Juan Ángel Rubio Ballesteros, un luchador por la justicia social
«Persona profundamente convencida de la justicia social», «solidario con los de aquí y los de allá», «internacionalista», «alguien encantador que es todo bondad», «con talante humano y grandes ideales», «republicano y comunista de siempre en lo político», son algunas de las expresiones que dedican algunos de los que mejor lo conocen a Manuel García Fonseca «el Polesu», histórico del PCA y de IU y activista del Comité de Solidaridad con la Causa Árabe, al que le acaban de otorgar el premio Juan Ángel Rubio Ballesteros, en su edición de 2025, que otorga la Sociedad Cultural Gijonesa. Su «larga trayectoria en defensa de los valores de la democracia, la tolerancia y especialmente su compromiso en defensa de la paz» es lo que ha hecho acreedor de este reconocimiento a «el Polesu», que es como lo llaman desde que ingresó en el Seminario para ordenarse sacerdote.
[–>[–>[–>Manuel García Fonseca nació el 13 de diciembre de 1939 en Pola de Siero y se crió en el barrio de Les Campes. Su padre, de derechas, era madreñero y tanto por parte materna como paterna la familia regentaba sidrerías. Es de «los Xingos» de la Pola, como se llama a todos los de una rama de la familia por la sidrería con el mismo nombre que había regentado un bisabuelo. Su familia habría querido que fuese marino y uno de sus abuelos lo llevaba a El Musel a ve los barcos. Sin embargo, la influencia de un sacerdote de La Pola, el jesuita Luis Vela, fue clave para que a los 17 años decidiera ingresar en el Seminario de Oviedo. En el Seminario fue donde adquirió sensibilidad social y también donde un amigo suyo, Villa Camino, le pusiera el apodo por el que todo el mundo le conoce; «el Polesu» o «el Pole».
[–> [–>[–>En el seminario estableció contacto con las Juventudes Obreras Cristianas (JOC) a través de Manuel Álvarez Ferrera, «Lito el de la Rebollada». En 1963 se ordenó sacerdote, tras lo que fue a París a estudiar sociología en al Instituto Católico de París, de los Jesuitas, años durante los que hizo un viaje en autoestop por Oriente Medio. En París , además de estudiar, daba misa y a la vez acudía a colaborar junto a otros sacerdotes impartiendo clases a una inmigrantes en una zona de chabolismo. Los estudios de sociología los completó en Madrid con dos años más. Tras regresar a Asturias, fue durante cinco años consiliario diocesano de la JOC, una etapa que en sus memorias, publicadas en 2014 por LA NUEVA ESPAÑA, recordaba como «los mejores años de mi vida».
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Fue del grupo de sacerdotes que defendían que los curas se ganaran la vida con otro trabajo, renunciando a la paga que entonces recibían del Estado, que no fuera obligatorio el celibato y que también pudieran militar políticamente.
[–>[–>[–>Siendo sacerdote inició una relación amorosa con quien años después se convirtió en su mujer, Tina Roces Parajón (quien durante años fue ATS en el Hospital de Cabueñes). Aquello no movió al entonces arzobispo, Gabino Díaz Merchán, con quien siempre tuvo muy buena relación, a pedir su secularización. Sí lo hizo cuando en marzo de 1977 «el Polesu» entró a formar parte del Comité Central del Partido Comunista de Asturias, en la primera conferencia regional que se celebró en Sama de Langreo. Entonces empezó a trabajar en Cáritas. Con el PCE había entrado en contacto a través de Vicente Álvarez Areces y Ángel León. Tras la fractura del partido en la conferencia de Perlora, en 1978, optó por quedarse y apoyar a Gerardo Iglesias.
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Manuel García Fonseca ocupó diversos cargos públicos, siempre poniendo como condición la temporalidad en los mismos. En la preautonomía, apoyó al consejero de Sanidad, Horacio Fernández Inguanzo, una de las personas que le marcaron y de la que es considerado su «heredero político» por quienes promovieron su candidatura al premio que ahora le han otorgado, que fue la Asociación Lázaro Cárdenas.
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[–>En 1982 fue, por oposición, el primer director de la Universidad Popular de Gijón. La puso en marcha, pero al año no le renovaron. Trabajó luego en la enseñanza, en Gijón y Salinas. En las elecciones generales de 1986, 1989 y 1993 fue elegido diputado por Asturias, primero por el PCE y luego por IU, dejando el cargo a mitad de la última legislatura para incorporarse en 1995 a su plaza como profesor en el instituto de Roces. Volvió a primera línea política en 2003, como vicenconsejero de la Consejería de Bienestar Social, también con la condición de dejarlo a mitad de mandato, como hizo.
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En su etapa como diputado, impulsó una Comisión Parlamentaria y elaboró un informe ratificado por todos los diputados que concluía que el asesinato de cinco jesuitas españoles y dos seglares en 1989 en El Salvador había sido inducido por las altas esferas. Acudió como testigo al juicio en el que fueron condenados militares por aquel crimen.
[–>[–>[–>«El Polesu» es uno de los dinamizadores del Comité de Solidaridad con la Causa Árabe, ahora enfrascado en denunciar el genocidio en Palestina. En su día también fue uno de los activistas que acudió a Irak como escudo humano para intentar frenar los bombardeos de Estados Unidos.
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Vive en Gijón, pero con el buen tiempo se va con su mujer a la casa que tienen en Nogales (Siero). Ya con nietos y lejos de la primera línea política, siempre acaba sacando como tema de conversación algún asunto relativo a la actualidad política en la tertulia que muchos viernes mantienen antiguos cargos públicos de IU de Gijón.
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