TURISMO CHINA | Los españoles regresan a China tras la exención del visado
Los mejores políglotas en Pekín están en el Mercado de la Seda, esa torre de babel consagrada durante décadas a conculcar los derechos de propiedad intelectual. Sus vendedores dominan una decena de lenguas, al menos sus rudimentos que permiten la llamada de atención al turista y las técnicas psicológicas durante la negociación. “Catalán tacaño”, decían años atrás a los españoles más tenaces en el regateo. El Mercado de la Seda, una de las principales atracciones turísticas de la capital, sufrió un doloroso barbecho durante la pandemia. La exención de visados a buena parte del globo ha devuelto el frenesí a esos angostos pasillos.
[–>[–>[–>Pekín anunció esta semana que ampliará hasta finales del año próximo la política a 45 países que expiraba en diciembre. Buena parte del mundo se beneficia: una treintena de naciones europeas, Corea del Sur y Japón, el sudeste asiático casi al pleno, los países del Golfo… Sus ciudadanos no necesitan visado para entrar en China y permanecer durante 30 días para turismo, negocios o visitas de familiares. Falta Estados Unidos, con la que China libra una guerra comercial, y África, a pesar de sus saludables vínculos.
[–> [–>[–>A China no le sirvió con abrir las puertas a principios de 2023, volados ya los diques de la política de cero covid, para atraer a turistas. En diciembre inició sus exenciones de visados a seis países y el programa creció con prisas. El flujo desde España se ha disparado desde entonces. En 2024 llegaron 157.000 turistas, según la embajada china en Madrid, aproximadamente el 95% de los que venían antes de la pandemia. El gran salto, señalan fuentes consulares, se notó a partir de verano. El caudal ha seguido aumentando. Las reservas para la presente temporada de invierno (de octubre a marzo) entre China y España en aerolíneas IATA, que concentran el 80% de los vuelos, revelan una aceleración del 43,7%, solo superada en Europa por Italia y Francia. Catalunya lidera el impulso, con un incremento del 60,9%, seguida de Madrid, con un 51,1%.
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El cambio con las redes sociales
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Varias razones explican el fenómeno. El visado es el más elemental: no era tan penoso su coste, una ridiculez en unas vacaciones transcontinentales, sino el trámite largo y presencial. Influye también el cambio de perspectiva. China nunca gozó de la mejor reputación global y los encierros pandémicos acabaron de hundirla. La juventud española crecida en las redes sociales, más informada y sin tantos prejuicios, ha descubierto un país excitante. «Algunos influencers españoles viene aquí e incluso elaboran guías de viaje muy detalladas sobre qué visitar cada día. Su mensaje está calando entre los jóvenes: los megapuentes, los paisajes que inspiraron a la película Avatar, Shenzhen…” enumera Jorge Rubio, consejero de Turismo de España en China. Shenzhen certifica la tendencia: esa ciudad costera, vecina de Hong Kong, padece una humedad criminal y carece de interés histórico porque treinta años atrás era apenas una aldea de pescadores. Pero hoy sintetiza el esplendor tecnológico nacional, sede de muchas compañías punteras, y los que antes buscaban el futuro en Tokyo lo encuentran ahora en la Sillicon Valley china.
[–>[–>[–>Las conexiones, subrayan desde la embajada, han sido imprescindibles. Desde las 28 frecuencias aéreas semanales de 2019, último ejercicio prepandémico, se ha llegado a las 61 actuales. Barcelona y Madrid disfrutan de vuelos directos con nueve ciudades chinas, desde las clásicas (Pekín, Shanghái y Hong Kong) a otras que, a pesar de superar los diez millones de habitantes, son ignoradas por el español medio (Hangzhou, Chengdú, Wenzhou…). La abundante oferta ha rebajado los precios y no cuesta encontrar gangas.
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Persisten algunos obstáculos como la barrera del idioma, sobre todo en las zonas rurales y ajenas a los circuitos turísticos, pero que puede aliviarse con paciencia y un traductor en el móvil. Tampoco ayuda un ecosistema tecnológico propio que ha desterrado el dinero en metálico . Basta con vincular la tarjeta bancaria a los sistemas de pago nacionales como Wechat o Alipay y descargarse una VPN para conectarse a las aplicaciones occidentales (Whatsapp, Facebook, Google…).
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[–>Son molestias minúsculas y ampliamente recompensadas por un país de cultura milenaria y gastronomía inabarcable, donde las pagodas alternan con rascacielos y se disfruta de una seguridad absoluta.
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