un recorrido fotográfico por la N-234, la carretera que cruza la ‘Laponia española’
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Una anciana en la puerta de su casa en Almenar de Soria (233 habitantes), en plena serranía celtibérica, la zona con la tasa de envejecimiento más alta de la Unión Europea, mira al horizonte, con el rostro surcado de arrugas. Uno de los 13 vecinos de Castejón del Campo (Soria) camina por una de las inhóspitas calles, iluminado por una macilenta luz naranja. Una joven pastora de ovejas parece reflexionar junto a su rebaño en su pueblo natal de Gudar, en Teruel, adonde ha decidido quedarse por voluntad propia. Un grupo de adolescentes pasa el rato una noche de sábado en Allepuz, Teruel, sentado sobre unos bloques de piedra de la plaza, como si pareciera que no hubiera mucho más que hacer, o acoso este era el mejor plan.
Un vecino de Almenar de Soria va a la misa. / / DAVID ALMAZÁN
Estas son algunas de las postales que el fotógrafo barcelonés David Almazán se ha traído de su periplo por la N-234, la carretera nacional que comunica Burgos con Sagunto, atravesando la llamada Laponia española, la zona con la más baja densidad de población de toda España (y casi de toda Europa). Es el fondo de olla de la España vaciada sobre la que el fotógrafo ha fijado el objetivo de su cámara «para documentar cómo la despoblación» marchita estas zonas de España y la «melancolía» que rezuman sus calles.
De estos viajes, que Almazán realizó en diferentes espacios de tiempo, nació el proyecto fotográfico 234, fiel reflejo de como «el 85 % de la población de España vive en menos del 20 % del territorio» tras el éxodo masivo a las ciudades de los años 50 y 60, vaciando de vida una gran parte del país.
Un vecino de Almenar de Soria, de 233 habitantes, uno de los pueblos que cruza el N-234 / / DAVID ALMAZÁN
Persianas bajadas
«Viajando por esta zona me he encontrado calles vacías, persianas bajadas, letreros de ‘se vende’, una parte de España en la que parece que nunca pasa nada. He querido captar esa sensación del paso del tiempo, una melancolía de abandono en la cual el entorno y la figura humana toma protagonismo, espacios donde parece que están esperando la luz», explica Almazán en la presentación de su proyecto, una idea nacida de sus frecuentes viajes a Albarracín, el pueblo de su padre, al que va todos los veranos desde que era chico.
«No soy de pueblo, pero tengo ese vínculo con el de mi padre», señala Almazán, que destaca cómo en concreto la localidad de su progenitor sufre «el turismo masivo», pero los pueblos de al lado están «prácticamente muertos». Después de comprobar que nadie respondía al teléfono en los ayuntamientos de muchas de estas localidades -«era imposible», decidió contactar con los partidos de Soria Ya y Teruel existe para no llegar a las poblaciones en frío, como si fuera un intruso. «Me hicieron de guía y me presentaron a la gente».
El cultivo de la trufa negra ha ayudado a estabilizar la población en algunos lugares, como en la ciudad de Sarrión (Teruel), de 1.200 habitantes. / / DAVID ALMAZÁN
En total fueron cuatro viajes entre los años 2022 y 2023, centrados en siete pueblos de Teruel y Soria,en el Maestrazgo, la zona más despoblada que cruza esta carretera que hasta finales del siglo pasado era la que unía el norte de España con el Mediterráneo. «No me interesaba visitar todos los pueblos, porque el final son los mismos problemas, la misma gente», afirma Almazán, cuyo proyecto ganó el Premio de Fotografía Documental Enrique Algarra y fue seleccionado por el Institut d’Estudis Fotogràfics de Catalunya para participar en el prestigioso festival de fotoperiodismo de Perpignan (Francia).
«Tuvo muy buena acogida; la verdad es que es un trabajo al que tengo mucho cariño», señala Almazán, que trabaja en una multinacional de la industria química pero al que le encantaría trabajar de fotógrafo de forma profesional.
Uno de los 13 residentes de Castejón del Campo, en Soria, pasa por una de las calles de la ciudad. / / DAVID ALMAZÁN
«Cansados de lo de la España vaciada»
Del proyecto le llamó mucho la atención la «falta de facilidades» que tienen en muchos pueblos. «En Castejón una chica me dijo que solo había una ambulancia para tres o cuatro localidades, ¿qué pasaría si dos personas tuvieran que ser atendidas a la vez en dos pueblos disitintos? … en otro pueblo, una senadora de Teruel existe contaba la paradoja de que no tenía cobertura, había que conectarse a la Wifi del pueblo», cuenta el fotógrafo, que también percibió mientras realizaba el proyecto que la gente está «cansada ya de lo de la España vaciada, de que la gente vaya allí con sus cámaras» y destaca a su vez cómo «se está llenando todo de molinos de viento y de macrogranjas».
Lo que si quiere dejar claro es que no quiere transmitir que «qué pobrecillo estos, sino el orgullo de ‘yo me quedo aquí’. Muchos jóvenes siguen viviendo del oficio de sus padres y nunca han tenido la inquietud de irse. Mientras, los mayores se quedan ya allí a acabar sus vidas».
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