La tregua entre Israel y Hamás no garantiza el final de la guerra ni resuelve el futuro de Gaza
La tregua alcanzada el miércoles entre Israel y Hamás para detener temporalmente los combates en Gaza y reanudar el intercambio de prisioneros tras 15 meses de violencia extrema ha aportado una brizna de esperanza a una región exhausta por la guerra. Israelíes y palestinos celebraron la noticia en las calles sin obviar las múltiples dificultades que aguardan en el camino. El acuerdo no ha resuelto el futuro de Gaza: ni su gobernabilidad, ni las perspectivas para su reconstrucción ni el grado de cooperación de Israel en la empresa, del que depende la viabilidad de un territorio arrasado y hoy inhabitable. En sí mismo el alto fuego acordado ni siquiera garantiza el final definitivo de la guerra. Un extremo que dependerá en gran medida de los cambalaches entre Binyamín Netanyahu, los extremistas que sustentan su Gobierno y la futura Administración Trump.
[–>[–>[–>[–>Tampoco la Administración de Joe Biden, que quería antes de su despedida apuntarse el tanto de detener la sangría que ha alimentado durante tantos meses con sus armas y sus vetos al alto el fuego en el Consejo de Seguridad, se ha atrevido a tirar las campanas al vuelo. «¿Cuál va a ser el desenlace de todo esto? Creo que es pronto para predecirlo. Incluso cuando suceden cosas buenas, otras malas esperan a la vuelta de la esquina», reconoció el miércoles el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan. «Eso pasa con toda la política exterior, pero es especialmente cierto en Oriente Próximo».
[–>El alto el fuego debería hacerse efectivo este domingo, cuando se espera que sean liberados los primeros de los 33 rehenes israelíes que deben recuperar la libertad durante la primera fase del acuerdo a cambio de centenares de presos palestinos. Una primera fase que contempla también la retirada de las tropas israelíes de los núcleos de población de Gaza y la entrada de ayuda humanitaria para la hambrienta población de la Franja.
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Dudas de Netanyahu
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Pero, de momento, todo sigue en el aire. A Netanyahu parece que le han entrado sudores fríos ante la reticencias de parte de su Gabinete a detener la guerra. El ultranacionalista israelí ha acusado a Hamás de renegar de partes del acuerdo en un intento de extraer concesiones de «última hora» y ha optado por aplazar la votación en el gabinete, aunque las últimas informaciones apuntan a que se votará este viernes. Parte de las discrepancias se centran en los presos palestinos que serán liberados. Inicialmente Israel presentó una lista de un centenar de reos con delitos de sangre que bajo ninguna circunstancia serían excarcelados, una lista que se rebajó después a 65, según fuentes palestinas conocedoras de las negociaciones.
[–>[–>[–>[–>En ella están Marwan Barghouti, el líder político más querido por los palestinos, o Ahmed Saadat, el cabecilla del Frente Popular para la Liberación de Palestina. Hamás siempre ha aspirado a que entren en el intercambio final, lo que le ayudaría a presentarse como una fuerza que prioriza el interés nacional sobre otras consideraciones, a pesar del enorme error de cálculo que cometió con su matanza del 7 de octubre.
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Redactado ambigüo del acuerdo
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Si la primera fase del acuerdo sale adelante, lo difícil comenzará a partir del día 14 de su implementación inicial, cuando las partes se sienten a negociar sus estadios finales, los más espinosos, desde la retirada total de las tropas israelíes de Gaza, al alto el fuego definitivo o los planes de reconstrucción de la Franja. «Para convencer a las partes a que firmaran, los mediadores fraguaron un acuerdo redactado con tal ambigüedad que algunos de sus componentes siguen sin resolverse, lo que significa que podría fácilmente colapsar», decía este jueves ‘The New York Times’.
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Y eso es lo que quiere parte del Gobierno israelí, pero también, aparentemente, la Administración Trump. En el seno del primero, su ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, afirmó este jueves que abandonará la coalición si la guerra no se reanuda «con toda su fuerza» tras el parón inicial hasta que «logremos una victoria decisiva que incluya la completa destrucción de Hamás». Y eso es también lo que han declarado esta semana en Washington los hombres llamados a dirigir el Departamento de Defensa y la Seguridad Nacional de EEUU. «Apoyo que Israel destruya y mate hasta el último miembro de Hamás», dijo Pete Hegseth, el hombre elegido por Trump para dirigir el Pentágono durante las audiencias para su confirmación.
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Entente entre Trump y Netanyahu
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De momento, no hay nada en el acuerdo que obligue a Hamás a ceder el poder en Gaza, aunque es previsible que sea una condición sine qua non para que Israel acepte a cooperar en su reconstrucción, contemplada en la tercera fase de la entente. Algunas fuentes consultadas sostienen que los islamistas están dispuestos a entregar el control de Gaza siempre que se les permita terciar desde la retaguardia en sus decisiones importantes. Sea a la Autoridad Nacional Palestina de Mahmud Abás o a un gobierno de notables, formado por personalidades y tecnócratas de Gaza.
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La cuestión es si Israel podría aceptar semejante fórmula. ‘The Times of Israel’ publica que el equipo de Trump habría aceptado los posiciones de Netanyahu para cerrar definitivamente la guerra: el completo desmantelamiento del Gobierno de Hamás, la desmilitarización de Gaza y el regreso de todos los rehenes israelíes. Como parte de un acuerdo mayor, la futura Casa Blanca también se habría comprometido a facilitar el rearme de Israel, a cooperar con Tel Aviv en una estrategia que obligue a Irán a abandonar sus supuestas aspiraciones nucleares y a negociar la normalización de relaciones con Arabia Saudí.
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Pero podría no acabar ahí la cosa. Fuentes gubernamentales palestinas consultadas por este diario temen que Trump se disponga a facilitar durante su mandato la anexión de parte de la Cisjordania ocupada. Una maniobra que probablemente le serviría a Netanyahu para comprar la permanencia en su Gobierno de los colonos, las mismas fuerzas que amenazan ahora con provocar su caída si no reanuda su brutal campaña militar en Gaza tras el parón inicial de 42 días que contempla este alto el fuego.
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