Barnier reparte guiños a izquierda y derecha para esquivar una moción de censura en Francia
El primer ministro francés, Michel Barnier, se embarcó en una carrera desesperada para salvar a su Ejecutivo, combinó este jueves la Hace un guiño a la extrema derecha y pide responsabilidad socialista para intentar evitar el caos que, a su juicio, supondría una moción de censura.
El campo de batalla en el que se juega su futuro es la aprobación de los presupuestos y en ese contexto el jefe del Gobierno ha hecho un gesto claro a la ultraderecha al asegurar que, como le exigían, no aumentará los impuestos a la electricidad ni la tributación de los salarios más bajos.
También prometió reducir la ayuda médica a los inmigrantes, otra de las exigencias de la extrema derecha. Sus 140 diputados son clave para la continuidad de un Gobierno que no tiene mayoría y que debe navegar por aguas turbulentas, como ya se vaticinó tras su nombramiento por el presidente francés, Emmanuel Macron, el pasado septiembre.
La concesión de electricidad, inmediatamente celebrada por la extrema derecha como un éxito, no sació su apetito. En este sentido, la ultraderechista Agrupación Nacional (RN), liderada por Marine Le Pen, advirtió que para salvarse Barnier tiene que ceder ante lo que considera sus «líneas rojas».
Barnier, que fue negociador del Brexit para la Unión Europea, tendrá que utilizar todo su talento para los pactos de aquí al lunes si quiere evitar una moción de censura que le convertiría en el primer ministro más efímero de la historia de Francia. .
Ese día está previsto que la Cámara baja vote las cuentas de la Seguridad Social de 2025. Para sacarlas adelante sin mayoría, Barnier puede recurrir a un mecanismo constitucional que evita una votación parlamentaria, pero que le expone a una moción de censura.
La izquierda, mayoritaria en la Asamblea Nacional, no deja dudas sobre su intención de derrocar al que considera un Gobierno ilegítimo, ya que Ellos fueron quienes quedaron en primera posición en las elecciones legislativas del pasado mes de julio.
Pero el Ejecutivo no desespera en su intento de romper la unidad de ese bloque y multiplica los llamados a la responsabilidad de los socialistas, que llevan años en el poder y que tienen en sus filas parlamentarias al expresidente de la República François Hollande.
La amenaza de que Francia entre en una deriva financiera de consecuencias inciertas y un bloqueo político impredecible son argumentos esgrimidos por miembros del Ejecutivo para intentar cambiar de opinión a los 60 diputados socialistas, suficientes para salvar al Gobierno.
Pero hasta ahora los socialistas no han dado señales de indulgencia con Barnier, a quien se le acusa de no haber hecho ninguna concesión en sus enmiendas al proyecto de presupuesto.
Todo lo contrario de lo que está haciendo el Ejecutivo con la extrema derecha. El más importante, la renuncia al impuesto sobre la electricidad y a los 3.000 millones de euros que esperaba recaudar, que ahora tendrá que buscar en otra parte.
También acordó reducir la ayuda médica a los inmigrantes, que no se eliminará, como exige la extrema derecha, sino que será objeto de recortes.
El presidente de la RN, Jordan BardellaSe apresuró a alardear de esta victoria, que permitirá que la factura de la luz baje un 14%, en lugar del 9% previsto, pero indicó que no es suficiente y recordó sus otras «líneas rojas».
La subvención a los medicamentos, la revalorización de las pensiones con inflación a partir del 1 de enero o el mantenimiento de las ayudas al pequeño comercio son las principales.
Si supera el examen del lunes, el Gobierno afrontará otro justo antes de Navidad, cuando está prevista la votación de los presupuestos generales del Estado.
Todo ello en medio de una creciente incertidumbre económica que ha puesto a Francia en el punto de mira de los mercados internacionales y ha colocado su prima de riesgo en una situación delicada.
Ese fantasma es lo que barnier remueve. exigirse responsabilidades mutuas, la de la «tormenta» que dice temer para Francia si no consigue salvar sus cuentas, lo que implica recuperar una cierta estabilidad institucional.
En vísperas de que la agencia S&P revise la calificación del país, después de que otros lo pusieran bajo vigilancia, la estabilidad parece esencial para evitar que el diferencial de su deuda siga alejándose de la deuda alemana, actualmente 0,85 puntos más alta.
A pesar de la inestabilidad política que se vive también en Berlín, los mercados parecen por ahora dar más crédito a las finanzas alemanas que a las francesas, que sin embargo recibieron el visto bueno de Bruselas, que dio a París un plazo adicional para reducir su déficit. hasta el 3%, hasta 2029. Una trayectoria que también peligra en el convulso contexto actual.
Una encuesta reciente publicada por la cadena de televisión BFMTV reveló que casi dos de cada tres franceses pedían la dimisión del presidente para salir de este impasse si la moción de censura prosperaba.
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