La urbanización sierense de La Fresneda, imparable, ganó 3.106 vecinos en las tres últimas décadas
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La Fresneda ganó en las tres últimas décadas más de tres mil habitantes, lo que supone aproximadamente la mitad de lo que creció en vecinos el conjunto del concejo de Siero en el mismo periodo. Aunque en el último año los dos núcleos más poblados del municipio, Lugones y la Pola, están a la cabeza del crecimiento en habitantes (ambos concentran a día de hoy el 50 por ciento de los vecinos del concejo), si el análisis del despegue residencial de Siero se hace con una perspectiva más amplia, la urbanización se convierte en el lugar que más ha crecido en términos absolutos.
Según los datos del padrón sierense, los más actualizados y que permiten consultar una serie histórica desde 1996, desde ese año hasta 2024, La Fresneda aumentó en 3.106 habitantes, pasando de 1.826 a 4.932. En el conjunto de Siero, la evolución en ese mismo periodo, de 29 años, fue de 6.278 nuevos vecinos, desde los 46.315 de 1996 a los 52.593 del año pasado. Esta última cifra es la reconocida oficialmente por el Instituto Nacional de Estadística, si bien los números municipales, más al día que las revisiones periódicas de carácter estatal, sitúan ya al concejo en los 53.301 habitantes.
Para comparar los datos del auge poblacional de La Fresneda con los de otros núcleos pujantes del municipio hay que hacerlo a partir de 2000, fecha en la que Estadística ofrece las series históricas de su nomenclátor. Así, entre 2000 y 2023, último año oficial disponible en el caso de la consulta por entidades de población, Lugones pasó de 11.257 a 13.160 vecinos, lo que implica una subida de 1.903 habitantes. La Pola experimentó en el mismo plazo un alza de 2.035 residentes, desde los 10.666 hasta los 12.701.
Con los números de Estadística, de 2000 a 2023 La Fresneda registró un incremento de 2.497 vecinos. Si para este mismo periodo se toman los extraídos del padrón municipal (las cifras no coinciden por el hecho de que hay distintas referencias temporales a la hora de anotar los datos de cada año), la urbanización pasó de los 2.473 de 2000 a los 4.832 de 2023, lo que supone una subida de 2.359 vecinos. Sea uno u otro el cómputo que se tenga en cuenta, en ambos casos el incremento es el mayor de una localidad del municipio en ese plazo. Los años de mayor boom de población en La Fresneda se producen a partir de la apertura del colegio público, en 1999. De hecho, es en el 2000 cuando se registra un mayor incremento anual de vecinos respecto al año anterior, con una ganancia de 265, las más alta interanual de la serie histórica.
Servicios y vivienda
En 2001, la urbanización aumentó en otros 201 habitantes, en 2002 en 254, en 2003 en 176, en 2004 en 190, y en 2005 en 195. Estas considerables subidas se mantuvieron en los años siguientes (155 habitantes más en 2006, 169 en 2007, 211 en 2008, y 150 en 2009) hasta 2010, cuando los incrementos empiezan a ser menores en un periodo en el que, aún siempre sumando, se hizo en menor número.
Solo hubo tres ejercicios en los que La Fresneda perdió población ( 2014, 2015, 2017 y 2019) y a partir de 2020 el ritmo de crecimiento volvió a coger tono, más tras la apertura del instituto de Secundaria, en el curso 2021/2022.
La urbanización tuvo en 2022 un incremento de 169 vecinos, en 2023 uno de 118, y en 2024 creció en 100 habitantes respecto al año anterior. Tanto el colegio como el instituto superan ampliamente los 400 alumnos. El centro de salud, además de la población de la urbanización, atiende cartillas de la vecina de Soto de Llanera y de algún otro punto cercano, sostienen en La Fresneda.
Se da el caso de que la dotación de servicios públicos ha sido fundamental en el auge poblacional de la localidad, un lugar promocionado como único en calidad de vida por sus zonas verdes, equipamientos y ubicación privilegiada, sobre el que siempre ha pesado el cliché de que se trata de un núcleo residencial elitista.
Y es precisamente el argumento de la saturación de los servicios el que esgrimen desde la Plataforma Vecinal de La Fresneda en el debate que ha suscitado el anuncio del Ayuntamiento sierense de que favorecerá la construcción de vivienda protegida en altura en la urbanización. Se rechaza la medida valorando que si el suelo se usa para edificios en altura y no para chalés, la cantidad de nuevos vecinos que llegará será mayor colapsando aún más el acceso al centro de salud o a los educativos, por citar solo dos ejemplos.
Sin embargo, hay matices en este análisis. Las parcelas para edificar vivienda, pública o privada, tienen, en función de características como su tamaño, una edificabilidad máxima, que no varía en función de la tipología de inmueble. «La volumetría que existiera para chalés se puede agrupar en un edificio, pero no crece por ello», razonan fuentes consultadas a este respecto. «Una cosa es que se distribuyan en baja densidad o en altura, pero los metros cuadrados son los mismos. Si ibas a hacer adosados de cien metros cuadrados y haces pisos de cien metros cuadrados, entrarían el mismo número de viviendas. Todo dependerá de los metros que des a cada vivienda», añaden.
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