Los olores nos están matando
Con las palas extraen el barro de la calle aunque el problema es que acaban taponando las alcantarillas. Nuestra compañera de Antena 3 Noticias Isabel Goyanes presencia la limpieza de parte de los casi cinco millones de metros cúbicos de barro y lodos que se han extendido por la zona de la catástrofe. Esta es la cantidad que se necesitaría para pavimentar una carretera desde Madrid a través de toda Europa hasta Kiev, Ucrania, pero esta vez empieza a convertirse en uno de los mayores problemas. Es urgente ponerle fin. Por eso ya han empezado a trasladarlo a 9 canteras valencianas en 8 municipios (Bétera, Náquera, Riba-roja de Turia, Buñol, Corbera, Llaurí, Bellús y Azteneta d’Albaida).
Poco a poco, a veces con excesiva lentitud, el barro desaparece de casas y calles, pero acaba bajo tierra. Una solución para que no se acumule en la calle. Para evitar que se mezcle con el resto de residuos y provoque malos olores. Esto es de gran preocupación para los residentes de las zonas más afectadas por la DANA. Ven que si no se eliminan a tiempo pueden acabar afectando su salud provocando infecciones. «Los olores nos están matando», dice un hombre.
Se controlan manualmente más de 6.000 trampillas de alcantarillado para comprobar si el agua fluye o no. En la mayoría de ellos, el barro se ha solidificado y ha creado un tapón por el que no fluye el agua. 130 camiones cubanos trabajan en la zona para desatascarlo, tarea que primero consiste en romper nuevamente el lodo con agua a alta presión para que fluya, hasta que aparece otro problema: Los juncos arrastrados hacia los barrancos dificultan su salida natural.
Paiporta, la más preocupante
En paiportaes el que más te preocupa. El lodo superficial continúa acumulándose en las calles, provocando malos olores y requiriendo tratamientos para prevenir plagas de insectos y posibles infecciones. Los vecinos, que ya saben que no pueden tirarlo por el desagüe, tampoco tienen dónde hacerlo. El Ayuntamiento ha solicitado la instalación de contenedores donde se puedan depositar los lodos, pero por el momento, dicen, nadie les dice dónde ni cómo. En Benetússer lo hacen en obras o en bolsas de basura. Todos colaboran.
Si a los residentes les resulta difícil lidiar con el barro ya seco de la superficie, el barro bajo sus pies lo es aún más. La alcaldesa de la localidad, Maribel Albalat, ya ha lanzado más de una llamada de ayuda. De los 78 kilómetros de red de alcantarillado de la ciudad, 76 están obstruidos. Por eso en algunas casas como la de Carmen las aguas residuales no fluyen con normalidad.
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