Las calles venezolanas escenifican con manifestaciones el callejón sin salida del conflicto interno
Un mes después de las elecciones presidenciales más polémicas de la historia reciente venezolana todo parece estar en el mismo lugar incógnito. Las apariencias pueden engañar y bajo ese posible equívoco, el antimadurismo y el gobernante Partido Socialista Unido (PSUV) protagonizaron otra vez en Caracas dos marchas paralelas que también hablan de dos líneas que no se tocan porque, de lo contrario, todo podría explotar por los aires. La oposición reivindicó en la avenida Francisco Miranda, frente al coqueto Centro Comercial Lido, la victoria en las urnas del candidato de la Plataforma de Unidad Democrática (PUD), Edmundo González Urrutia. Como si participara de una «realidad paralela» a la de sus adversarios, el PSUV salió a la calle a «celebrar» la controvertida proclamación por parte del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) del triunfo de Nicolás Maduro.
«Se equivocan los que creen que el tiempo favorece al régimen, es todo lo contrario. Ellos se han vuelto tóxicos y nosotros avanzamos. Tenemos una estrategia robusta. Sabemos cómo administrar y hacer crecer nuestra fuerza. Esto no tiene vuelta a atrás», dijo la líder opositora, María Corina Machado, subida a un camión y rodeada de otros dirigentes de la PUD y su partido, el derechista Vente Venezuela. «Cumplimos un mes desde que tenemos un nuevo presidente«. Machado aseguró a los presentes que, si bien se atraviesa una «etapa dura» que no ha provocado sorpresas en las filas opositoras, porque estaba dentro de las previsiones, «hemos logrado convertir la causa por la libertad de Venezuela en una causa global». Una prueba de la fortaleza, añadió, es que «ni un solo Gobierno democrático del mundo ha reconocido el fraude. Esto es increíble».
El antimadurismo se ha ampliado, según la propia dirigente. «Muchos que estaban con duda se acercan, incluso testigos del chavismo que saben la verdad y no quieren ser cómplices de un robo. Hay una Venezuela que habiendo creído en (Hugo) Chávez no quiere imponer una farsa».
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Alcances de la represión
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De acuerdo con organismos defensores de derechos humanos, todavía se encuentran detenidas 1.780 personas por protestar contra la proclamación oficial de Maduro, primero por el Consejo Nacional Electoral (CNE) y luego por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), en ambos casos sin presentar las actas. De ese total, 1581 están en la cárcel desde el 29 de julio. La represión es capilar en Venezuela: se esparce por cada rincón de las ciudades. Machado llamó a sus seguidores a «cuidarse» frente a una «brutalidad» que alcanza también a los menores, «obligados a grabar videos alabando a Maduro». La Organización de Estados Americanos (OEA), de la cual Caracas no forma parte por decisión del Palacio de Miraflores, comenzó a tratar en Washington la situación represiva que se desató tras los comicios.
«No tenemos miedo», gritaron en la calle y Machado aseguró que el coraje social es consecuencia, entre otras razones, de que el Gobierno «quedó al descubierto» a pesar de que trató de buscar legitimidad ante el máximo tribunal y con mano de hierro frente a las protestas. Sin embargo, «al TSJ del horror le salió el tiro por la culata porque creían que, con esa decisión, que ni se puede llamar sentencia, iban a engañar a algunos países. Nadie aceptó esa trampa. No han presentado ni un papelito. Con una servilleta pretenden que se reconozca esa farsa«.
El discurso de este jueves no se diferenció en lo sustancial de intervenciones precedentes, en el mismo lugar de Caracas. Y por eso Machado finalizó nuevamente con una petición a las Fuerzas Armadas, el principal sostén de Maduro, a que desequilibren la disputa a favor de la oposición. «Saben lo que deben hacer en cumplimiento de la Constitución. Véanse frente a sus hijos, sus madres y esposas».
González Urrutia, quien ha desafiado dos citaciones judiciales del Fiscal General, Tarek William Saab, no se subió al camión desde donde Machado lanzó su arenga. El exdiplomático, cuyo paradero se desconoce, se pronunció desde la red social X: «Sé que estos últimos treinta días han sido duros, pero también han sido una prueba de nuestra unidad y determinación. Cada día que pasa, nuestra voz se hace más fuerte y nuestra lucha, más firme». Hace un mes «demostramos que la soberanía reside intransferiblemente en nuestro voto. ¡Hemos dejado claro ante el mundo la verdad de lo que ocurrió: el pueblo venezolano triunfó de manera abrumadora!». Según el abanderado de la PUD, los venezolanos «decidieron cambiar en paz y vivir mejor» y la oposición hará «que se respete su voluntad». González Urrutia prometió otra vez «una transición ordenada, en paz y con garantías para todos», con la módica ilusión de encontrar oídos receptivos entre los uniformados.
La larga marcha oficial
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El PSUV puso en funcionamiento su maquinaria en las calles caraqueñas y de otros estados. Diosdado Cabello, el timonel del partido oficial, había convocado a sus afiliados a manifestarse «con alegría, emoción, entusiasmo y en camaradería», no solo para festejar el dictamen del TSJ sino como una preparación de «lo que viene». Y «lo que viene» encuentra a Cabello en un puesto clave: al frente del ministerio del Interior y Justicia, con el control en sus manos de la policía, la Guardia Nacional que desde hace un mes patrullan las ciudades y los tribunales. Fiel a su estilo de lanzar denuncias de dudosa credibilidad durante su ciclo televisivo Con el mazo dando, Cabello acusó a «sectores de derecha» de haber provocado interrupciones del sistema eléctrico. «Saben que la agenda de la violencia está fracasando, que la agenda de la paz se está imponiendo».
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El madurismo ocupó la avenida Libertador, frente a la sede de Petróleos de Venezuela (Pdvsa). Su profusa columna pasó por el CNE y la avenida Urdaneta para acercarse hasta la sede del Ejecutivo. Maduro los esperaba para cantarse a sí mismo. Antes, el presidente visitó las obras de construcción de la Universidad de las Ciencias. Ante los trabajadores, recordó que el proceso que encabeza es una etapa superior de las luchas por la independencia. «Somos respetados como nación libre y soberana».
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