Una empresa de Llanera diseña una app móvil que ayudará a controlar el desperdicio alimentario
Las aplicaciones móviles están presentes en la vida cotidiana y la innovación para ampliar sus campos de acción y potencialidades es cada vez mayor. Asturias cuenta con numerosas empresas en este sector y una de ellas es Abamobile, ubicada en el polígono de Silvota (Llanera), que no ha parado de crecer en los últimos años con proyectos de vanguardia. Actualmente se encuentra inmersa en la fase de desarrollo de una App que ayude a los usuarios a gestionar el desperdicio alimentario en los hogares, supermercados y hoteles y lo hace en el marco de un proyecto europeo pionero.
Nerea Sánchez, Raúl Fernández y Luis Nicieza son tres de los cuatro fundadores de la firma y explican cómo surgió esta iniciativa en la que trabajan en este momento. El desperdicio alimentario es actualmente uno de los grandes problemas de Europa y tiene una doble vertiente: por un lado está el propio hecho de tirar comida y por otro el gasto que supone haberlos producido y que luego no se hayan consumido. «Fundamentalmente, lo que pretendemos es ayudar a que en el hogar, cuando compramos productos alimentarios, bien frescos o bien ya procesados, sepamos lo que estamos comprando y que asociemos unas fechas de caducidad», indican los jóvenes.
Y es que, en muchas ocasiones, se compra comida que se va quedando en la nevera, hasta que hay que tirarla porque caduca. La aplicación que se encuentran desarrollando en AbaMobile «te avisa de que tienes una serie de productos próximos a caducar y te ofrece recetas asociadas a esos productos para que el usuario pueda organizar un poco mejor el uso de esos alimentos», explica Nerea Sánchez. El proyecto hace especial hincapié en las buenas prácticas para conseguir un mejor aprovechamiento de los recursos y para procurar un cambio hacia una sociedad con una cultura basada en prácticas sostenibles y con un menor impacto en el medio ambiente.
El desarrollo de este tipo de software para una aplicación móvil conlleva cinco fases diferentes y se espera que esté terminado en 2026. En primer lugar, se establecen las funcionalidades que se quieren poner a disposición del usuario y, sobre eso, «se hace un trabajo de diseño gráfico». Una vez se han planteado las pantallas, las secciones y cómo va a ser su manejo, «entramos a la programación para continuar con las pruebas internas y terminar con pruebas reales con usuarios finales», indica Luis Nicieza.
La similitud con otras aplicaciones a las que se está acostumbrado, el perfil de usuario y que sea intuitiva, son los principales criterios a seguir a la hora de realizar el diseño. «La tendencia actual pasa por cosas muy simples e imágenes muy grandes que sean atractivas para la gente», especifica Raúl Fernández. Se ha pasado «de lo sobrecargado a un aspecto más minimalista», añade.
Este no es el primer proyecto europeo en el que participa la empresa llanerense Abamobile. «Hace aproximadamente dos años trabajamos también, a través de una vía de licitación, en una aplicación para varios países llamada ‘Reusemed’, cuyo objetivo era darle una segunda vida a bienes de consumo», explica Nerea Sánchez. «Este tipo de bienes terminan, en el mejor de los casos, en un punto limpio y, en el peor, en un vertedero». De manera que, «la idea de este software es darle una segunda vida a estos bienes poniéndolos en un circuito de reutilización». El proceso pasa primero por la cesión de ese objeto al que se ha dejado de dar uso a una entidad que «lo reacondiciona y lo pone a disposición de los usuarios en un marketplace al que las personas que lo necesitan pueden acceder de manera gratuita». Además, también han abarcado el ámbito sanitario. «A través de un dispositivo sanitario para combatir el síndrome del ojo seco, creamos una aplicación móvil que ayudaba al paciente a tratarse en casa», comentan.
Los fundadores de la empresa siempre han estado participando en proyectos de innovación, desde que comenzaron su andadura hace ya trece años. Nerea Sánchez recuerda que «empezamos en proyectos locales, en el antiguo IDEPA, de la mano de otras entidades y empresas y la verdad que fueron muy bien». Estas colaboraciones les ayudaron a adquirir nuevos conocimientos y nuevas relaciones que les motivaron a ir un paso más allá. «A través de agencias que te informan sobre los diferentes proyectos a nivel europeo, contactamos con aquellos consorcios que buscan empresas que les ayuden y en los que creemos que podemos aportar algo o podemos encajar con su iniciativa», explican.
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Mientras aportan sus conocimientos y experiencias en los distintos proyectos con los que colaboran, estos trabajos les permiten «tener visibilidad, no solo a nivel local o nacional, sino también a nivel eur opeo; desarrollar nuevas tecnologías y, obviamente, innovar y probar cosas nuevas», concluyen los fundadores.
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