El ‘boom’ de los ‘journals’ o cómo dos estudiantes te enseñan a hacer tu propio cuaderno en Madrid: «Es terapéutico, genera nostalgia»
Son las 12:00 de la mañana de un domingo cualquiera en Madrid. Hay tantas cosas que hacer que uno no sabe cuál elegir. Hay quienes pasean por el rastro, como de costumbre, otros se reúnen para tomar un brunch y algunos permanecen en la cama tratando de pasar la resaca a base de agua y paracetamol. En alguna azotea del centro de Madrid también hay dos jóvenes tratando de revolucionar la oferta de ocio en la capital cada vez que llega el fin de semana. “A la gente le atrae la idea de llevarse algo a casa que sea útil y hayan hecho ellos mismos. No es como pintar un cuadro que, si no se te da muy bien, quizás nunca lo llegas a colgar y se queda en el trastero cogiendo polvo”, cuenta Celia (20), fundadora de Sono Journals. Tanto ella como Ricardo (20) cursan el grado LEINN (Liderazgo Emprendedor e Innovación) en la Universidad de Mondragón, en Madrid. Y lo que comenzó como un simple proyecto de clase, ha terminado convertido en una empresa hecha y derecha que congrega a amantes de la papelería y las manualidades cada fin de semana en pleno centro de Madrid.
[–>[–>[–>“Aquí enseñamos a los clientes a hacer su propio travelling journal o cuaderno de viajes, en el que escribir, dibujar, pegar etiquetas o simplemente llenar de recuerdos. Cuando llegan, eligen el color del cuero que protegerá sus libretas. Después lo marcan con sus iniciales y colocan los ojales. Posteriormente les enseñamos a instalar las gomas y los charms o abalorios que la decorarán por fuera. Por último, colocan dentro los dos cuadernos que les proporcionamos y decoran todo con rotuladores acrílicos, pegatinas, sellos y un montón de cosas más. Además, durante todo el taller ofrecemos vino y bebidas de forma ilimitada”, explican. Junto a ellos está Lucas, que, desde hace unas semanas, les ayuda con los talleres debido a la alta demanda: “Hemos ampliado las plazas de 10 a 18 y hacemos cuatro talleres cada fin de semana. La mayoría tienen plazas agotadas”. Para Ricardo, emprender era la única opción. Hijo de padres empresarios y natural de Pozuelo de Alarcón, siempre tuvo clara su vocación: “Quería crear una empresa desde cero, por eso opté por una carrera de este tipo”. Celia, en cambio, nunca tuvo claro qué estudiar durante su adolescencia en el madrileño barrio de Ventas.
[–> [–>[–>Celia y Ricardo están cursando el grado en Liderazgo Empresarial e Innovación en la Universidad de Mondragón. / Alba Vigaray
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Los clientes comienzan eligiendo el cuero que protegerá sus cuadernos o diarios de viaje. / Alba Vigaray
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“Soy una apasionada de la papelería desde bien pequeña y hace unos años descubrí en el journaling una vía de escape que me ayudaba a descargar la mente de vez en cuando”, añade. Un día, mientras veía TikTok, se topó con el vídeo de una usuaria que enseñaba a crear una réplica de Louise Carmen, la marca de referencia para todos los amantes de la papelería. Los precios de estos cuadernos oscilan entre los 129 y los 209 euros, por lo que no son una opción asequible para todo el mundo. “En clase vemos proyectos de ámbitos súper variados y tenemos que crear uno por nuestra cuenta, en parejas, evidentemente con algunas limitaciones pero completamente reales y legales. Sono nació de la popularidad del producto en redes sociales. Decidimos hacer nuestro propio modelo de negocio con los talleres”, sostiene Ricardo. Se encuentran en un ático próximo a la Puerta del Sol, donde llegaron a un acuerdo para alquilar el espacio los fines de semana: “Pasamos varias semanas buscando sin parar, contactando a muchas personas, hasta que dimos con esta localización, que es una maravilla. Nuestra idea es, en unos meses, expandirnos a un local a pie de calle”.
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Clientela femenina
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El primer taller se celebró a principios del mes de octubre y, en cuestión de dos meses, estos dos estudiantes se han posicionado como una de las opciones más demandadas en cuanto a ocio alternativo. “Lo preparamos en tiempo récord, en menos de dos semanas ya lo habíamos lanzado al mercado. Si no hubiéramos llevado un control exhaustivo de las finanzas, no habría sido posible dar el salto”, expresa Celia. A día de hoy, el proyecto sigue siendo parte de la universidad. Esta es solo una de las etapas que los dos jóvenes planean recorrer con Sono: “Tiene muchas vías de monetización. Buscaremos la manera de hacer talleres en otras partes de España, incluso en otros países. También tener una tienda física especializada en este tipo de papelería. Abrir una plataforma de ecommerce, ofrecer teambuildings a las empresas… Nuestro objetivo es agotar todas las posibilidades”. Para lo bueno y para lo malo, la empresa es completamente suya. “Es real, estamos dados de alta y hemos presentado cada papel necesario. Somos un equipo desde el año pasado, que creamos otro proyecto. Eso no salió bien, pero nos dio todas las habilidades necesarias para embarcarnos en esto en un tiempo súper breve. Conocíamos nuestras habilidades complementarias, así que ha sido fácil”, apunta el de Pozuelo.
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El primer taller se celebró a principios de octubre y, en dos meses, la demanda no ha dejado de crecer. / Alba Vigaray
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Paso a paso, los clientes dan forma a su «diario». / Alba Vigaray
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Su clientela, mayoritariamente femenina, abarca un amplio abanico de edades y nacionalidades: “Los pocos hombres que vienen lo hacen para acompañar a sus parejas o amigas. Tenemos mucha afluencia de público extranjero, más del 35%. Y la franja etaria va desde los 18 o 20 años hasta mujeres de más de 50”. Si bien es mucho más sencillo comprar una libreta en una papelería o, incluso, por internet, la gente acude al taller para experimentar el proceso de creación con sus propias manos. “Es el valor de hacerlo tú mismo. Si ya es algo que usas todos los días, cuando lo personalizas y le das tu propio toque, cobra mucho más valor. Se vuelve un recuerdo todavía más emocional”, insisten. Tanto Celia como Ricardo aprendieron de forma autodidacta a crear este cuaderno de viaje y son ellos quienes guían los talleres cada fin de semana: “Desde hace unas semanas contamos también con Lucas, que nos echa una mano. Parece un proceso complicado, pero no lo es. Está pensado para que sea accesible para todo tipo de públicos”. El arte del journaling se ha puesto de moda, dicen, porque a la gente “le parece inspiracional”, además de una práctica “saludable para la cabeza”. “Por eso lo quieren probar”.
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Vuelve lo analógico
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Llaman al timbre. Son los primeros clientes. “Hay ciertos perfiles a los que nos encanta la papelería desde pequeñas. Tengo infinidad de libretas, cuadernos, acuarelas… Desde siempre me ha encantado forrar mis libros, por ejemplo. Tanto, que incluso se lo hacía a mis amigas en el colegio. Quería tener una papelería, así que, que yo esté aquí, no es raro”, explica Elisa (32). Como casi todos, descubrió esta actividad en redes sociales: “No paraban de aparecer vídeos de Louis Carmen, que, al final, es el cuaderno que estamos tratando de imitar. Pensé en comprarme uno, pero el algoritmo fue más rápido y me mostró el perfil de Sono”. Tanto ella como sus cuatro acompañantes disfrutan haciendo manualidades en grupo: “De hecho, ayer estuvimos haciendo velas y el otro día cerámica. Hay que aprovechar la oferta de Madrid, que en otras ciudades no existe. Si hubiera una actividad para hacer una lámpara, ahí iríamos”.
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Su clientela, mayoritariamente femenina, abarca un amplio abanico de edades y nacionalidades. / Alba Vigaray
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Hasta el día de hoy, el proyecto sigue siendo parte de la universidad. / Alba Vigaray
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El fenómeno del journaling responde, entre otras cosas, a una necesidad de buscar una alternativa a los planes de ocio convencionales y salir de la rutina, aunque sea por unas horas. “A mi edad ya no se sale tanto de fiesta, pero sí nos apetece hacer estos planes, que atraen al público porque provocan esa nostalgia de volver a lo analógico, igual que han vuelto las cámaras digitales que tenía hace 15 años… Es un tipo de ocio que está muy de moda. Hay listas de espera en todos lados”, zanja. A su lado, en la mesa, Nuria (66) y Patricia (35), que acaban de llegar. Para ellas, pasar el domingo juntas se ha convertido en rutina. “Últimamente no paramos. No sé lo que es el journaling. Estoy aquí porque mi hija me ha dicho que venimos a hacer un cuaderno y no me lo he pensado dos veces”, bromea. Patricia, en cambio, lleva años utilizándolo a modo de terapia. “Nosotras hemos vivido muchos años fuera de España por el trabajo de mi padre, en países de frío, y es verdad que en el extranjero están mucho más normalizados este tipo de talleres”, añade la joven.
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En casa, madre e hija practican patchwork, una técnica de costura que consiste en unir trozos de diferentes telas; y scrapbooking, para personalizar álbumes de fotos a base de distintos papeles . “Las manualidades nunca han estado tan de moda como hoy en día. Siempre hemos ido en busca de estos planes y, de un año para ahora, se han disparado. Hasta hace unos meses, la gente que iba a los talleres era de la edad de mi madre y, de repente, he dejado de ser la joven. Entonces no había páginas web, nosotras teníamos grupos de WhatsApp con las señoras que ofrecían los cursos. Ahora, con las redes sociales, todo es diferente”, zanja. Los últimos clientes acaban de llegar y tanto Celia como Ricardo comienzan sus explicaciones. Los vídeos con miles de reproducciones en los que alguien te enseña a hacer tu propio journal paso a paso, se han materializado. Al menos, en Madrid.
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