la frase del filósofo romano Cicerón para llevar una vida con sentido




Marco Tulio Cicerón Era un personaje cuanto menos curioso. Su nombre figura en cualquier facultad de filología, porque sus textos en latín constituyen una fantástica puerta de entrada al estudio de esta lengua. Fue un gran defensor de esta lengua que utilizó en su labor como abogado, sin despreciar la que era la lengua cultivada de Roma: el griego.
Pero su labor como abogado y defensor del latín no fue su única ocupación. Cicerón fue la prueba viviente de que, por la razón, la lógica y el pensamiento se alcanzan las virtudes más elevadas. Y es sobre este tema, finalmente liberado de su papel de abogado, que escribió al final de su vida en su Disputas tusculianasen el que resume su visión de la filosofía y nos deja la más importante de todas las lecciones: Vivere es cogitar.
“Vivir es pensar”
Empezamos casi por el final si nos acercamos rápidamente a una de sus frases más célebres: “vivere est cogitare”. vivir es pensar. Estas tres palabras aparecen reflejadas en el Libro V de su Disputas tusculianas que, por cierto, aborda Marco Junio Bruto, Uno de los asesinos más famosos de Julio César.
Vivir es pensar. A esta conclusión llega Cicerón en un texto en el que repasa todo lo heredado de pensadores anteriores, como Epicuro, Aristóteles, Sócrates o Platón. Al exponer sus ideas en cinco libros, alcanzó su punto máximo. Su máxima conclusión: vivir es pensar. Pero, ¿Qué quiere decir esto? Para entender esto, tenemos que volver al principio.
perder el miedo
Los seres humanos vivimos con miedo, nos explica Cicerón en su primer libro. Y lo es porque tiene miedo a la muerte. Su miedo, sin embargo, surge precisamente de la irreflexión.. Ésta es la primera defensa del razonamiento del filósofo romano.
La muerte no debería asustarnosafirma el pensador, porque, de hecho, incluso puede ser algo bueno. Si el alma sobrevive, explica, será feliz después de la muerte. Y si no, entonces no existir significa no poder sentir infelicidad o cualquier otro mal. Por tanto, detrás de la muerte no se esconde ningún mal. El mal es no pensar en ello, no pensar en su significado.
aceptar el dolor
Atacando el miedo más oscuro del hombre, la mayor causa de la desgracia de la humanidad, Cicerón avanza su Libro II para hablar de otro de los grandes males: el dolor
Cicerón defiende, como otros pensadores anteriores a él, esta filosofía”cura todos los males. El pensamiento reflexivo es la mejor herramienta para soportar la adversidad.
Algo parecido heredaríamos del pensamiento budista oriental, donde Buda desarrolló su teoría del aguijón. “El ser humano es el único animal que sufre dos veces” El Iluminado diría “porque siente el dolor de la picadura y, acto seguido, se arrepiente de haberla recibido”.
El pensador romano y el líder espiritual oriental coinciden en un hecho innegable: el mayor sufrimiento siempre surge de la mente. Todo dolor puede superarse si se controla el pensamiento.
Medicina del alma
Si el pensamiento puede ayudarnos a afrontar la muerte y el dolor, no hay duda de que es “medicina para el alma”explica Cicerón.
Sin embargo, el ser humano parece haberse centrado más en curar el cuerpo que la mente, afirma el filósofo. Y ese es un gran error. Desde su punto de vista, curar enfermedades del alma (envidia, vicio, ira, dolor, tristeza, ambición), solo necesitamos filosofia. Porque sólo quien es verdaderamente sabio puede evitar caer en estas aflicciones, manteniéndose firme ante las desgracias y las pasiones.
Es un pensamiento estoico. Esta rama de la filosofía recomendaba a sus seguidores evitar dedicar demasiado tiempo a intentar controlar el exterior y, en cambio, aprender a controlar el interior. Séneca, nacido 47 años después de la muerte del jurista romano, diría que “no hay que desear los fracasos, sino el coraje de soportarlos”.
somos lo que pensamos
El pensamiento, para Cicerón, podía ser origen del bien y del mal a partes iguales. Si ésta pudiera ser la medicina del alma cuando nace de la virtud, un error de juicio podría convertirse en veneno.
Esta idea también es muy estoica. Sería rescatada más de una década después por el emperador romano Marco Aurelio, quien escribió en su Meditaciones: «La felicidad en la vida depende de la calidad de los pensamientos.; Por tanto, mantente atento a estos y no permitas aquellos que sean inadecuados a la naturaleza de un ser racional y social.
Pero ¿adónde debería ir el pensamiento? El estoico abogado romano fue muy claro: hacia la virtud.
pensar es vivir
Si vivir es pensar, pensar es vivir. Y el que bien piensa vive bien. Por eso, para Cicerón, como para otros estoicos que vivieron antes y después de él, la virtud estaba en el centro de todo.
Cuando no sepas qué decisión tomar, cuando la mente se incline hacia pensamientos oscuros, elige la virtud. ¿Y qué es la virtud? Para Cicerón, como para el resto de los estoicos, la virtud se rige según cuatro puntos cardinales:
- Sabiduríalo que implica conocimiento y capacidad para tomar decisiones acertadas. Para discernir el bien del mal, el bien del mal, lo que podemos controlar y lo que no podemos controlar.
- Justiciaconsiderada la virtud fundamental, vinculada a la equidad y al deber para con la sociedad.
- Corajela capacidad de perseverar y actuar con valentía cuando las circunstancias lo exigen.
- Templanzaautocontrol, moderación en deseos y acciones. La capacidad de dominar las emociones y ser gobernado por la razón.
vivir es pensar
Las palabras de Cicerón nos invitan a vivir una vida virtuosa, asegurándonos que eso es suficiente para ser felices. José Carlos Ruiz, filósofo contemporáneo, retoma esta misma idea en una entrevista que concede a “Cuerpomente”. «Kant decía que la felicidad es el proceso que te acompaña a lo largo de la vida, cuando tratas la vida con virtud. » afirma el pensador.
Fue precisamente Kant quien salvó otra importante proclama latina: ‘Sapere aude’. Atrévete a saber.
y eso es todo Vivir sin pensar no es vivir. El ser humano ha recibido el don del pensamiento y, con él, el deber de reflexionar. Porque sólo a través de la reflexión podemos liberarnos de grandes males y descubrir que en el fondo es la virtud la que nos guía hacia la felicidad. Dormir cada noche sabiendo que hicimos lo mejor que pudimos es la mayor satisfacción.
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