por qué las plataformas son cada vez peores
Feeds plagados de comentarios polémicos de personajes a los que no sigues, promociones de ventas que no te interesan, resultados inútiles, publicidad por todos lados y chatbots de IA que nadie ha pedido. Habitar espacios digitales ha pasado de ser una experiencia fluida a una pesadilla para cada vez más usuarios. La decadencia de Google, Amazon, Facebook o TikTok tiene un nombre: enshittification (mierdificación, en español).
[–>[–>[–>El célebre término fue acuñado en 2022 por el periodista tecnológico, activista digital y prolífico autor de ciencia ficción Cory Doctorow. Su teoría sobre cómo las plataformas mueren —desarrollada en el nuevo ensayo Enshittification: Why Everything Suddenly Got Worse and What To Do About It (Verso Books, 2025)— se basa en tres sencillos pasos. Primero: portarse bien con los usuarios para engancharlos. Segundo: una vez retenidos, degradar su experiencia para beneficiar a clientes empresariales. Por ejemplo, con la inclusión de anuncios o con el rastreo de datos. Y tercero: con los clientes también atrapados, degradar sus servicios para maximizar los beneficios de los accionistas.
[–> [–>[–>El concepto enshittification, nombrado Palabra del Año 2023 por la American Dialect Society, ha servido para encapsular un problema universal: la erosión endémica de redes sociales y aplicaciones. Quizás por eso ha corrido cómo la pólvora. «La combinación de esta pequeña licencia a la vulgaridad y la crítica detallada parece haber sido una combinación muy acertada», explica Doctorow en una entrevista telefónica con EL PERIÓDICO con motivo de su participación en la Conferència Europea 4D, celebrada en Barcelona.
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Esa mierdificación, advierte, se está propagando más allá del sector tecnológico. «Existe una frustración generalizada porque muchas de las cosas que nos gustan están empeorando», asegura. El fenómeno se repite en ámbitos como el alimentario, el transporte o el farmacéutico.
[–>[–>[–>Consecuencia de los monopolios
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La degradación de los servicios es para Doctorow el síntoma de una enfermedad que está contagiando cada rincón del ecosistema digital, desde los iPhones a Tinder, llevándonos a lo que denomina el Enmierdoceno. El virus es la financiarización de la economía, que lleva a las compañías tecnológicas a pensar más en los intereses de los inversores que en los de sus usuarios. «Durante una generación, el neoliberalismo ha fomentado la idea que los monopolios son eficientes y que es perverso castigarlos por tener éxito», lamenta. «Lo que ocurre es fruto de la intersección entre la codicia y la falta de limitaciones, de disciplina», añade.
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Esa histórica impunidad explica que gigantes como Apple, Microsoft, Amazon, Google o Meta operen como imperios transnacionales y ostenten una influencia corporativa sin precedentes. Doctorow considera que los mecanismos llamados a corregir este problema, una combinación de competencia y regulación, «están fallando». La concentración de poder en manos de las Siete Magníficas —las empresas ya mencionadas, más Nvidia y Tesla— hace que sea «mucho más difícil regularlas eficazmente, porque pueden llegar a ser más grandes que sus reguladores. Y tienen tanto dinero que pueden hacer que la gente se trague sus mentiras«, advierte.
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[–>¿Hay alguna plataforma imune a esa infección? Para Doctorow, el mejor ejemplo de resistencia es Wikipedia: «No es que nunca sea mala, sino que cuando falla paga las consecuencias y está bajo una presión constante para mejorar».
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Más regulación
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El regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos ha supuesto un «gigantesco paso atrás» para la regulación de Silicon Valley, lo que está acentuando la degradación digital. Aun así, este fenómeno ha despertado un malestar global que está llevando a cada vez más países a tomar medidas vigorosas contra los monopolios de Internet, un fenómeno que «parece ser independiente de la ideología política». «El Estado chino trata a esas empresas no como aliadas en un proyecto de dominación mundial, sino como competidoras por el poder tanto a nivel nacional como mundial, y están tomando medidas para reducir su tamaño», explica Doctorow.
[–>[–>[–>En la Unión Europa, la Ley de Mercados Digitales está tratando de forzar a esas compañías para que sus servicios sean interoperables. Es decir, que el ususario pueda migrar sus datos de una plataforma a otra sin problema. Para Doctorow, romper ese jardín vallado es crucial. «Si las personas quieren más a sus amigos de lo que odian a Mark Zuckerberg, entonces pueden quedarse en Facebook porque les resulta difícil coordinarse con sus amigos para marcharse solos», analiza. «Eso explica que personas que pertenecen a minorías desfavorecidas y que están expuestas a muchos discursos de odio y acoso permanezcan en estos espacios tan hostiles».
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Solución radical
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Aun así, Doctorow también se muestra escéptico con el poder regulador de los estados frente a colosos corporativos milmillonarios. Y es que cuando la Comisión Europea ordenó a Apple permitir otros sistemas de pago y tiendas de aplicaciones para los propietarios de iPhone, la compañía amenazó con llevar el caso a los tribunales y obligar a Bruselas a litigiar durante 10 años. «Por muy bien intencionada que sea, la ley podría tardar mucho tiempo en surtir efecto, si es que alguna vez lo hace», lamenta.
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Como alternativa, el escritor propone una opción más radical: derogar la ley de propiedad intelectual impuesta por EEUU a sus socios comerciales, que prohíbe la ingeniería inversa, el proceso de desentrañar el funcionamiento de una tecnología para modificarla a tu antojo. Se podría acceder al algoritmo de Instagram o TikTok y retocarlo para alumbrar un producto más sano para la democracia. «Europa podría crear sus propias herramientas y exportarlas a consumidores de todo el mundo que deseen escapar de la ‘Big Tech'», sugiere.
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Apostar por esa solución, recalca Doctorow, es urgente. «Trump ha dejado muy claro que todos los países del mundo son rivales y competidores de EEUU y que, si no hacen lo que él les dice, ordenará a las empresas tecnológicas que los destruyan».
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