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la segunda vida del aceite de cocina usado

la segunda vida del aceite de cocina usado
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  • Publishedenero 13, 2025



Poco a poco va aumentando la conciencia sobre la necesidad de reciclar el aceite de cocina usado, aunque todavía estamos lejos de conseguir los resultados del reciclaje de plástico o papel. El aceite vegetal es un compuesto orgánico que, una vez utilizado, sufre alteraciones químicas debido a las altas temperaturas y cuando acaba en el lavabo o el inodoro provoca problemas en las redes de saneamiento y contamina las aguas de los ríos. Además, el aceite vegetal reciclado tiene varios usos sostenibles y beneficiosos que ayudan a reducir este impacto ambiental. “Algunos de los usos más habituales pasan por la posible producción de biodiesel, fabricación de jabón, generación de energía eléctrica o térmica, o producción de bioplásticos, etc…”, indica el profesor Carlos García Izquierdo, investigador del Centro de Ciencia del Suelo y Biología. Segura Aplicada (Cebas) del CSIC.

García Izquierdo recuerda que no reciclar el aceite vegetal usado podría producir un impacto ambiental negativo, ya que «su vertido incontrolado podría causar problemas a ecosistemas tan importantes como el suelo o el agua (un litro de aceite usado podría contaminar hasta 10.000 litros de agua)». Además, el reciclaje de residuos entra de lleno en una economía circular «cada vez más necesaria en nuestra sociedad, pero hay que hacerlo sin provocar impactos negativos en el medio ambiente», apunta.

Es interesante conocer proyectos que se están realizando con aceite vegetal usado y que están teniendo resultados importantes. Entre ellos el proyecto pretenac, Con el apoyo del programa Ignicia de la Agencia Gallega de Innovación de la Xunta de Galicia, se pretende poner en marcha un método pionero para fabricar bioplásticos de origen vegetal. «Es el resultado de más de 10 años de trabajo de un equipo de investigación del Centro Cretus financiado por diversos proyectos nacionales y regionales. El proceso Pretenacc tiene como objetivo valorizar aceites de cocina usados ​​para su producción mediante un proceso biológico de biopolímeros (polihidroxialcanoatos o PHA) llamados bioplásticos con propiedades similares a las de los plásticos convencionales obtenidos del petróleo”, comienza explicando la investigadora Cretus Anuska Mosquera. Estos bioplásticos Por tanto, se obtienen de fuentes renovables, se basan en un proceso biológico y son biodegradables.

Futuro sustituto

«De esta forma, se pretende avanzar en la gestión de los aceites de cocina usados, que actualmente se utilizan para producir biodiésel, y convertirlos en un material, que es algo que promueve la actual jerarquía de valorización de residuos de la UE», aclara. El bioplástico obtenido podrá utilizarse «para sustituir progresivamente a los plásticos convencionales producidos a partir del petróleo, reduciendo así su efecto negativo sobre el medio ambiente», añade.

Como explica Mosquera, la diferencia fundamental de este método pionero radica en el proceso biológico utilizado, que “está compuesto por una unidad de reacción donde se llevan a cabo todos los procesos biológicos necesarios para la obtención del bioplástico. Estas son la hidrólisis del aceite para hacerlo accesible a la transformación por parte del consorcio bacteriano, el crecimiento del consorcio microbiano con capacidad de acumular bioplásticos y la etapa de acumulación de estos. Hasta la fecha, los procesos que llevan a cabo la producción de estos bioplásticos a partir de flujos de residuos se llevan a cabo en dos o tres unidades de reacción separadas que constan de un pretratamiento de los residuos, una etapa de desarrollo del cultivo microbiano y una etapa de producción final. de bioplástico. «El hecho de poder producir el bioplástico en un único reactor reduce los costes de construcción y operación del sistema», subraya la investigadora que trabaja en el proyecto junto a sus compañeras Alba Pedrouso Fuentes y María Ángeles Val del Río. Por otro lado, destaca que el aceite de cocina usado destaca como un residuo muy adecuado ya que tiene una composición poco variable, lo que favorece que el bioplástico obtenido mantenga su composición y, en consecuencia, sus propiedades plásticas en rangos muy definidos.

En estos momentos se está llevando a cabo el escalado del proceso biológico a nivel demostrativo en una planta piloto de 600 L instalada en una empresa de gestión de aceites usados ​​de cocina, PMA Nutrigrás ubicada en Mos (Galicia). «Los resultados obtenidos se están utilizando tanto para la optimización del proceso como para el diseño del proceso a escala industrial que nos permitirá conocer los costes de implantación y operación de una planta de producción de bioplásticos a escala industrial», explica el equipo de investigación.

Combustible verde

El año pasado repsol puso en marcha una nueva planta en su refinería de Cartagena con una capacidad de producción de 250.000 toneladas de diésel renovable (HVO) y SAF al año que se pueden utilizar en diferentes vehículos con motor de combustión. «Esta planta procesa 300.000 toneladas de residuos al año. Actualmente recibimos aceite de cocina usado y residuos agroalimentarios”, explica Antonio Mestre, director del Complejo Industrial de Cartagena. Se trata de la primera planta de la Península Ibérica en la que se fabrican estos combustibles 100% renovables. Para producir este combustible se necesitan 80 Actualmente se utiliza un % de aceite usado y un 20% de otras materias primas. De momento están importando parte de estos materiales, aunque la idea es poder realizar toda la producción con aceites de cocina usados ​​y residuos agroalimentarios que provengan de España. . Dicho El petróleo llega al puerto situado en el Valle de Escombreras y se descarga en uno de los cuatro tanques que tiene Repsol con una capacidad de 36.000 toneladas. Llega a la planta tras recorrer 4,5 kilómetros de tuberías calentadas para mantenerlo líquido y así poder transportarlo. transportarlo Ya en el corazón de la planta, en la unidad de hidrotratamiento, en una primera fase el aceite es tratado con hidrógeno y un catalizador, sustancia que acelera y facilita una reacción química para romper su estructura molecular. Sin embargo, todavía no tiene las propiedades de temperatura adecuadas y podría solidificarse. Pasa al horno donde alcanza más de 300ºC para ser tratado. Y en la segunda fase se produce una nueva reacción donde se transforma la estructura molecular del producto para garantizar su óptimo funcionamiento en situaciones de frío. Finalmente, en la torre de fraccionamiento se somete a diferentes condiciones de presión y temperatura para obtener combustibles renovables para la aviación y diésel renovable que se utiliza en diferentes sectores del transporte.

Repsol inauguró el año pasado una planta pionera en su refinería de Cartagena en la que se transforma aceite de cocina y otros residuos agroalimentarios en combustibles renovables.

La escalabilidad es el gran reto pendiente de algunos de los proyectos más innovadores

Carlos García Izquierdo, investigador del CEBAS del CSIC, explica que la producción de biodiésel a partir de aceite vegetal usado genera a su vez algunos residuos como la glicerina bruta como producto principal, aguas residuales, así como algún tipo de lodos residuales. «Los residuos generados antes mencionados tienen potencial para ser aprovechados mediante una adecuada digestión anaeróbica. La digestión anaeróbica de los residuos orgánicos se producirá, en el caso de los derivados de la obtención de biodiesel, siempre que exista un pretratamiento para evitar algunos contaminantes y así eliminar problemas en el sistema. Además, estos residuos también se pueden mezclar con otro tipo de sustratos orgánicos, con el fin de mejorar la producción de biogás en el proceso de digestión anaeróbica propuesto”, indica.

Hace unos años, el grupo de investigación CEBAS-CSIC participó en el proyecto europeo Valuvoil, investigando la posibilidad de utilizar los digestatos que aparecen tras la digestión anaeróbica de residuos derivados de la obtención previa de biodiesel, como posible fertilizante en agricultura. «En general, sabemos que todo proceso de digestión anaeróbica de residuos orgánicos da lugar a la aparición de un nuevo residuo llamado digestato o digestato», subraya García Izquierdo. Su grupo de investigación realizó investigaciones encaminadas a comprender los efectos que tienen los digestatos cuando son valorizados en la agricultura, como posible fertilizante orgánico. Se desarrollaron experimentos utilizando digestatos obtenidos tanto a nivel de laboratorio como con los resultantes del prototipo utilizado en el proyecto, para demostrar si son aptos para su uso en agricultura. «Todas las pruebas realizadas llevaron a la conclusión de que este tipo de digestato puede ser utilizado en agricultura, siempre y cuando exista control sobre el mismo, teniendo en cuenta los siguientes aspectos: las características del digestato ya que estos deben ser aptos para su valorización en agricultura, porque no deben contener ningún tipo de contaminante indeseable; proponer un manejo adecuado de los digestados, ya sean “crudos”, o separados en sus dos fracciones, líquida y semisólida, con los ajustes de dosis necesarios; «Es necesario monitorear, tanto en el suelo como en las plantas, los efectos derivados del uso de esta fuente de fertilización, en comparación con otras convencionales», señala.

Arriba, imagen del bioplástico obtenido mediante el proceso Pretenacc a partir de aceites usados. Abajo, imagen del equipo de investigación del proyecto Pretenacc. De izquierda a derecha: Alba Pedrouso Fuentes, Anuska Mosquera Corral y Ángeles Val del Río, integrantes del centro Cretus de la Universidad de Santiago de Compostela

Valuvoil ha demostrado que estos digestatos pueden proporcionar nutrientes esenciales para los cultivos y mejorar la calidad del suelo, siempre que se gestionen adecuadamente. Hay otras historias de éxito en las que los digestatos generados durante la digestión anaeróbica de residuos se han utilizado eficazmente en la agricultura como fertilizantes.

Son proyectos que confirman que la innovación tiene recetas de éxito para convertir el problema de estos residuos en soluciones rentables.



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