ENFERMEDADES | DÍA MUNDIAL DE LA DIABETES
La obesidad es un factor de riesgo clave para la diabetes tipo 2. A Manuel Jesús Martín, jovencísimo como él mismo admite (tiene 28 años), su médico de cabecera le venía advirtiendo que la cosa pintaba fea si no ponía remedio a un sobrepeso que llevaba años arrastrando. Llegó a tener un índice de masa corporal (IMC) superior a 43. Cualquier actividad se convertía en un desafío. Un día, en consulta, con 25 años, aquella médico tan «salada» le soltó la peor de las noticias: tenía prediabetes, lo que significa que los niveles de glucosa o azúcar en la sangre son más altos de lo normal, pero no lo suficientemente como para ser diabetes. «Fue la llamada de atención que necesitaba» admite.
[–>[–>[–>Manuel recrea su historia desde Madrid, a donde llegó con 18 años para trabajar, desde Jaén. Su recién estrenada independencia en la ciudad, dice, supuso un antes y un después. «Empecé en un trabajo bastante precario –en un ‘call center’– y con poco sueldo. Y ahí fue cuando empezó el ciclo de hábitos malos. Me salía más barato irme a un McDonald’s o a un Burger King a comerme una hamburguesa que algo saludable en un restaurante«, cuenta.
[–> [–>[–>«Tienes problemas y te acabas refugiando en la comida. Yo sufría ansiedad y abría una bolsa de patatas. Y, como estaba mal, me acababa comiendo tres o cuatro»
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Se alimentaba rápido y mal, reconoce, pese a que, en su casa familiar, recuerda, siempre se comió saludable. Engordó más de 30 kilos en pocos años. «Era probar dieta tras dieta y, al final, una sí funciona mientras la estás haciendo, pero si no cambias un hábito… no vale de nada. Hasta que fui a mi médica. Le dije lo que me pasaba. Me hizo una analítica. Me hablaron por primera vez de una prediabetes», explica.
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Susto
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Los peores presagios se cumplieron. Manuel no consiguió bajar el peso y el diagnóstico final llegó a las puertas del otoño de 2024. «Salí con ganas de llorar. Me hundí cuando, en la consulta, me dijeron que necesitaba medicación. Había pasado de una prediabetes a una diabetes. Eso ya era serio. Es verdad que la médico me dijo que era reversible si cambiaba los hábitos y, al final, fue lo que me motivó», explica este joven andaluz que trabaja en banca.
[–>[–>[–>Su abuela, por parte paterna, explica, es diabética tipo 1. Insulinodependiente. «Y, por parte de madre, mi otra abuela era diabética. Diría que como el 60% de la gente mayor. La ‘fatiguera’ del azúcar. Y a mi madre, ahora, con casi 60 años, también le han detectado una prediabetes. Posiblemente, haya algo de predisposición genética«, admite Manuel.
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Atacar el problema
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Tras su diagnóstico de 2024, Manuel empezó con tratamiento farmacológico. «Me derivaron también para que me viera la endocrina en el hospital. Y ahí me desesperé un poco porque me dieron una cita a los 9 meses. Una burrada. Mi gran problema venía por ansiedad y eso es lo que, ahora, he tratado con un psicólogo y un psiquiatra. Y hemos atacado al problema de raíz».
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[–>Empezó a cambiar de hábitos hace un año. Lleva 30 kilos perdidos, dice con orgullo, tras iniciar un programa en la clínica Yazen, donde un equipo de médicos, psicólogos, nutricionistas y entrenadores personales trabajaron con él de manera coordinada. Un año después, su evolución ha sido notable.
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Ha reducido su IMC a 34 y ha perdido 30 kilos. Además, sus niveles de glucosa se han estabilizado y ha disminuido su necesidad de medicación. Ahora siente que tiene el control. «No es solo bajar de peso; es vivir mejor, con energía y sin miedo a las consecuencias de mi enfermedad», asegura.
[–>[–>[–>«Gordofobia»
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Manuel habla de tiempos oscuros en los que no encontraba ropa de su talla para vestirse. De pedir ayuda médica y sentir que los profesionales le juzgaban o le daban «la típica dieta que ya han fotocopiado 200 veces, que casi ni se puede leer». De sufrir «gordofobia». De encontrarse mal. De no querer pensar, cuando supo que tenía diabetes, que, además, sumaba una enfermedad. Aunque el diagnóstico, repite, le hizo reaccionar.
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Yo no es que no quisiera comer bien, es que en ese momento no podía. Al final, generas unos malos hábitos y te refugias en la comida
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«La obesidad es como la diabetes. Una enfermedad. Y es bastante más compleja de lo que nos pensamos. No es que no quisiera comer bien, es que, en ese momento, no podía. Al final generas malos hábitos. Tienes problemas familiares, laborales y eso te provoca ansiedad. Me acababa refugiando en la comida. He tenido trastorno por atracón. Tenía ansiedad y abría una bolsa de patatas. Y, como lo había hecho mal, ya me acababa comiendo tres, cuatro… las que hiciera falta. Me pegaba unos atracones impresionantes«, explica.
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Hoy, a Manuel le va mucho mejor. Es otro, dice. «En el momento que obviamente mi situación es buena, adquiero hábitos buenos. Las cosas se mejoran. El problema es que todo el daño que ya te has hecho está ahí. Lo bueno es que yo estoy en un punto reversible», zanja con optimismo sobre la evolución de su diabetes.
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