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41 días de parálisis y desgaste político

41 días de parálisis y desgaste político
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  • Publishednoviembre 10, 2025




Por primera vez en más de cuatro décadas, Estados Unidos ha experimentado El cierre gubernamental más largo de la historia.. Son 41 días de parálisis institucional, crisis política y un costo humano y económico que aún se mide en números y desconfianza. Este lunes, el Senado estadounidense se reunió nuevamente para intentar aprobar un proyecto de ley que permitiría reabrir el gobierno federal, tras semanas de bloqueo entre republicanos y demócratas.

Todo empezó el 1 de octubre, cuando los legisladores no lograron aprobar los doce proyectos de gasto que mantienen al Estado en funcionamiento. Los republicanos, con mayoría en la Cámara de Representantes, propusieron una resolución temporal para financiar al Gobierno hasta noviembre. Los demócratas lo rechazaron y exigieron incluir la extensión de los subsidios al seguro médico en el marco del Ley de Atención Médica Asequible (Obamacare), a punto de expirar a finales de año.

El conflicto provocó el cierre parcial del Gobierno, que dejó sin salario a unos 750.000 empleados federalesparalizó servicios públicos esenciales y generó un impacto estimado de más de 14 mil millones de dólares en pérdidas económicas. Las aerolíneas enfrentaron retrasos y cancelaciones masivas; los parques nacionales cerraron sus puertas; y programas sociales como WIC, que beneficia a mujeres y niños de bajos ingresos, comenzaron a quedarse sin fondos.

Con el paso de las semanas, la tensión política se tradujo en desgaste social. Trabajadores públicos protestaron frente a edificios federales, mientras sindicatos y gobernadores de varios estados exigían una solución inmediata. Los efectos del cierre, advierten los analistas, podría sentirse durante meses.

El presidente Donald Trump, lejos de suavizar su tono, generó polémica este lunes al exigir en las redes sociales que los controladores aéreos «vuelvan a trabajar inmediatamente» y amenazar con sanciones para quienes no lo hicieran. En un mensaje que provocó más confrontación que empatía, prometió un bono de 10.000 dólares los que seguían trabajando sin paga, a los que llamó «verdaderos patriotas», y pidió la dimisión de los que «sólo se quejaban».

Mientras tanto, las compañías aéreas advirtieron de un riesgo inminente: «el tráfico aéreo está al borde del colapso», afirmó un portavoz de la Asociación Nacional de Controladores Aéreos. Casi la mitad de los vuelos nacionales sufrió retrasos o cancelaciones durante el fin de semana.

La grieta en el Partido Demócrata

En el Congreso el pulso político se intensificó. El domingo por la noche, ocho senadores demócratas, incluidos Tim Kaine, Dick Durbin y Maggie Hassan– rompieron su disciplina partidista y votaron con los republicanos para avanzar en un proyecto de financiación temporal hasta el 30 de enero de 2026.

El paquete incluye fondos para el Departamento de Asuntos de Veteranos, Agricultura y la Legislatura, además de garantizar el pago retroactivo de salarios a los empleados federales despedidos o suspendidos. También impide que la Administración Trump lleve a cabo despidos masivos hasta enero. A cambio, los demócratas obtuvieron la promesa de una votación separada sobre los subsidios sanitarios, aunque todo indica que esta votación será simbólica: sin el apoyo republicano, no tendrá éxito.

El voto de esos ocho senadores –entre ellos el independiente Angus King, que reconoció que “la estrategia inicial había fracasado”– abrió una grieta en el bloque demócrata. «Después de seis semanas de intentos fallidos, la carretera no funcionaba», admitió King. Otros, como el congresista Ro Khannafueron más duros: «Si el líder Schumer no puede evitar que aumenten las primas de salud, ¿a qué liderazgo está él?» escribió en la red X.

El tono triunfalista de los republicanos

Del otro lado del espectro, el presidente de la Cámara de Representantes, Michael Johnsoncelebró el cambio de postura de la oposición: «Agradecemos a los siete demócratas y al senador independiente que hicieron lo correcto. Eligieron los principios sobre la política personal«, declaró en una rueda de prensa en la que, significativamente, se negó a responder a las preguntas de la prensa.

Johnson prometió convocar inmediatamente a los legisladores de la Cámara Baja tan pronto como el Senado apruebe el texto final. «Daremos un aviso oficial con 36 horas de antelación para votar lo antes posible y enviaremos el proyecto al escritorio del presidente», dijo. «Nuestra larga ‘pesadilla nacional’ está llegando a su fin.» A su lado, el líder de la mayoría del Senado, Juan Thune, Imploró no obstaculizar la votación final: «Espero que sean horas, no días. El pueblo americano ya ha sufrido demasiado».

El cierre de 2025 no sólo supera el récord de 2019—cuando El Gobierno permaneció paralizado durante 35 días durante la presidencia de Trump, pero también deja cicatrices más profundas. Esta vez, el enfrentamiento no se centró en un muro fronterizo o una política migratoria, sino en el modelo de Estado: Cuánto debería gastar el Gobierno y en qué debería hacerlo.

Para muchos ciudadanos, el episodio ha sido una prueba de fuego de la fragilidad institucional estadounidense. Aunque la reapertura parece inminente, los analistas advierten que Las tensiones podrían regresar en enero.cuando expire la nueva prórroga presupuestaria. La falta de un acuerdo estructural sobre subsidios sanitarios y política fiscal predice otro choque antes de las próximas elecciones legislativas.

Repercusiones más allá de Washington

Las consecuencias no se limitan a Estados Unidos. Un cierre tan prolongado también afecta la cooperación internacional, incluidas agencias como USAID y programas de asistencia en América Latina. Los retrasos en transferencias, proyectos de desarrollo o donaciones técnicas pueden generar un efecto dominó en los países socios. En los mercados la incertidumbre también ha dejado su huella: El índice Nasdaq cayó 3% durante octubre y el dólar se debilitó frente al euro y el yen, reflejo del nerviosismo ante un Estado que, por poderoso que sea, puede paralizarse por completo.

Mientras los senadores se preparan para votar el proyecto de ley final, el sentimiento general es de alivio, pero no de triunfo. El cierre ha revelado el grado de disfunción del sistema político estadounidense: un Gobierno atrapado entre dos partidos que, incluso ante el sufrimiento de millones, priorizan los cálculos electorales.



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