Francia reafirma su oposición al acuerdo con el Mercosur mientras los agricultores vuelven a las calles
Este martes los agricultores franceses vuelven a las movilizaciones casi un año después del bloqueo de los principales acceso a la capital, París, para exigir medidas para proteger el sector agrícola y luchar contra el acuerdo de la UE con el Mercosur que, según los sindicatos, sería el fin de gran parte de la agricultura en el país.
La unión de agricultores anunció que esta semana volvían a los bloqueos y las acciones que durarán al menos hasta el jueves. Un anuncio al que, esta vez, el Gobierno no ha reaccionado tan tolerante como la primera vez y ya ha marcado los límites de estas nuevas protestas: «Si hay un bloqueo de larga duración, la tolerancia será cero», insistió el ministro del Interior, Bruno Retailleau, hace unos días.
Al mediodía de este martes, 660 agricultores participaron en una veintena de acciones repartidas por 15 departamentos, como Rouen o Laon, según las autoridades. En Estrasburgo, unos 50 de tractores de agricultores de la Coordinación Rural, el segundo sindicato agrícola con más peso en Francia, quisieron llegar hasta el Parlamento Europeo, pero la policía les bloqueó a pocos kilómetros de alcanzar su objetivo.
Ante las presiones, el Gobierno de Emmanuel Macron decidió someter este martes a debate y votación en la Asamblea Nacional el Tratado de Mercosur. Un debate que se inició con el discurso de la ministra de Agricultura, Annie Genevard, quien afirmó que «el acuerdo de Mercosur está en completo desacuerdo con los desafíos de nuestro tiempo». Unas declaraciones que apoyó la ministra delegada y responsable de Comercio Exterior, Sophie Primas, quien volvió a insistir en que este tratado es «una contradicción a los desafíos medioambientales actuales».
Aunque Francia desde un principio se ha mostrado en contra del Mercosur, el debate y posterior votación en la Asamblea Nacional no tendrá un peso relevante en la decisión final sobre este posible acuerdo comercial. Se trata de una «votación puramente consultiva» y no vinculante, iniciada por el Gobierno mediante el artículo 50-1 de la Constitución, que permite someter un tema a discusión y votación en el Parlamento, sin que el Gobierno intervenga.
«El Mercosur puede ser una triste realidad para los platos de nuestros hijos (…) El fin de nuestros agricultores será el fin de los franceses», afirmó el diputado de Reagrupamiento Nacional, Eddy Casterman.
Aun así se espera que la votación finalice este martes con una amplia mayoría en contra. «Este acuerdo será la gota que colmará el vaso que hará estallar la ira de los votantes franceses si el jefe de Estado no toma medidas contundentes con el apoyo de los diputados franceses», advirtió el agricultor y representante de la organización Cólera agrícola, Jérôme Bayle, frente a la Asamblea.
Una votación «no vinculante»
El Gobierno de Macron quiere utilizar este recurso democrático para calmar los campos, y al mismo tiempo utilizarlo como arma de presión frente a la Comisión Europea encargada de negociar este acuerdo con los países que forman parte del Mercosur.
La ministra de Agricultura ya ha prometido a sus agricultores que están trabajando para formar «una minoría de bloqueo» al acuerdo comercial. Para ello, necesitan encontrar el apoyo de cuatro países que representen el 35% de la población de la Unión Europea. Por el momento, los países contrarios al Mercosur no alcanzan ese mínimo.
«Este tratado provocará profundos desequilibrios para nuestros productores, que se enfrentarían a una competencia desleal», explicó la ministra delegada de Comercio Exterior, Sophie Primas.
El Mercosur permitirá el libre comercio de alimentos entre Europa y países como Brasil, Argentina, Uruguay o Paraguay, provocando la importación sin derechos de aduanas de productos básicos como la carne, el azúcar o el maíz. Un intercambio que no solo provocaría una competencia desleal con los agricultores europeos, sino también un problema sanitario, puesto que en dichos países las normativas fitosanitarias son más laxas en comparación con las de la Unión Europea.
Un sector agrícola dividido
Hace un año, en las primeras revueltas del campo que se produjeron en Francia se empezaron a notar las divisiones internas del movimiento de los ‘chalecos verdes’. La agrupación Cólera agrícola y los sindicatos FNSEA/JA y Coordinación Rural apostaban por movilizaciones mucho más intensas. Sin embargo, para los agricultores que trabajan en solitario en sus explotaciones es casi imposible poder seguir en estas protestas, y piden que sus testimonios también sean escuchados. «No podemos dejar nuestras explotaciones solas. No me lo puedo permitir», afirmaba un agricultor para los informativos de BFMTV.
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«Estamos desesperados. Hay gente que quiere recuperar los movimientos, y el mundo agrícola se está dividiendo en lugar de unirse», añadió. Bayle llamó a los dirigentes políticos a dialogar con los «pequeños agricultores» , grupo al que afirma pertenecer y cuya voz no es suficientemente transmitida por los sindicatos «en las campañas políticas» , afirmó.
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