El veto a Rusia y los ICO empujan a las bodegas a las reestructuraciones de deuda
Este lunes, Bodegas Riojanas, histórica compañía de Cenicero (La Rioja) que cotiza en Bolsa, anunció ante la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) un acuerdo con sus principales entidades financieras acreedoras para la reestructuración de su deuda, que según la compañía busca asegurar la sostenibilidad de la misma. El hecho relevante enviado a la institución reguladora de los mercados llegaba después de presentar unas cuentas en las que anunciaba que las ganancias de la compañía se desplomaron en el primer semestre de 2024 respecto al mismo período anterior y se quedaron en los 1.000 euros, frente a los 244.000 euros obtenidos entre enero y junio de 2023. La situación es especialmente llamativa para una bodega que tiene en su cartera marcas tan reconocidas como Monte Real, Viña Albina o Peñamonte.
El grupo, en su informe de resultados, muestra que la facturación se redujo más de un 10% entre enero y junio, hasta los 5,68 millones de euros. Su resultado bruto de explotación (ebitda) se situó en 1,59 millones de euros, un 6,45 por ciento menos que en los seis primeros meses de 2023. La propia compañía señalaba en su dosier que el primer semestre ha estado condicionado a nivel mundial por la debilidad en la demanda de vinos, especialmente centrada en el segmento de tintos. Este medio se ha puesto en contacto con la compañía en dos ocasiones sin obtener respuesta. «Hay un evidente cambio en los hábitos de consumo, pasando del tinto al blanco. Esto lo sumas, por un lado, a la gran competencia que existe en la producción de caldos de calidad, lo unes a la caída del consumo, junto a la tendencia del kilómetro cero, y tienes un escenario complicado», explica Javier Marquina, counsel de Andersen.
En los últimos años, uno de los aspectos del sector que ha afectado a las compañías que operan con Denominación de Origen (D.O.) Rioja ha sido la sobreoferta de producto ante una menor demanda. «De forma muy resumida podríamos decir que la producción de vino vendimiado y que luego se cría para obtener el crianza ha sido muy elevada y se ha venido acumulando hasta impactar en el precio entre origen y bodegas», señalan fuentes del sector. «Como ejemplo, en los últimos cinco años han desaparecido casi un tercio el número de bodegas de la región de Rioja Alavesa (de 358 bodegas a 262)», apuntan las mismas fuentes.
«También hay que tener en cuenta que las DO que no sean Rioja, Albariño, Jerez o Cava lo tienen muy complicado para salir al mercado internacional y exportar», explica Félix Ortega, socio experto en reestructuraciones de Lener. El experto reafirma que el mercado interior «es de precio mientras que para tener garantías en la exportación tienes que hacer mezcla de vinos, el coupage, clave para entrar en EEUU». De hecho este año, según ha podido saber Activos, vertical económico de Prensa Ibérica, Bodegas Navarro López, compañía centenaria ubicada en la DO de Valdepeñas ha reestructurado en torno a 15 millones de euros de deuda.
Es el mismo proceso llevado a cabo por Hispanobodegas, grupo formado por tres pequeñas bodegas que elaboran vinos prémium en tres de las DO más emblemáticas de nuestro país (Rioja, Ribera del Duero y Rueda) y que ha negociado con el pool bancario una reestructuración de unos 5 millones de euros. El año pasado, ya pasaron por un procedimiento similar bajo el amparo la ley concursal otras compañías como la salmantina Bodegas Ribera de Pelazas o la firma burgalesa Bodegas Garcia de Aranda. «Los consejos reguladores son muy estrictos con los controles de la DO. Esto hace que no sea tan sencilla la venta de unidades productivas», señala Itsaso Santos, socia de PKF Attest.
Una tormenta perfecta
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Los propietarios de las bodegas no lo han tenido fácil desde que comenzara la pandemia. «Cayó el sector horeca. Después, estalló la guerra en Ucrania con el consiguiente veto ruso, un mercado consolidado para el vino español. Además, se confirmaron las consecuencias del Brexit limitando la entrada de vino español a Reino Unido, país que importaba casi un tercio de nuesteos caldos», asegura Marquina. «Rusia y Ucrania además del vino de España, importan principalmente cava, y debido a la guerra y las limitaciones impuestas a Rusia en sus medios de pago, el volumen de ventas a estas dos regiones, se ha visto muy afectado», explican fuentes del sector. Adicionalmente, en Rusia ha habido un incremento de la tasa impositiva al vino en los dos últimos años lo que ha provocado un impacto en los márgenes directamente al no poder repercutir el 100% del impacto en el precio final del producto para evitar una caída drástica en el volumen de ventas.
Al haber un exceso de oferta, principalmente en Rioja y descenso del consumo de vino nacional, se hace necesario el incremento de exportación, para ello las bodegas tienen que tener un tamaño lo suficientemente grande como para mantener un equipo de ventas internacional y una estructura que permita mantener un portfolio de clientes de distribución internacional lo suficientemente elevado como para compensar el efecto local. «El consumo de vino ha venido cayendo mínimamente en la serie histórica, y a nivel internacional cada vez hay más regiones productoras, principalmente en Sudamérica que ya se sitúan en rangos de precios equivalentes, entendiéndolo de forma muy global», aseguran fuentes del sector.
Por otro lado, este año vence el periodo de carencia en los préstamos ICO, tanto de la pandemia como los vinculados a la guerra de Ucrania. «Esto lo unes a un negocio que necesita de mucha estructura financiera, con mucho capital para la renovación de instalaciones, es decir, un capex consolidado en el que para no asfixiar al negocio por lo que hay que tirar de fondos propios más allá de financiación bancaria», apunta Ortega. En este sentido, tradicionalmente son las entidades bancarias quienes financian a través de instrumentos de crédito a largo plazo las inversiones de las bodegas, así como los productos de financiación de circulante, que se utilizan para realizar las compras del producto de vendimia en estas fechas precisamente a los cooperativistas, que también concedían habitualmente facilidades de pago al bodeguero pudiendo pagar un importe relevante de la cosecha en marzo-abril del año siguiente.
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En los últimos años, ha aumentado el tipo de financiaciones a través de entidades alternativas que tienen otras condiciones, así como las financiaciones a través de instituciones que procedían de la situación de pandemia. «Los acreedores comerciales (cooperativistas, botellas de vidrio, corcho, etiquetado, aditivos y transporte) tienen un peso relevante, pero suelen tener menor peso específico que los acreedores financieros en el pasivo de los balances de las bodegas con situaciones en distress, si lo comparamos con otro tipo de sectores», aclaran fuentes legales.
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