DESAPARECIDA HORNACHOS | La familia de Francisca Cadenas, desaparecida hace 7 años, abre una línea de teléfono anónima para resolver el caso
La familia de Francisca Cadenas pide colaboración ciudadana para resolver el caso, siete años y medio después de la desaparición de la mujer en Hornachos (Badajoz). El marido y los tres hijos de Francisca, de 59 años entonces y cuyo rastro se perdió el 9 de mayo de 2017, han abierto una línea de teléfono para que cualquier vecino que tenga información pueda aportar pistas de forma anónima, según confirma su abogada, Verónica Guerrero, al canal de investigación y sucesos de Prensa Ibérica.
Se trata de una línea telefónica segura en la que todo aquel que ofrezca datos que puedan ayudar a encontrar a Francisca podrá hacerlo sin identificarse, si así lo desea, en el teléfono 661909806.
La UCO revisa el caso
Esta nueva iniciativa por parte de la familia de la mujer llega solo unos meses después de que la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, la unidad de élite de la Benemérita, entrara a formar parte del equipo de investigación que lleva el caso, junto a los agentes de la Comandancia de Badajoz, como adelantó este medio.
Precisamente este martes agentes de ambas unidades se han reunido con familiares de Francisca Cadenas para comentar los avances en la investigación, según ha sabido este canal de investigación. La abogada de la familia se muestra esperanzada: «Es el mismo equipo de la UCO que ya investigó y logró resolver el caso de Manuela Chavero» cuatro años después de que desapareciera, en 2016, en el vecino pueblo de Monesterio, a sesenta kilómetros de Hornachos.
Francisca salió con lo puesto de su casa en Hornachos (Badajoz) sobre las once de la noche del 9 de mayo de 2017. Iba a acompañar hasta el coche a unos amigos, una pareja que había dejado su hija al cuidado de la mujer.
A 20 pasos de su casa
El trayecto, de apenas 50 metros, era tan corto que Francisca incluso dejó abierta la puerta de su vivienda y avisó a su hijo de que en cuanto volviera le prepararía la cena. Pero nunca regresó. El rastro de la mujer se pierde en un callejón a menos de veinte pasos de donde vivía, en una localidad de poco más de 3.000 habitantes.
Tras la desaparición de Francisca, la Guardia Civil de Badajoz investigó su entorno más cercano y no encontró nada inquietante. Devota de la Virgen de los Dolores, de la que era costalera en Semana Santa, y aficionada a dar largas caminatas por el pueblo, Francis era una persona familiar, de rutinas sencillas. No había tenido problemas con nadie. Además, cuidaba a diario de su madre, octogenaria. La anciana falleció casi un año después de la desaparición de Francisca con el dolor de no saber qué había pasado con su hija.
La noche en que se perdió su rastro, Francisca dejó en su casa su teléfono móvil, su documentación y su monedero. Su familia insistió desde el principio en que la ausencia de la mujer no era voluntaria. Las pesquisas se centraron en las últimas personas que la vieron aquella noche. Por un lado, los padres de la niña a la que Francisca estuvo cuidando aquel día y a la que quería «como a su propia nieta», según explica la familia de la desaparecida. Se trata de un guardia civil y su mujer que, según su declaración, dejaron a Francisca cuando ella entraba caminando en un callejón, anexo a su casa, después de que esta los acompañara hasta su coche.
Antecedentes y coartada
Justo en ese callejón, según las investigaciones, Francisca se cruzó con Carlos, un temporero dominicano de 33 años, con antecedentes por lesiones y otros delitos violentos, que trabajaba en Hornachos recogiendo fruta cuando desapareció la mujer. El hombre recordó ante la Guardia Civil que vio a Francisca aquella noche cuando esta ya se adentraba en el callejón, de regreso a su casa: «Yo iba a coger mi coche cuando la vi. Ella caminaba por la otra acera hacia su casa. No sabía ni cómo se llamaba, pero somos vecinos de calle, así que la saludé con un hasta luego. Ella me dijo lo mismo y luego se metió en el callejón”.
Los investigadores descartaron que el jornalero hubiera tenido algo que ver con la desaparición de Francisca después de comprobar su coartada: poco después de cruzarse con la mujer, el hombre estuvo tomando una copa en un bar del pueblo con varios vecinos.
Un coche sospechoso
La Guardia Civil también indagó en la posibilidad de que la mujer fuera secuestrada por alguien de fuera de Hornachos. La noche que desapareció Francisca, varios vecinos vieron un coche desconocido a 350 metros del domicilio de la mujer: «Estábamos buscando a Francisca de madrugada y sobre las cuatro o cinco de la mañana vimos un vehículo oscuro, tipo ranchera, parado, con el motor encendido. El conductor, un hombre de unos cuarenta años, no era del pueblo. Mi hermano apuntó la matrícula y se la dio a la guardia civil», declaró uno de los vecinos ante los agentes, que comprobaron esa pista y descartaron que guardara relación con el caso.
En estos años, los investigadores han buscado a Francisca en el monte y en un pantano que hay a las afueras de Hornachos, sin éxito. También han abierto y registrado varias casas del pueblo, algunas de ellas con sótano, que están deshabitadas o cuyos dueños viven fuera.
Los vecinos, la mayoría agricultores y ganaderos, organizaron durante meses batidas rurales para revisar senderos alrededor de la localidad, ubicada en la ladera de una montaña, a los pies de un castillo árabe, y bordeada por un paisaje abrupto de olivos y encinas.
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Otra desaparecida
«La investigación no se llevó bien desde el principio. Creyeron que la desaparición de mi madre era voluntaria y en esos primeros momentos, los más importantes, se perdió mucho tiempo y se perdieron posibles pruebas«, criticaba en este medio José Antonio, el hijo menor de Francisca, el pasado agosto. Su hermano Javier coincide con él y lamenta que siete años después no haya ningún avance en la investigación: «en el caso de nuestra madre lo único que ha pasado es el tiempo. No hay mente que aguante esta incertidumbre, nuestras constantes vitales siguen funcionando, pero nosotros estamos muertos emocionalmente».
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