Israel mueve sus tropas a la frontera con Líbano
La cuestión ahora ya no es si ocurrirá, sino cuándo y cómo: las palabras del jefe de la región norte y también del jefe del Estado Mayor del Ejército israelí hoy miércoles y la presencia de miles de soldados -ayer se movilizaron dos brigadas de reserva- a lo largo de la línea azul anticipan una incursión terrestre en suelo libanés que podría ocurrir en las próximas horas o días. El jefe del Comando Norte, general Uri Gordin, advirtió ayer por la mañana que la guerra contra Hezbolá “ha entrado en una nueva fase”.
Mientras tanto, ayer se produjo una nueva oleada de bombardeos contra los intereses y miembros de Hezbolá en todo el Líbano, en particular en el valle de Bekaa, en el este y el sur, las dos zonas de este pequeño país donde la organización tiene más apoyo -su base es la población chií- y donde tiene su infraestructura militar. Por primera vez desde que comenzó el último episodio de la guerra de cuatro décadas entre Tel Aviv y Hezbolá el pasado mes de octubre, las fuerzas israelíes atacaron ayer pequeñas localidades de mayoría chií en el distrito predominantemente cristiano de Monte Líbano, en el centro del país. Según portavoces militares israelíes, las FDI alcanzaron con éxito un total de 280 objetivos de Hezbolá sólo ayer.
Después de dos días negros de récord -casi 600 muertos y miles de heridos-, el día de hoy también pasará a la historia del conflicto, porque al menos 51 personas perdieron la vida Como resultado del fuego israelí, varias decenas de personas resultaron heridas, según datos del Ministerio de Salud libanés.
Mientras tanto, la situación humanitaria en Líbano sigue deteriorándose tras tres días especialmente duros para la población. Decenas de miles de personas siguen abandonando sus hogares en el sur y el este del país -principalmente chiítas, pero también cristianas- en busca de refugio en la capital o en zonas del centro y norte aparentemente a salvo de los bombardeos. Naciones Unidas estimó ayer en 90.000 las personas que se han visto obligadas a abandonar sus hogares en los últimos cinco días de bombardeos israelíes. ONG locales e internacionales trabajan desde principios de semana para ofrecer alojamiento y comida en las escuelas a las familias que llegan del sur y de la Beqaa. El número de desplazados internos se eleva a 200.000 si se empiezan a registrar los hechos el 8 de octubre, horas después de la infiltración de las brigadas Al Qassam en Israel -que costó la vida a 1.200 personas-, cuando se produjo el primer ataque de Hezbolá al norte de Israel en apoyo de Hamás.
En su respuesta a los ataques aéreos de las FDI, Hezbolá dio un paso más ayer al lanzar, por primera vez, un misil balístico, un Qader-1, contra territorio israelí. Diseñado por Irán en 2007 y utilizado por primera vez por la República Islámica en 2015, los Qader-1 son capaces de viajar entre 1.600 a 1.950 kilómetros y tienen una carga útil de entre 750 y 800 kilogramos.
El proyectil impactó en Tel Aviv, que se encuentra a 100 kilómetros de la Línea Azul, y, según la milicia proiraní, acabó impactando en las instalaciones del Mossad en Glilot, donde se tomó la decisión de infiltrar los dispositivos de comunicaciones en posesión de sus miembros -una doble cadena de explosiones que dejó 42 muertos y centenares de heridos- el martes y miércoles de la semana pasada en el bastión de la organización de base chií de Dahiyeh en la capital, y en otros puntos del sur, la Bekaa y Siria. Según Tel Aviv, el proyectil fue interceptado por el sistema antimisiles y no causó daños materiales ni personales.
Además, decenas de cohetes -120 según Tel Aviv- lanzados por la organización chií libanesa -la mayoría de ellos interceptados por el sistema de defensa israelí- causaron heridas a dos israelíes que se encontraban en un kibutz del norte. Además, a última hora de la tarde, los medios israelíes informaron del ataque llevado a cabo por dos drones sobre la ciudad israelí de Eilat, a orillas del mar Rojo, una acción reivindicada por la Resistencia Islámica, una milicia chií con base en Irak y apoyada por Teherán.
Mientras tanto, en medio de la 79 Asamblea General de las Naciones Unidas, la diplomacia se afanaba la tarde del miércoles en intentar alcanzar un alto el fuego entre Israel y Hezbolá que impida una escalada total en Líbano y en toda la región. Mientras el presidente estadounidense, Joe Biden, consideraba “posible” una desescalada en Líbano y Gaza, el presidente del Parlamento libanés, Nabih Berri -principal mediador entre Hezbolá y la comunidad internacional- aseguraba ayer por la tarde que las próximas 24 horas serán decisivas para saber si la organización liderada por Hassan Nasrallah y el gobierno encabezado por Benjamin Netanyahu son capaces de alcanzar un cese temporal de las hostilidades. El diario libanés en lengua francesa L’Orient-Le Jour llevaba como principal titular, quizá más un deseo que una realidad, que Naciones Unidas trabaja actualmente para lograr una tregua de tres a cuatro semanas entre Tel Aviv y la milicia apoyada por Irán a partir de propuestas de Francia y Estados Unidos, que lideran las negociaciones.
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