Turquía se lanza al proceso de paz con la guerrilla del PKK tras décadas de guerra
La sorpresa ha sido mayúscula: Devlet Bahçeli, el socio de coalición ultranacionalista del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha sido quien ha llevado la voz cantante en los últimos meses.
Bahçeli ha pasado de acusar a toda la oposición de terrorista, de reclamar por activa y por pasiva que el movimiento político kurdo sea terminado y su principal partido, el DEM, prohibido, a pedir una solución al “problema kurdo”, a entablar diálogos con los líderes del DEM —muchos de los cuales están en la cárcel— y, más importante, a pedir al líder de la guerrilla kurdoturca del PKK, Abdullah Öcalan, que hable ante el parlamento turco, que participe en las conversaciones. Incluso, dijo Bahçeli, ultranacionalista histórico, Öcalan podría ser perdonado.
Öcalan, líder del PKK, guerrilla considerada terrorista por Turquía, la Unión Europea (UE) y Estados Unidos, está encarcelado en una prisión de máxima seguridad en el mar de Mármara desde 1999. Cerca de 40.000 personas, la mayoría civiles, han muerto durante las más de cuatro décadas de conflicto entre PKK y el Estado turco, tanto en ataques de la guerrilla como en operaciones militares y ofensivas del Ejército turco.
Aunque existen muchas dudas e interrogantes, el conflicto parece estar más cerca de su fin que nunca. “Erdogan y su aliado nacionalista han iniciado el diálogo con Öcalan, y según mis fuentes, Öcalan pedirá públicamente al PKK que entregue las armas el 15 de febrero de este año”, asegura la directora del programa de estudios turcos dentro del think tank internacional Middle East Institute, Gönül Tol, que continúa:
“A cambio de ello, el gobierno turco publicaría una ley de amnistía, y diseñaría una nueva constitución que reconozca más derechos, incluido el respeto al idioma, a los kurdos. Gente como Selahattin Demirtas —líder histórico del partido prokurdo DEM, en la cárcel ilegalmente desde 2016— serían liberados, según estas fuentes. Todo esto no ocurriría pronto, pero me afirman que el gobierno turco ha aceptado estos términos”, dice Tol.
Optimismo comedido
“El llamado a entregar las armas en febrero puede ocurrir, pero no tenemos ninguna información al respecto”, explicó esta semana en una reunión con la prensa internacional Tuncer Bakirhan, colider del DEM: “La entrega de las armas es tan solo una cuestión técnica, y creemos que es muy necesario establecer los pasos a seguir en el futuro, algo que no ha ocurrido. Tenemos muchas dudas: el que entregue las armas, ¿qué va a hacer? ¿Podrá volver a su vida normal? ¿Será perdonado? El gobierno tiene que responder a todo esto”, continuaba Bakirhan, representantes de cuyo partido se han reunido, en el último mes, en dos ocasiones con Öcalan.
“La prensa favorable a Ankara solo habla de la entrega de armas, todo el día. Nosotros, los que defendemos la paz, hablamos de que terminen los combates. Ellos parecen promover la idea de que el problema kurdo se solucionará tan solo con la entrega de armas, y esto es erróneo. El problema kurdo va mucho más allá: los derechos de los kurdos, de las mujeres… no se reconocen. Las cárceles están llenas de defensores de los Derechos Humanos kurdos, de políticos, de periodistas turcos y kurdos. Así que solo hablar de entregar las armas es erróneo”, añadía la otra colíder del DEM, Tülay Hatimogullari.
Así, mientras las conversaciones entre gobierno y la guerrilla parecen avanzar, la justicia turca ha redoblado la presión contra toda la oposición: en los últimos meses, el gobierno turco ha intervenido en seis alcaldías opositoras —cuatro de ellas del DEM—; ha redoblado los cargos contra el gran rival de Erdogan y alcalde opositor de Estambul, Ekrem Imamoglu; y ha detenido a un líder político ultranacionalista opositor y a cinco periodistas del canal ‘HalkTV’.
Analistas y politólogos turcos creen que el gobierno, con todo ello, busca dividir a la oposición; evitar que los distintos grupos, kurdos y turcos, se coordinen. Una de cal y otra de arena. La estrategia, como las conversaciones de paz con Öcalan, parece estar funcionando, a pesar de las dudas del partido prokurdo, apartado de las negociaciones.
“Para que el proceso funcione, el gobierno debe dar pasos, tanto verbales como tangibles, como que salgan de la cárcel los presos políticos, los periodistas… deben darse pasos, y no solo para los kurdos, sino para toda Turquía. Pero por desgracia, en Turquía no podemos hablar ahora mismo de que vivamos en un sistema democrático. No se puede hablar de paz si no se democratiza antes Turquía”, aseguraba Hatimogullari.
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