adictos al ‘no’ que desgastan a los demás
Todos conocemos a alguien enganchado a la negativa, a la queja y al lamento. Y es que hay personas que día sí y día también encuentran algo por lo que enfadarse y mostrar su desacuerdo. Son personas que nunca están conformes con nada y que son incapaces de ver el lado bueno de una situación. Una actitud que les afecta negativamente a ellos, pero también a la gente de su alrededor que, normalmente, intenta evitar cualquier tipo de conversación con este tipo de personas porque acaban resultando pesadas. Se llaman negaholics y están por todos lados: en el trabajo, en la familia, en el grupo de amigos… Huir de ellos se convierte a veces en misión imposible.
«Los negaholics tienen una visión pesimista de la vida y ello los lleva a reaccionar de forma exagerada ante problemas pequeños, anticipándose a lo peor que creen que puede llegar a suceder. Se enfocan en los posibles obstáculos, en los riesgos, en lo que puede salir mal… Y eso genera a su alrededor (y en sí mismos) una sensación de desesperanza, incluso de pesadez», señala la psicóloga sanitaria Alejandra Sierra.
¿Por qué hay personas tan negativas?
Las razones, explica la psicóloga, pueden ser diversas y, a menudo, complejas. «Pueden ser personas que hayan tenido experiencias dolorosas o traumáticas. Estas experiencias pueden haberlos llevado a desarrollar esta visión negativa de la vida como forma de protección», indica Sierra. Otro de los motivos, agrega, «podría ser el haberse criado en un entorno en el que predomina la crítica, la desconfianza o el pesimismo porque esto hace más probable que se interioricen esas actitudes». Además, pueden influir en esta negatividad, dice, los hábitos de pensamiento automáticos que, en ocasiones, pueden llegar a ser muy negativos. «Es lo que en psicología llamamos ‘distorsiones cognitivas’».
«Pueden ser personas que hayan tenido experiencias dolorosas o traumáticas. Estas experiencias puede que les hayan llevado a desarrollar esta visión negativa de la vida como forma de protección»
Relaciones interpersonales
Un negaholic raramente va a estar de buen humor porque la queja constante habita en él. Son personas grises que supuran angustia por cada poro de su piel y ello acaba afectando a su alrededor. «Estas personas pueden experimentar niveles elevados de estrés, ansiedad e incluso, depresión, y este patrón negativo de pensamiento los lleva a sentir altos niveles de insatisfacción y frustración de manera habitual», explica la psicóloga. «Por tanto, este patrón afecta a sus relaciones interpersonales, ya que pueden transmitir esta negatividad a los demás creando un ambiente pesimista a su alrededor. Esto puede llegar a desgastar o drenar a las personas con las que convive o trabaja».
Los negaholics tienden a ser, además, demasiado críticos y despectivos y, por eso, si se convive con ellos «es importante marcar límites claros», aconseja Sierra. «La confrontación agresiva no suele ser la más efectiva, lo mejor es aprender a decir que ‘no’ de forma clara o negarse a recibir más comentarios destructivos o excesivamente pesimistas». La experta recalca que hay que recordar que muchas veces estas personas no son del todo conscientes de su actitud negativa o de los efectos que tienen sobre los demás, pues «puede deberse a situaciones traumáticas o a un patrón de aprendizaje», reitera.
¿Cómo frenamos la negatividad?
Controlar los pensamientos negativos no es tan sencillo, pues requiere de «práctica y consciencia», recalca la experta. Para conseguirlo, la psicóloga recomienda terapia cognitivo-conductual. «Suele ser muy efectiva a la hora de trabajar los patrones de pensamiento negativos. Es un modelo de terapia que ayuda a la persona a identificarlos y reemplazarlos por pensamientos más realistas y equilibrados», explica. Con este tipo de terapia, la persona aprende a ser más asertiva y practica la autoaceptación, que son aspectos «también muy importantes a la hora de trabajar esta negatividad», agrega Alejandra Sierra.
Ser positivos
La positividad es felicidad y, por ello, todos deberíamos practicarla porque, aclara la psicóloga, «es una habilidad que se puede aprender».
Recomienda escribir cada noche tres cosas por las que estamos agradecidos y, también, apunta, es bueno pasar tiempo con personas positivas, pues la vitalidad y energía de los demás se contagian. Por último, la psicóloga recuerda que el ejercicio físico y unos buenos hábitos de sueño son muy efectivos a la hora de ayudarnos a sentirnos más equilibrados y positivos.
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