Ex compañeros, entrenadores y directivos recuerdan a Javi Dorado: «Era una enorme persona»
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«El mejor consejo es no perder nunca el ánimo y rodearte de la gente que te quiere, da fuerza». Javier Dorado falleció ayer a los 48 años de edad. Importante defensa que brilló en la elite y del que disfrutó el Sporting en dos etapas distintas a inicios de siglo y durante un total de 152 partidos, la leucemia le obligó en los últimos años a enfrentarse al partido más importante.
Y ahí Dorado, «Javi» para todos, fue en todo momento un ejemplo de vida. De resiliencia. Y, sobre todo, de compañerismo. «Ayudar a través de mi experiencia es una motivación», confesaba en este periódico tras su cuarta recaída. En los últimos años de enfermedad, Dorado fue un defensor de la vida; un entusiasta y optimista que trató no solamente de contagiar a su entorno de vitalidad, sino también de mostrar que se puede afrontar la leucemia con energía a otros enfermos. Su legado es ya eterno. Hasta cinco veces tuvo que enfrentarse al cáncer el que fuera jugador rojiblanco. En verano de fue intervenido de un transplante de médula en el Hospital Son Espases de Mallorca.
Ayer el mundo del deporte, del fútbol, al que amaba, y su Sporting, al que seguía desde la distancia, lloraron la pérdida de un futbolista con una importante trayectoria –jugó en el Real Madrid o Mallorca, entre otros–, pero que aun brilló más por cómo fue como persona. Sus excompañeros en el Sporting durante aquellos años inicios del 2.000 recuerdan una figura «irrepetible».
La desolación entre quienes jugaron con él fue total durante un día en el que irremediablemente afloraron los recuerdos.
«Es una tristeza. Se va un gran compañero. Una gran persona. Un tipo amable, simpático, cercano… Aquí (en Gijón) caló fuerte. Era un gran tipo. Hace prácticamente un año su familia le hizo una sorpresa: venir a Gijón. Hacía tiempo que no venía. Estuvimos con él. Era un chaval excepcional», le recuerda conmocionado por la noticia el exatacante rojiblanco Raúl Lozano. «Tengo una gran tristeza. Era un gran jugador. Pero una enorme persona. Siempre estaba preocupado en ayudar a los demás, incluso más que a sí mismo. Era de los compañeros que siempre querías tener por su lealtad», dice aun muy afectado el que fuera portero del Sporting, Roberto Fernández.
«Es el compañero que todo el mundo querría tener en el vestuario. Eso explicaba la clase de persona que era», dice afectado el que fuera centrocampista del club gijonés, Juan Díaz. «Era un ejemplo como persona y como profesional», le destaca el excentrocampista del club gijonés Dani Borreguero.
«Es una tristeza tremenda. Era muy muy buena persona. Vino al Sporting en 2001, cuando era secretario técnico. Siempre tuvo un comportamiento excelente como persona. Y luego como futbolista evidentemente fue un grandísimo jugador. Nos dio muchísimo en aquellos años. Siempre es muy triste perder a alguien que conoces. Pero con Javi era especial, por su calidad como persona. Coincidí la última vez en Menorca hace unos tres o cuatro años. Ya sabía de la enfermedad. Pero él estaba luchando. Me mostró su optimismo y ganas de salir adelante. Que descanse en paz», apunta Eloy Olaya, clave en la contratación del defensa en forma de cedido en su primera etapa en la entidad, en 2001. «Mi más sinceras condolencias a su familia, amigos y a todos los que tuvimos el privilegio de compartir momentos con él. Su recuerdo y su calidad humana estarán siempre presentes. Descansa en paz, Javi», le despidió ayer en redes sociales Marcelino García Toral, uno de sus entrenadores en Gijón.
El Sporting se sumó ayer al dolor por el fallecimiento del exjugador y mostró su «pesar» por la pérdida. El club asturiano trasladó ayer a la familia del exjugador una corona. También tiene previsto homenajear al exjugador en el próximo encuentro en El Molinón, en el encuentro que los gijoneses disputarán ante el Racing de Santander, y donde el estadio guardará un minuto de silencio.
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