Turismo sénior: diversifica y es rentable
Según ONU Turismo, la antigua Organización Mundial del Turismo, en 2050 las personas de más de 60 años harán 2.000 millones de viajes internacionales. Solo el 6,2% de los visitantes a Barcelona tienen más de 55 años así que el margen de crecimiento de este segmento de turista es muy importante tanto por el envejecimiento de población en Europa como por la oferta de Catalunya, que incluye para los séniors mucho más que clima: turismo termal, cultural, deportivo, de salud y gastronómico que son cinco segmentos clave para este tipo de viajero y en los que la oferta catalana es imbatible por nuestros centros de salud privados, la constelación de estrellas Michelin y por los patrimonios de la humanidad tanto materiales como inmateriales que Catalunya ofrece en un diámetro muy reducido y accesible.
El turismo sénior es la mejor de las opciones para una ciudad como Barcelona. No hacen ruido, no hay botellón, tienen más poder adquisitivo y su estancia es más larga. Cuando hablamos de turismo sénior estamos ante los dos objetivos más ansiados tanto del sector privado como público: la desestacionalización y el ‘no sol y playa’. El turismo sénior, en definitiva, diversifica y es muy rentable.
El turista sénior o bien está jubilado o bien trabaja a tiempo parcial y, en consecuencia, viaja los 12 meses de año. El crecimiento de este tipo de visitante, buscando, por ejemplo, urbanizaciones asistidas o estancias superiores a una semana, ha llevado a muchos hoteles y apartamentos en la costa de Barcelona, tanto hacia Sitges como hacia el Maresme, a permanecer abiertos todo el año, aunque sea solo una parte de las instalaciones, y eso revitaliza municipios que hasta no hace tanto eran fantasmas durante el otoño y el invierno.
La Oktober Fest en Santa Susanna es una operación diseñada ya hace años para que los visitantes de países nórdicos alarguen la temporada de los hoteles y, con ellos, de otros servicios como restaurantes o equipamientos culturales. La posible celebración de la Ryder Cup en Caldes de Malavella en 2031 sería un atractivo innegable para este tipo de turismo.
El turismo sénior tiene sus exigencias. El viajero experimentado no está dispuesto a transigir con inconvenientes por los que sí pasa, con resignación, el público más joven. No quiere colas, busca calidad y necesita no tener barreras arquitectónicas.
Pensar en turismo sénior no es pensar en turismo aburrido, es pensar en turismo de calidad. El visitante sénior llega esencialmente en avión o en barco. Los cruceros no tienen buena prensa entre la opinión pública ni entre las autoridades, pero a quien viaja en ellos, especialmente entre octubre y mayo, debemos recibirlos con los brazos abiertos.
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Los viajeros que peinan canas no solo son exigentes por la edad, lo son también porque más del 50% de ellos visitan nuestro país por segunda o tercera vez. Un belga medio puede visitar España cuatro veces a lo largo de su vida y cada vez busca una experiencia única e irrepetible para tener una excusa para volver. Solo tenemos que hacer una cosa: crear la infraestructura y servicios que le pongan fácil su decisión de repetir.
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