Una prueba extrema y dura
En el feudo extremeño, que durante décadas fue cortijo, el PSOE ha tomado una controvertida decisión, extrema y dura: presentar como candidato a la poltrona regional a un imputado. Y a nadie se le cae la cara de vergüenza. Menos aún al muñidor de la maniobra, seguramente orquestada para protegerse a sí mismo y a su hermano, también encaminado al banquillo con música de violines.
[–>[–>[–>Como diría el maestro Puente, acudamos al Canal Historia: el PSOE fue el partido más votado en diez de las once convocatorias autonómicas entre 1983 y 2023. Rodríguez Ibarra presentó en aquel granero el mejor palmarés de la democracia española: siete elecciones consecutivas superando en cinco de ellas el 50% de los votos. Le sucedió Fernández Vara: más de lo mismo. Esa hegemonía asombrosa se ha diluido como azucarillo.
[–> [–>[–>El tal Gallardo, imputado por corrupción que intentó aforarse por las bravas para evitar el juzgado de primera instancia de brazos del hermanísimo, encabezará el cartel. De esta forma tendrá garantizado el aforamiento y tanto él como el director de orquesta fallido tardarán más tiempo en sentarse en el banquillo de los acusados, por chanchulleros. Y así, si Sánchez decide adelantar las elecciones, no le estallará en las manos la probable sentencia condenatoria de su propio hermano. Y a los extremeños, que les vayan dando.
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El lema de la campaña socialista reza así: “Hazlo o lo harán”. El PP debería responder con una frase lapidaria a la contra: “¿Cómo lo vas a hacer después de lo que ellos han hecho?”.
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