El forúnculo y el negocio
En memoria de José Antonio Fidalgo Sánchez.
[–>[–>[–>Paisanu, maestru, amigu
[–> [–>[–>Cataluña ha sido siempre un forúnculo en el conjunto de la política española, particularmente en lo relativo a su financiación y a los dineros o inversiones que hacia ella iban. Esa cualidad de grano molesto proviene de dos fuentes: la primera, la insatisfacción política de una parte de los catalanes por no tener un sistema financiero como Euzkadi y Navarra –el sistema «de cupo», para entendernos–, en virtud del cual recaudase la autonomía todo el dinero y después entregase al resto del Estado una cantidad «pactada», esto es, negociada.
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La segunda es la oportunidad que las necesidades para formar mayorías en Madrid han puesto en manos de los partidos catalanistas. En unas ocasiones con el PSOE, en otras con el PP, los partidos catalanistas mayoritarios han obtenido siempre concesiones –competenciales, dinerarias– a cambio de sus votos. En la última legislatura son ERC y Junts quienes vienen ejerciendo esa capacidad. Por otro lado, el PSC representa una notable aportación de votos y escaños para el PSOE y, además, tiene en estos momentos el Gobierno de la Generalitat, pero en minoría, lo que le obliga a depender de los votos de ERC y a pactar con esta fuerza, como lo ha hecho, entre otras cosas, en materia de financiación estatal.
[–>[–>[–>A estos datos debe añadirse que la reforma de la financiación autonómica de las comunidades «de régimen común», entre las que está Cataluña, debe reformularse desde 2014 –no se ha hecho– y que, con el sistema actual, hay comunidades pésima y desigualmente, financiadas, como Valencia, Murcia, Andalucía y Castilla-La Mancha.
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Durante este último año parecía que los distintos acuerdos a tres bandas a los que el PSOE se había comprometido iban a terminar ofreciendo a Cataluña un sistema de cupo. El clamor que se levantó en contra de la idea –a medio plazo la aportación de Cataluña devendría en algo tan mezquino como la que hacen ahora las comunidades vasca y navarra– entre las restantes comunidades, entre los juristas profesionales o los técnicos de Hacienda o, incluso, entre federaciones y militantes del PSOE, parece haber obligado a dar marcha atrás a don Pedro y doña Pongo La Mano En El Fuego Por Santos Cerdán, buenos discípulos de Romanones, quien afirmaba aquello de que «Cuando digo nunca, quiero decir por ahora; y cuando digo jamás, quiero decir hasta esta tarde». A mí, por cierto, me reconforta que don Pedro Sánchez tenga tan ilustres maestros, pero, respecto a la reversión del cupo catalán, veremos si perdura tal cosa, porque esa frase de la efímera validez de lo afirmado permite ser repetida cuantas veces se desee.
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[–>En lo que ahora se está es en la reforma del irreformado sistema de financiación autonómica para todas las comunidades El sistema de financiación autonómica –según se anuncia desde el Gobierno (con «o»)– será «multilateral y particular» (o «bilateral»). O sea, se negociará con todos para que sea con todos igual, pero con Cataluña se negociará bilateralmente, a fin de que los que mandan y condicionan la Generalitat queden contentos. «Multilateral y bilateral» es pura logomaquia, palabrería para consolar, conformar o aquietar, pero, en fin, la clave de momento es que la nueva financiación de las comunidades se someterá al «principio de ordinalidad», que quiere decir que Cataluña no podría quedar, en lo que recibe por habitante, por debajo de su puesto como aportador por habitante al conjunto del sistema. En palabras corrientes, Cataluña aportará menos al conjunto de la hucha de que el Estado dispone para prestar servicios y redistribuir. Fíjense ustedes cómo será la cosa que en el congreso socialista de Sevilla (diciembre de 2024) todos votaron en contra del susodicho principio de ordinalidad. Todos salieron encantados con ello, de Barbón a García-Page, y se consideraron derrotadas las pretensiones insolidarias de Cataluña. ¡En fin! No se rían y atentos a la pantalla.
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Esa detracción de recursos tendría su efecto, evidentemente, en principio, en el dinero que reciben otras comunidades y en la prestación de servicios del Estado. Pero Nunca Pactaré Con Bildu, Si Quiere Se Lo Digo Veinte Veces, y Pongo La Mano En El Fuego Por Santos Cerdán han encontrado la forma de oscurecer la cuestión: van a poner sobre la mesa una cantidad imprecisa pero notable –23.000 millones, dicen unos, más aún, otros–, subiendo de esa forma la financiación de todas las comunidades, especialmente la de Cataluña, e iniciando esa discriminación de la ordinalidad.
[–>[–>[–>Pero ese dinero no cae del cielo –contra lo que cree el común de los ciudadanos, y, particularmente, algunos prebostes socialistas, no solo los calvos–: o sale de una subida de los impuestos, de un mayor endeudamiento –es decir, de una subida diferida–, o disminuye la capacidad del Estado para invertir o atender sus prestaciones.
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¡Y eso qué importa! En cualquier caso lo principal es el negocio: los votos de Cataluña, la Generalitat y el poder, contando, eso sí, siempre, con la fe de los adictos y las tragaderas de los encadenados para practicar lo que es la verdadera fe, que no es aquello de «no creer en lo que no vemos», sino la de «no creer lo que vemos».
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