El hábito de la lectura puede salvar generaciones, pero hay que empezar desde abajo
Villaviciosa despide a una figura emblemática de su vida cultural. Manolo González, que ha sido el alma de la biblioteca municipal durante más de cuatro décadas, se jubila. Su retiro deja un vacío que será difícil de llenar, no solo porque su trabajo ha sido impecable, sino porque su pasión por los libros y su dedicación a los lectores han marcado a generaciones enteras. Desde ‘La librería de la villa’, donde suele participar en presentaciones y otros eventos literarios, González recibe rodeado de libros, siempre listo para hablar de historias, autores y de su visión sobre el papel de las bibliotecas en la sociedad.
Manolo no es un bibliotecario cualquiera. Su papel ha ido mucho más allá de gestionar préstamos o mantener ordenadas las estanterías. Durante más de 40 años, se dedicó a abrir horizontes, a descubrir libros y autores que, de otra forma, nunca habrían llegado a los lectores locales. “¿Cómo llegas tú a una editorial que no tiene ninguna divulgación, de la que nadie se entera? Pues con gente que busca libros diferentes. Yo a ellos les llamo mecenas. Eso es lo que hacía aquí, porque sabía que había un público diferente. Venía gente de Oviedo, de Gijón, de Nava, y no solo a buscar cómics, sino a buscar literatura que no encontraban en ningún otro sitio”, explica. Ese esfuerzo por traer lo inusual y por ampliar los gustos literarios convirtió a la biblioteca de Villaviciosa en un punto de referencia, con una colección de cómics que se ha ganado el título de la mejor de Asturias y una de las mejores de España. “Es algo que hay que cuidar, porque atrae a muchísima gente”, dice González.
El amor de Manolo por los libros viene de lejos, de su infancia. Recuerda con emoción a un profesor del colegio que gestionaba la biblioteca local desde los años 50 hasta mediados de los 80 y que le inculcó el hábito de leer. “Yo me crié leyendo a Julio Verne, Pío Baroja, Solari… Y crecimos con la biblioteca como un refugio. Era un lugar que marcaba la diferencia, y creo que es algo que, desgraciadamente, hemos perdido. Hoy hay un vacío impresionante en la lectura. Hay generaciones enteras que ya son irrecuperables. Y eso se nota en cosas tan básicas como la comprensión lectora: España está a la cola de Europa, y esto no es casualidad”, lamenta. Pero Manolo no pierde del todo la esperanza. Habla con entusiasmo de los niños que, con algo de guía, todavía pueden ser rescatados por los libros. “Hay que empezar desde abajo, desde los 9 o 10 años, para que descubran lo que significa realmente leer”.
Además de su labor en la biblioteca, Manolo ha sido durante años colaborador del programa de radio ‘La Buena Tarde’, donde recomienda libros y cómics que se podían encontrar en la biblioteca maliayesa. Aunque su jubilación marca un cambio en su vida profesional, seguirá participando en el programa a título personal, lo que le permitirá desvincularse de las limitaciones de recomendar únicamente obras disponibles en este centro. “Desde 2016 llevo una libreta donde apunto cada recomendación que he hecho. Es mi testamento literario”, comenta con una sonrisa.
Entre esas recomendaciones, una de las que más recuerda es ‘El diablo a todas horas’, de Donald Ray Pollock, una novela que desafió las expectativas al recibir una durísima crítica en la revista ‘Qué Leer’. “Decían que nadie debería leer ese libro. Y eso consiguió que todos quisieran hacerlo. Es un libro sobre la maldad humana, sobre cómo el daño puede destruir a una persona. Carolina Sarmiento, una escritora que admiro mucho, me dijo algo que se me quedó grabado: ‘¿Cómo se puede escribir tan bien del mal?’”. Para Manolo, esa obra es inolvidable, como muchas otras que ha descubierto y compartido a lo largo de los años.
Hablar con Manolo es sumergirse en un mar de referencias literarias. Cuenta, por ejemplo, cuáles serían los cinco libros que recomendaría a cualquier lector. “El quinto sería ‘Trainspotting’, de Irvine Welsh; el cuarto, ‘American Psycho’, de Bret Easton Ellis; y luego vendrían tres grandes libros para mí: las obras completas de Jack Kerouac, ‘El pabellón de oro’, de Yukio Mishima, y ‘Siddhartha’, de Hermann Hesse. Este último debería releerse cada cinco años. Es una novela que, con cada lectura, te devuelve a la realidad, a poner los pies en el suelo”.
Manolo también reflexiona sobre cómo ha cambiado el mundo del libro en las últimas décadas. Aunque celebra la llegada del ebook como una herramienta útil para las bibliotecas, ya que considera que “liberan espacio físico para los libros que realmente importan”, lamenta la pérdida de calidad en las ediciones en papel actuales. “Los libros de hace 50 o 60 años eran auténticas obras de arte. Ahora, muchos de los que llegan a la biblioteca, tras pasar por 20 o 30 manos, se desmontan. Eso no pasaba antes”.
Cuando recuerda sus inicios como bibliotecario, habla con cariño de los cursos de formación que hacían en lugares como Perlora o Castropol, y que forjaron a toda una generación de bibliotecarios. “Ahora nos estamos jubilando todos, y eso me preocupa. Espero que el respeto por el legado de la biblioteca de Villaviciosa continúe, porque hemos construido algo muy valioso en estas décadas”. Manolo es consciente del impacto que su trabajo ha tenido en la comunidad, pero también de la crisis de la lectura en la sociedad actual. Denuncia que la falta de interés de los políticos por fomentar el hábito lector ha hecho mucho daño. “La lectura culturiza, educa, y eso a ellos no les interesa. Pero es algo que hay que seguir luchando por cambiar”.
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A pesar de las dificultades, Manolo se siente agradecido por el camino recorrido. “Trabajar en la biblioteca es la cosa más agradecida que hay, porque consiste en hacer felices a las personas”, dice con modestia. Ahora, tras más de 40 años dedicados a los libros y a los lectores, Manolo González se retira, aunque confiesa que su amor por la lectura no tiene fecha de caducidad. Con una sonrisa, concluye: “Aún tengo mucho por leer”. Y, sin duda, el próximo capítulo de su vida promete ser tan apasionante como las historias que tanto le han inspirado.
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