Estaba desquiciado, de no ser por mi madre y la terapia ahora estaría en la cárcel o muerto
Al principio, la carretera es plana. En los arcenes parece haber flores, saltan blancos conejitos. La sensación de peligro no existe. Hay bienestar. Pero poco a poco en ese camino comienza a haber rocas difíciles de saltar. Aparecen las deudas. Las rocas son cada vez más grandes y, en un momento dado, te das cuenta de que detrás de ellas solo hay un precipicio. Así describe Joan (nombre ficticio), de 25 años y vecino de Castelldefels (Baix Llobregat), sus inicios en el consumo de porros.
Tenía 15 años y, a día de hoy, sigue en proceso de recuperación tras varias recaídas y algún que otro ingreso en un centro de desintoxicación. Porque lo que no sabía Joan hace ya 10 años es que la marihuana, al menos en su caso, acabaría siendo la puerta de entrada a drogas mayores, como la cocaína, y a otras adicciones, como el alcohol. Esta es la historia de un usuario del centro Spott, de la Diputació de Barcelona y especializado en la prevención y tratamiento de las adicciones. Joan accede a contarla a El Periódico bajo condición de anonimato.
«Diez años después sigo en tratamiento y no sé si mañana recaeré»
«Mi historia arranca en 2014. En el colegio no voy muy bien, me junto con amistades que no son buenas y me empiezo a separar de los estudios. Comienzo a consumir cannabis en pequeñas cantidades, en fiestas. Al principio yo solo consumía cannabis, que mezclaba con tabaco y alcohol. Luego vino la cocaína y el éxtasis. A los siete meses de todo aquello, ya entro en Spott, donde me derivan a un centro de desintoxicación». Joan hace memoria de lo ocurrido en la última década desde el salón de su casa, mientras su madre escucha. «Me costó muchísimo tomar la decisión de ingresarlo en el centro de desintoxicación. Él tenía 15 años. Pero no había manera, trapicheaba. Estaba en una escalada brutal», precisa en un momento dado la mujer. En su mirada, aún hay miedo y preocupación. En el pasado, llegó a ponerle las maletas en la calle.
Joan sufrió brotes psicóticos y paranoicos como consecuencia de sus adicciones
«Desde mi experiencia y desde la de la gente que me ha rodeado, la entrada a este mundo ha sido el cannabis», relata Joan. «Bueno, el tabaco. Y a raíz del tabaco, entra el cannabis». ¿Qué ocurre para que un adolescente de tercero de la ESO comience a drogarse? «Yo de pequeñito sufrí ‘bullying‘ en el cole. Creo que sentir que no eres visto por la gente, ni por profesores ni por las chicas, puede ser uno de los desencadenantes del consumo». Aunque Joan no se acuerda de muchas de las cosas pasadas, la familia le ha explicado que en aquella época él estaba «agresivo, alterado, desquiciado». «Si no fuera por mi madre y por la terapia que hago en Spott, ahora mismo estaría en la cárcel o muerto», dice. Joan sufrió brotes psicóticos y paranoicos como consecuencia de sus adicciones. «Son algunos de los efectos que puede tener el consumo del cannabis», advierte.
El cannabis, droga principal
El centro Spott trata a menores de 12 a 21 años que presentan un problema de adicción a las drogas o a las pantallas. En 2024 atendió a 235 adolescentes, de los cuales 151 necesitaban un tratamiento de adicción a sustancias. El cannabis es la droga principal: hasta un 94% de los usuarios de Spott que toman drogas la consumen. «También está aumentando la cocaína y el éxtasis», explica Gemma García, jefa de la Subsección de Intervención en Drogodependencias de Spott. La prevalencia es más alta en ellos que en ellas. La edad de inicio de tratamiento está en los 16 años en chicos y en chicas está disminuyendo: si antes eran los 17, ahora son los 15 o 16.
Hasta un 94% de los adolescentes y jóvenes en tratamiento por drogas del centro Spott consumen marihuana
Según García, hay normalmente una «baja conciencia asociada a la problemática»: casi el 70% de los chavales consideran que no tienen ningún problema. El 45% de ellos tienen un bajo rendimiento escolar y, hasta un 47%, registra ausentismo, abandono o expulsiones. «El consumo de cannabis, sobre todo en adolescentes, es un factor de riesgo. Y tienen una accesibilidad muy fácil», apunta García, quien asegura que, aunque se puede salir de la adicción, los tratamientos son «largos, intensivos y fluctuantes». «Suele haber más cosas que no funcionan en esta persona», apunta.
Los adolescentes tienen una «baja conciencia asociada a la problemática» y una fácil accesibilidad a la marihuana, según el centro Spott
El centro Spott se dedica no solo a dar apoyo a los adolescentes y jóvenes con adicciones, sino también a sus familias. «A través de este centro y de sus servicios descentralizados, les ofrecemos atención preventiva y de intervención, asesoramos a los entes locales en materia de adicciones y llevamos a cabo campañas de sensibilización ciudadana. Esta intervención de mirada global es la que hemos comprobado que funciona y por eso mantenemos un firme compromiso con este servicio», defiende Alba Barnusell, diputada de Sostenibilidad Social, Ciclo de Vida y Comunidad.
Toda la vida con «esto»
Joan da por hecho que «esto» lo va a acompañar toda su vida. «Hoy va a estar, mañana también y el mes que viene también. Yo llevo tres años sin consumir, pero no sé si mañana recaeré. Es una guerra interna con uno mismo», reconoce. En los últimos años, pese a las recaídas, ha ido sacándose cursillos. De mozo de almacén, de impresoras 3D, de monitor de ‘lleure’. Y en 2020 decidió sacarse un grado medio de cocina. Ahora trabaja de cocinero y tiene novia. ¿Qué le diría el Joan de ahora a aquel chaval de 15 años? «Sobre todo que no tocase nada desde el primer día. Si yo no hubiese consumido aquel día, a lo mejor me habría cambiado la vida», reflexiona. En el futuro quiere montar su propio restaurante, pero «lejos» de Castelldefels.
«Al Joan de 15 años le diría que no tocase nada desde el primer día. Si no hubiese consumido aquel día, a lo mejor me habría cambiado la vida»
Su madre está ahora «agradecida» por el proceso que está siguiendo. «No ha sido fácil, pero ha sido capaz de tener unos estudios. Ahora podemos hablar de proyectos de futuro, cosa antes imposible. Yo estoy más tranquila, pero siempre digo que no bajo la guardia», reconoce.
En el centro Spott hay un «alto volumen» de pacientes con «patología dual»: además de una adicción, sufren un trastorno de la salud mental. «En el caso de jóvenes que consumen drogas, la mayor parte de las veces presentan trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), conductas desafiantes, trastornos del estado de animo -como ansiedad y depresión-. También vemos trastornos de la conducta alimentaria (TCA) y trastornos límite de personalidad», concluye García.
Suscríbete para continuar leyendo
Puedes consultar la fuente de este artículo aquí