Economia

Vox, ni liberal ni social

Vox, ni liberal ni social
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  • Publisheddiciembre 8, 2025



Cuando Iván Espinosa de los Monteros. abandono vozSe llevó consigo algo más que un nombre ilustre: con él desapareció la única voz que defendía, con cierta coherencia, el liberalismo económico dentro del partido. Su salida ha despejado el camino para una deriva intervencionista que ya no se oculta. Carlos Hernández Quero, nueva figura en ascenso, representa este cambio con especial claridad.

Quero propone restringir la compra de viviendas por parte de extranjeros no residentes y establecer una fiscalidad más gravosa para ellos que para los nacionales. También defendió relanzar la vivienda protegida, pero sólo para españoles. A primera vista, se trata de un discurso que busca proteger a la clase media nacional. En realidad, encarna una forma de proteccionismo nativista que contradice los principios básicos de una economía libre y abierta que distribuyó tanta prosperidad.

Estas ideas pueden parecer populares para oídos desesperados, pero perjudicarán a millones de españoles que son propietarios y que podrían ver el valor de sus activos convertirse en la ruleta rusa si se restringe la demanda. Incluso la posibilidad de rentabilizarlas mediante el alquiler estaría condicionada por un entorno regulatorio donde a la hostilidad de la extrema derecha se sumaría la que el sanchismo ya ha logrado plasmar en las leyes actuales. Vale la pena recordarlo en un país donde la vivienda constituye el principal ahorro familiar y el sustento patrimonial de varias generaciones.

Estamos ante una reedición del nacionalismo económico: un Estado fuerte, propiedad subordinada al interés colectivo, desconfianza hacia el inversor y nostalgia por el orden tradicional. Vox no propone un Estado menos, sino otro Estado, muy parecido al que está forjando Sánchez: uno que interfiera en los mercados para preservar una idea amurallada de comunidad. Sus promesas de recortes de impuestos tampoco son liberales, sino más bien expresiones de antipolítica. No se trata de reducir impuestos para aumentar la libertad individual, sino de castigar al Estado que supuestamente ha sido capturado por ‘la casta’ o los ‘globalistas’. La crítica al gasto no proviene de un deseo racionalizador, sino de una pulsión punitiva y simbólica.

Ese mensaje, sin embargo, seduce a una clase media atrapada entre la presión fiscal del Gobierno y la imparable erosión de los ingresos salariales. Vox ha sabido capitalizar este malestar con un discurso emotivo, mientras que el PÁGINAS sigue anclado en la tecnocracia y el cálculo. Si no reaccionan pronto con un lenguaje firme, perderán a un votante que todavía aspira a conservar lo que es suyo, pero ya no espera que nadie se lo garantice.

Vox no quiere liberar al ciudadano, sino sustituir al adversario en la gestión del poder. No persigue una sociedad de individuos responsables, sino una comunidad cerrada y jerárquica. El resultado no es libertad, sino dirigismo con acento patriótico. Ni liberal ni social: simplemente, antiliberal. jmüller@abc.es



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