyectos europeos sin tener que enfrentarse a un laberinto regulatorio.

Tercero y último, Es necesario repensar la función de los bancos europeos como canal de ahorro. Durante décadas, el sistema financiero de la UE ha dependido de la intermediación bancaria: las familias depositan, los bancos prestan.

Pero ese modelo no ha alcanzado las necesidades actuales de inversión en innovación, transición energética y digitalización.

La banca debe evolucionar de un intermediario pasivo a una plataforma activa para canalizar el ahorro hacia la inversión europea, ofreciendo productos de inversión diversificados, simples y transparentes, colaborando con fondos, gestores y plataformas digitales europeos para canalizar recursos hacia proyectos sostenibles y tecnológicos y asumiendo un papel más activo en la alfabetización (informar y acompañar al cliente para que comprenda los riesgos y oportunidades de invertir más allá del depósito) y la educación (tener una mejor estrategia y toma de decisiones a largo plazo).

Al mismo tiempo, los supervisores deberían ajustar las normas prudenciales para que los bancos puedan participar más directamente en proyectos de inversión europeos sin comprometer su estabilidad. Otra tarea no menor es la de los reguladores que, como señaló recientemente EFPA España, deben “implementar estándares uniformes de divulgación de información, que incluyan detalles sobre las características del producto, los costos asociados, los riesgos inherentes y los posibles retornos”. En el marco de la simplificación regulatoria no puede quedar fuera algo tan sencillo como tener los mismos estándares.

La próxima década será decisiva. La competitividad europea, su autonomía energética y tecnológica, e incluso su cohesión social dependerá de la capacidad de transformar el ahorro privado en inversión productiva: cada euro que hoy duerme en una cuenta corriente podría impulsar mañana una planta de hidrógeno, una red de datos cuánticos o una startup europea.

En definitiva, pasar del ahorro pasivo al ahorro estratégico. Porque el futuro de Europa no sólo se decide en las oficinas de Bruselas, sino también en cómo cada familia europea decide qué hacer con su dinero.



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