Ha llegado el momento
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Cuando se cumplen dos meses de la apertura de la Puerta del Jubileo de la Esperanza 2025, cuando la silenciosa fuente de la Facienda explota de alegría por la fuerza de agua que sale de su seno, cuando se cumplen ochos días del ingreso en el Hospital Genelli del Papa Francisco debido a una neumonía bilateral, y aunque nuestro sentir humano nos lleva a mantener la esperanza en los tiempos más difíciles, es justo reconocer que hay días que como los vividos esta semana, en los que cuesta mantenerla y eso que suele decirse que es lo último que se pierde. Los hechos lo demuestran.
Hay días que cuesta escribir, hay días que las palabras pierden fuerza, se quedan sin mensaje, y es que los hechos y la locura humana son de tal magnitud que escapan a toda lógica, ya que la bestia se basta a sí misma e impone su único lenguaje, su única razón: violencia, destrucción y muerte. Nuevamente han resucitado Hitler y Stalin para repartirse el mundo, sea como sea y por el procedimiento que sea. Para ti los territorios, para mí los minerales y otras fuentes de riqueza, y todo ello después haber ejecutado a más de 280.000 personas, de todas las edades: niños, mayores y viejos, por meros intereses personales, geopolíticos y expansionistas, cuando de todos es sabido que al día solo se come tres veces y según se crece, dos; la cena con poco basta. La culpa es del cha-cha-cha… La víctima, el invadido, el indefenso y golpeado, encarcelado y ejecutado es el único culpable de su situación, de su mala suerte. ¡Vivir para ver! La culpa es de las circunstancias, no de quien las genera y provoca. Ya se habla de una tercera guerra mundial y de su reconstrucción, motivos muchos, entre ellos el agua. Todo ello es posible mientras mueran los demás, no yo.
Siempre me ha sorprendido que la barbarie nazi llegara a los niveles que llegó (recientemente se han recordado los ochenta años de la liberación del campo de concentración de Auschwitz) y que las organizaciones humanitarias y gubernamentales europeas fueran desconocedoras de aquella aberración, de aquellos campos en los que se vejaba y diezmaba su población hasta su exterminio. Hay palabras que con solo pronunciarlas y escribirlas dan miedo, aterrorizan: Dachau, Mauthausen, Auschwitz… Recientemente mi amigo Jesús me envió un documental sobre el tema titulado “El convoy de los 927”, que impresiona. Ahora ya empiezo a entender. Nuevamente nos encontramos en una situación muy delicada, encrucijada en la que Europa tiene un papel muy difícil y en el que no le está permitido inhibirse, mirar para otro lado, pues es parte afectada. No puede decir que aquí no pasó nada, que fue solo una ocurrencia expansionista del líder ruso, que se le ha ido de las manos y que el culpable de todo lo ocurrido fue el ucraniano Zelenski, por culpa de sus ansias de libertad, de ganarse su propio destino, que está dando una muestra de ejemplaridad que asombra a todos.
Y ahora la pregunta que todos nos hacemos y que evidencia el fin de las ideologías, algo ya anunciado a finales del siglo XX por el intelectual japonés Francis Fukuyama, ¿cómo es posible que un halcón americano, del partido republicano, del partido que apoyó las ayudas, envíos y asesoramiento militar a Zelenski hasta últimos días del año 2024, una vez ya en el gobierno, cambié su estrategia y pase de considerar víctima a Zelenski, a considerarlo verdugo y culpable de todos lo sufrimientos del pueblo ucraniano? ¿A qué se debe este cambio de estrategia, esta dependencia del líder ruso?
Quienes hemos hecho de la libertad, la verdad, la justicia, el derecho, la libertad de expresión, la sociedad abierta y su instauración y la razón como norte de nuestras vidas, no podemos entender que sucesos tan penosos como esta guerra ucraniana se resuelva en un país árabe, entre rusos y americanos sin que los más afectados ucranianos y europeos puedan abrir la boca, y en la más absoluta indefensión de la víctima.
Durante esta penosa semana luché para mantener la esperanza y reconocer que otro mundo más humano es posible y la memoria me llevó a un tren, del pasado 11 de febrero, en el Alvia de las 18,51 Madrid-Oviedo, donde me encontré con un señor de cierta edad, próximo a los 60 o más, que en el asiento anterior cuidaba de una inquieta y preciosa niña de dos años y medio, toda ojos y rizos, y a la que calmó y tranquilizó con su ternura, sus palabras y bromas. ¡Vaya paciencia y cariño! Cuando llegó a su destino, en León, le quise ayudar a bajar su equipaje y me dijo que venía de Madrid de consultar con el médico de Sofía, que así se llamaba la niña, – yo pensaba que era su nieta- y me dijo que era una niña de acogida. Nos despedimos y solo entonces me di cuenta que aún hay personas en la vida que merecen reconocimiento por su dignidad y nobleza, y estas palabras quieren ser testimonio de ello. De profesión: “Minero en el Bierzo” ”Asturias y León en defensa del carbón”. Otro testimonio que ha alimentado mi esperanza estos días tuvo lugar el pasado sábado, 15 de febrero en el teatro Auditorio de Pola de Siero”, lleno hasta los topes”, y fue al escuchar las canciones compuestas e interpretadas por Nando Agüeros en su concierto titulado “Canciones Desnudas”, donde sale a relucir su amor y elegía a su pueblo de infancia (Cires-Lamasón) y a su abuela, que a sus años lucha, desde su valle contra la metralla de la soledad. ¡Vaya retrato más cariñoso de la epopeya humana de su abuela en años difíciles! Me daba la impresión que los ojos de Nando se humedecían al cantarle sus letras impregnadas de amor y recuerdos.
Estos ejemplos hablan por sí solos, y nos dicen que cada uno debe ser generador de esperanza; de su esperanza, de su proyecto, de su plan de vida.
Europa, ha llegado la hora.
“El porvenir tiene color de cita.
Color de corazón desesperándose” ( Manuel Alcántara)
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