avances y desafíos en la lucha contra el cambio climático
La COP29, celebrada en Bakú, Azerbaiyán, dejó algunas señales positivas, aunque También demostró lo lejos que estamos de cerrar la brecha entre lo que se necesita y lo que realmente se logra.. En un contexto donde los impactos del cambio climático son cada vez más tangibles, las discusiones giraron principalmente en torno a cómo financiar la mitigación, la adaptación y la gestión de pérdidas y daños. El financiamiento climático se reafirma como un eje crítico para cualquier avance significativo.
La realidad es que, a pesar de las buenas intenciones, las emisiones globales siguen aumentando debido a nuestra dependencia de los combustibles fósiles. El objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5°C parece cada vez más inalcanzable. Esto plantea preguntas incómodas sobre el papel de estas reuniones multilaterales y nos lleva a pensar si alternativas, como el compromiso con los mercados, la tecnología y la presión ciudadana, podrían ser los verdaderos motores del cambio en los próximos años.
Él impacto económico El cambio climático no es una cuestión teórica: las pérdidas causadas por desastres naturales están aumentando a un ritmo preocupante. Según datos recientes, estas pérdidas se han disparado en las últimas décadas, con miles de millones de euros en daños anuales. La Encuesta sobre el Clima del Banco Europeo de Inversiones muestra que más del 85% de los europeos consideran urgente invertir en adaptación climática, algo que tiene sentido financiero. Por cada euro invertido en prevención, se ahorran entre cinco y siete euros en futuras reparaciones.
Sin embargo, este enfoque preventivo choca con una realidad preocupante: financiación La corriente está muy por debajo de lo necesario. La COP29 intentó abordar esta cuestión estableciendo un nuevo objetivo colectivo de financiación climática: 300.000 millones de dólares anuales para 2035.
Si bien es un paso adelante, sigue siendo solo una fracción de los 1,3 billones de dólares anuales que, según los expertos, son necesarios para limitar los daños y promover los objetivos climáticos.
Los fenómenos meteorológicos extremos, como olas de calor, tormentas y sequías, se están convirtiendo en la nueva normalidad, con efectos devastadores. El Fondo de Pérdidas y Daños, creado en la COP27, recibió un nuevo impulso en Bakú, aunque sigue siendo una promesa más que una realidad operativa. Aquí, El gran desafío será garantizar que el dinero llegue realmente a los países más vulnerables, quienes a menudo enfrentan enormes barreras para acceder a fondos.
En este contexto, los países desarrollados han propuesto aumentar los flujos financieros con una combinación de fondos públicos, préstamos concesionales y coinversiones del sector privado. Además, surgieron ideas para diversificar las fuentes de financiación, como los impuestos al plástico, los vuelos frecuentes o incluso las criptomonedas.
Sin embargo, la falta de claridad sobre lo que se considera “financiación climática” y la ausencia de compromisos detallados siguen planteando dudas sobre la eficacia de este acuerdo.
Los fenómenos meteorológicos extremos, como olas de calor, tormentas y sequías, se están convirtiendo en la nueva normalidad, con impactos devastadores.
La COP29 también dejó avances en el mercados de carbonoque están empezando a recuperar cierta credibilidad tras años de escepticismo. Las nuevas normas aprobadas buscan aumentar la transparencia y la eficiencia, evitando la doble contabilidad y asegurando que los proyectos respeten los derechos humanos. Estas medidas permiten a los países y empresas comprar créditos para reducir o evitar emisiones en otras jurisdicciones, integrando estas acciones en sus compromisos climáticos.
El sector privado desempeña un papel crucial en estos mercados. Aunque históricamente han enfrentado críticas por la falta de resultados tangibles, el creciente interés empresarial y las nuevas reglas pueden convertirlos en una herramienta más sólida para canalizar inversiones hacia proyectos de mitigación.
Más allá de los compromisos gubernamentales, el iniciativas publico-privadas Están ganando peso. Propuestas como la Declaración de Acción Digital Verde o la Declaración del Hidrógeno Verde resaltan el potencial de la tecnología y la colaboración para reducir las emisiones y transformar sectores clave. Si bien estas iniciativas no tienen el peso de los acuerdos multilaterales, ofrecen un camino interesante para movilizar recursos y promover la innovación climática.
La COP29 dejó un sabor agridulce: algunos avances importantes, pero muchas promesas que aún no se han cumplido. El desafío ahora será convertir estos compromisos en acciones concretas que realmente marquen la diferencia. La próxima COP, en Brasil, será una prueba clave para medir el progreso y ajustar las estrategias globales.
Como dicen, «eppur si muove» (y sin embargo se mueve). El esfuerzo colectivo avanza, aunque no al ritmo necesario. Quizás lo que esté más claro es que, mientras los gobiernos definen marcos generales, el mercado y la tecnología tendrán que liderar gran parte del cambio transformador que tanto necesitamos.
*** Ricardo Pedraz González es profesor de Afi Escuela en finanzas sustentables.
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