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¿Eres de Mozart, de Bach o de jazz? Hay una explicación matemática

¿Eres de Mozart, de Bach o de jazz? Hay una explicación matemática
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  • Publishednoviembre 22, 2024


La clave es cuánto somos capaces de predecir sobre la pieza, y en qué medida nos sorprende, lo que produce diferentes emociones.

Todo el mundo sabe que la música puede evocar emociones. Pero ¿cómo surgen estas emociones y qué da sentido a la música? Hace casi 70 años, el filósofo musical Leonard Meyer sugirió que ambos se deben a una interacción entre expectativa y sorpresa.

A lo largo de la evolución, los humanos aprendieron a hacer predicciones basadas en experiencias previas, lo cual es clave para la supervivencia. Este mismo mecanismo nos permite anticipar cómo se desarrollará una pieza musical a partir de lo que ya hemos escuchado. Según Meyer, las emociones en la música aparecen cuando nuestras expectativas se cumplen o no (aunque sea temporalmente).

Un grupo de científicos dirigido por Theo Geisel, del Instituto Max Planck y de la Universidad de Göttingen, quiso comprobar si esta idea filosófica se podía medir con modernas herramientas de análisis de datos. En un estudio publicado en Nature Communications, analizaron secuencias de notas en piezas musicales utilizando un método llamado análisis de series de tiempo. Esto les permitió calcular la «memoria» de una pieza musical, es decir, qué tan similar es una secuencia de notas a otras anteriores. Si la memoria disminuye lentamente, la música es más predecible; Si se desvanece rápidamente, ofrece más sorpresas.

Los investigadores analizaron más de 450 improvisaciones de jazz y 99 composiciones clásicas, como sinfonías y sonatas. Descubrieron que las secuencias musicales tienden a ser predecibles al principio, pero llega un momento en que esta previsibilidad desaparece abruptamente. Este «límite» marca la transición de una música más predecible a otra completamente impredecible.

Un dato interesante es que este límite, llamado «tiempo de transición», varía según la obra. Por ejemplo, en las improvisaciones de jazz, este cambio se produce más rápidamente, lo que las hace menos predecibles. En las composiciones clásicas, los tiempos de transición son más largos y varían entre compositores. En las obras de Johann Sebastian Bach los tiempos de transición oscilaban entre cinco y doce negras, mientras que en las de Mozart oscilaban entre ocho y 22 negras. Esto sugiere que la música de Mozart mantiene las expectativas por más tiempo que la de Bach, que tiende a sorprender más.

Theo Geisel, líder del proyecto, relaciona estos hallazgos con su experiencia personal. «En mi juventud escandalicé a mi profesor de música y director de orquesta de nuestra escuela secundaria diciéndole que a menudo no podía mostrar mucho entusiasmo por las composiciones de Mozart», dice. «Con los tiempos de transición entre comportamientos altamente correlacionados y no correlacionados, ahora hemos encontrado una medida cuantitativa de la variabilidad de las piezas musicales, lo que me ayuda a comprender por qué me gustaba más Bach que Mozart».

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