La gente mayor necesita bajar a la calle a socializar
Cuando han pasado más de tres semanas desde que el desbordamiento de varios barrancos arrasara con varios municipios de l’Horta Sud, los ayuntamientos empiezan a preocuparse por un problema que hasta el momento había pasado a un segundo plano. Las toneladas de residuos y las montañas de coches impidieron que durante varios días muchas personas pudieran circular por las calles.
Sin embargo, casi un mes después, los daños que el agua ha provocado en los ascensores de muchas comunidades de vecinos están obligando a que personas mayores o con movilidad reducida se vean obligadas a autoconfinarse, un problema que ahora se ha puesto en evidencia y que los familiares temen que pueda dejarles secuelas irreparables de cara al futuro.
Primer paseo tras la DANA
José, vecino de Aldaia, salía a la calle este miércoles por primera vez desde el pasado 29 de octubre. El hombre, con movilidad reducida y en silla de ruedas, se ha visto privado de los paseos que daba a diario con su mujer Josefina porque el elevador está inoperativo por los daños provocados en el sistema eléctrico tras la riada.
«Antes salía todos los días para ir a rehabilitación, pero ahora tienen que venir a darle el tratamiento en casa», señala su mujer, que confiesa que ha tenido que pedir ayuda a los voluntarios de Cruz Roja «para poder subirlo y bajarlo, porque yo sola no puedo». Situación similar la de Amparo Sánchez, vecina de Catarroja cuya hija, con un elevado grado de dependencia, no ha podido salir a la calle hasta este viernes. «El sistema eléctrico del ascensor está en la parte de arriba del edificio, pero como el hueco estaba todavía inundado, hasta que no han terminado de sacar el agua no han podido volver a ponerlo en marcha y mi hija se tenía que quedar encerrada en casa», explica la mujer.
Subir la compra en varios viajes
Menos suerte tiene el señor Ramón en Aldaia, que al seguir sin funcionar el ascensor permanece todavía encerrado en su casa desde hace más de tres semanas. A sus 80 años, el hombre no daba grandes paseos, admiten sus familiares, «pero salía todos los días a la calle y daba una vuelta por la zona». Un gesto que le permitía ejercitar los músculos y mantenerse activo, y que ahora temen que de no solucionarse pronto «le pueda afectar a la poca movilidad que tenía».
Por su parte, Paquita y Encarna salen «lo justo», «para hacer la compra o ir a la farmacia». Las mujeres confiesan que salir a la calle se ha convertido en un «suplicio» porque «tenemos que subir dos pisos andando», algo que se les hace «muy pesado», sobre todo cuando vuelven del supermercado. «Lo que hacemos es dejar las bolsas en el patio y vamos haciendo viajes, pero claro, al final tenemos que subir y bajar dos o tres veces», cuentan.
«Los mayores necesitan socializar»
El alcalde de Aldaia, Guillermo Luján, ha mostrado preocupación por este asunto, por lo que hace un llamamiento a las compañías de seguros «para que arrimen el hombro y ayuden a los vecinos a sacar los vehículos de los garajes y poder reparar los ascensores». En este sentido, el primer edil insiste en la necesidad de resolver el problema «cuanto antes» porque «el Covid nos enseñó muchas cosas, entre ellas que la gente mayor necesita bajar a la calle a socializar».
Por su parte, las comunidades de vecinos han comenzado a contactar con empresas para pedir presupuestos y entregárselos los peritos para poder proceder a la reparación. Sin embargo, alertan que el Consorcio de Seguros, quien a priori deberá asumir el coste de las facturas, «dispone de 180 días para ingresarlo». Un tiempo que los vecinos «no podemos esperar», por lo que algunas comunidades ya barajan la posibilidad de que sean los vecinos los que desembolsen el importe para agilizar el trámite «y cuando nos lo ingresen repartirlo».
Las comunidades lo fijan como prioridad
Así con todo, vecinos de una comunidad de Aldaia cuentan que en su caso «hemos consultado con dos empresas, y una de ellas nos ha dado facilidades para aplazar el pago y poder retrasarlo unos meses«, aunque insisten, «eso depende de cada compañía, porque entiendo que ellos no pueden vivir de caridad».
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En su caso, los daños han afectado también al sistema eléctrico del edificio, a la pintura y a la cerrajería, lo que eleva a varios miles de euros las reparaciones. Sin embargo, inciden que en estos momentos «la prioridad es arreglar los ascensores, porque el resto puede esperar».
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