El posible cierre de la central nuclear de Almaraz en los próximos años está generando un gran incertidumbre en la comunidad local, especialmente entre los jóvenes que dependen directamente de este servicio para su empleo y estabilidad económica. David, un ingeniero de 29 años quien ha trabajado en la sede durante dos años, comparte su perspectiva con Libertad digital sobre cómo esta decisión podría afectar su futuro y el de muchos otros.

David, que tiene un Licenciatura en ingeniería mecánica y maestría en ingeniería industrial.Trabaja en la sección de ingeniería de repuestos, donde es responsable de la búsqueda y evaluación de repuestos alternativos para componentes obsoletos. Destaca los aspectos positivos de su experiencia laboral en la planta, mencionando el acceso que tiene para conocer una amplia variedad de equipos, además del énfasis puesto en la seguridad y confiabilidad de todos los procesos.

La posibilidad del cierre le preocupa profundamente: «Hay mucho desconocimiento sobre el funcionamiento de una central nuclear y, en mi opinión, este cierre traerá problemas importantes, no sólo a la estabilidad de la red eléctrica, sino a todas las familias que dependen de su continuidad». «, dice.

Cambios en tu vida

Para jóvenes como David, el impacto va más allá de la incertidumbre laboral. En tu caso, la posibilidad de tener que alejarte de casa para encontrar empleo supone un cambio importante en tus planes a largo plazo. «Actualmente estoy feliz con mi situación laboral y de poder vivir donde crecí con mi familia y amigos de toda la vida, así que En caso de cierre, probablemente deberías buscar trabajo fuera de casa.«, asegura.

Respecto a las alternativas laborales tras el cierre de la planta, el joven tiene varias opciones en mente, aunque reconoce que encontrar trabajo en la misma región será complicado. Extremaduradonde está ubicada la planta, No tiene un tejido industrial tan desarrollado como otras comunidades autónomaspor lo que las oportunidades laborales son limitadas. Pese a ello, el joven no descarta la posibilidad de seguir trabajando en la misma empresa desde sus oficinas de Madrid o buscar empleo en las nuevas industrias que se están abriendo en la zona.

La incertidumbre laboral afecta tanto a la estabilidad económica como a los planes personales de los jóvenes. David, aunque optimista, reconoce que es lo que más le preocupa. «La incertidumbre. Aunque el cierre está previsto para 2027/2028, no es definitivo, y podría haber una prórroga», afirma. No saber qué pasará dentro de dos años es difícil de manejar.

El futuro de la región, en juego

La planta no sólo es una fuente de empleo directo, sino que también genera actividad económica en todo tipo de comercios y servicios locales. El cierre podría afectar a empresas de reparto, ferreterías, industrias químicas y muchas más. El extremeño advierte que «La actividad económica en la región disminuiría considerablemente.«, lo que agravaría aún más la situación de las familias que dependen de esos ingresos.

En cuanto a soluciones, David cree que sería útil impulsar programas de formación que faciliten el acceso de los trabajadores a otro tipo de empleos o industrias. Sin embargo, reconoce que muchos empleados tienen sus familias y sus vidas cerca de la planta, por lo que una reubicación lejana no sería una solución viable para ellos.

En respuesta a la creciente preocupación, muchos trabajadores como David asistieron a la manifestación del 18 de enero, ya que es importante que este tema no quede sólo en las personas directamente afectadas: «Queremos que toda España conozca la situación«, concluye David. El impacto de esta resolución va más allá de Extremadura.