La joven quemada por su expareja en Vigo: «Me quedé quieta, ardiendo, y se fue»
«Yo tenía dos opciones, o quedarme quieta y morirme o si él pensaba que yo estaba muerta se iría. Y así fue, no había mucho margen de maniobra. Me di cuenta de que estaba ahí esperando, pues me quedé quieta, ardiendo y se fue». Entereza, coraje, valentía, arrojo… son substantivos que definen el carácter fuerte y luchador de Yohanna Comesaña, la joven de 29 años que el pasado 14 de septiembre fue rociada con gasolina a las puertas de su casa en Valladares por su ex pareja Borja Rial, en prisión provisional por estos hechos. Dos meses de hospital, múltiples intervenciones y varias sesiones de rehabilitación después, Yohanna ha querido relatar a Faro de Vigo no solo el horror vivido aquella mañana, sino el ánimo y el valor que tiene para seguir adelante, para recuperarse aunque cueste y para volver a ser ella. «El estar viva ya me parece la leche», celebra.
Pese a la gravedad de las lesiones, que le provocaron quemaduras en casi toda la parte superior del cuerpo, recuerda perfectamente lo sucedido y, aunque sorprenda, no es esto lo que más dolor le causa: «Relato bien lo que pasó, pero pensar que él pueda salir en algún momento me crea muchísima ansiedad. Me genera ataques de ansiedad que pueda volver a encontrármelo o que salga y venga a por mí o a por otra persona. Eso me da más ansiedad que el revivir lo que me pasó».
Sus recuerdos van más allá de los propios hechos, porque esas sensaciones vividas se le repiten con más frecuencia de la deseada. «Recuerdo perfectamente la sensación cuando lo vi ahí. Me quedé paralizada, y de hecho ahora me está pasando que tengo los injertos de la piel de las operaciones tan sensibles que a veces me dan calambrazos y es la misma sensación que cuando yo estaba en llamas. Noto lo mismo, y me da miedo, es la misma sensación. Es como revivirlo constantemente, noto ese calor. Es una sensación muy rara, según los médicos son los nervios que se quieren reactivar. Pero es desagradable, es revivirlo todo; la misma sensación que estar en llamas», cuenta Comesaña.
Los meses ingresada y varias operaciones después marcan ahora su día a día, más limitados, con inseguridades pero también con esperanza. «Mi día a día es levantarme para ir a rehabilitación y de ahí a casa. Tengo muchas ganas de volver a empezar, pero ya me dijeron los médicos que esto va para largo y es algo que me angustia un poco; el sol no me puede dar, no puedo conducir, me veo al espejo y me encuentro mal, me da vergüenza, me tuvieron que rapar el pelo para tratar de protegerme de infecciones; me siento forzada a tener este aspecto. Me siento animada de cara a poder recuperarme cuanto antes pero bien, bien no me siento. Me miro sin la ropa y las marcas y las cicatrices… me veo fatal. Sé que es parte de la recuperación, pero sería distinto si por ejemplo lo mío hubiese sido por un accidente de tráfico; diría pues mala suerte, pero lo mío fue un ataque, un forzarme a estar así. Siento que no consiguió acabar conmigo, pero estoy forzada a estar jodida por culpa de él», relata Yohanna, que ayer declaró ante el juez de Violencia sobre la Mujer nº 1 de Vigo que instruye la causa.
No me duele el pasado, eso pasó y pasó; me angustia pensar que cuando salga venga por mí
A veces me dan calambrazos y lo revivo; es la misma sensación que cuando estaba en llamas
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Reconoce que por el hecho de que fuese un ataque intencionado, a propósito, las heridas emocionales tardarán mucho más en sanar. «Yo pienso que si hubiera sido mala suerte lo llevaría de otra manera. Pero una persona vino a por mí e hizo conmigo lo que quiso, no consiguió el fin que buscaba pero me ha fastidiado un par de años de mi vida. Por suerte estoy viva y puedo contarlo», admite con gran determinación la joven.
Apoyo familiar
Un gran apoyo para Yohanna es, sin duda, su familia. La ayudan con sus quehaceres diarios y la auxiliaron en el momento de los hechos, al permanecer consciente durante todo el trayecto hasta el hospital. «Mi familia sabía lo que había ocurrido porque yo en el coche de camino al hospital les conté lo que pasó. Muchos detalles que no sabían se los dije después y quedaron asombrados», cuenta, a la vez que concluye su relato con su despertar en el hospital.
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«Lo último que recuerdo de ese día es cuando me intubaron en el hospital. Al despertar estaba desorientada, una enfermera me llamó por mi nombre y me dijo el día que era y me quedé… yo lo pasé muy mal, tuve sueños paranoicos, pesadillas. Solo me podía expresar por gestos, no se me entendía; me frustraba mucho. Lloraba y lloraba, por impotencia y rabia, hasta mover la boca me cuesta; estoy limitada pero viva», sentencia Yohanna con un aplomo que no hace sino convencer a todos los que la rodean de su pronta recuperación.
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