EEUU y Rusia conciben el derecho internacional como algo que se ajusta a sus intereses
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Mabel González Bustelo es asesora en procesos de paz para gobiernos e instituciones internacionales –que no se pueden revelar por seguridad– y ha sido asesora del Centro Noruego para la Resolución de Conflictos. Ha trabajado en las negociaciones en la guerra de Ucrania desde el inicio y en el conflicto Israel-Palestina desde hace una década. En esta entrevista con EL PERIÓDICO analiza la disrupción del derecho internacional con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, la falta de voluntad política que ha perpetuado la violencia en Gaza, y cómo la demonización de Rusia por parte de Occidente ha dificultado el avance en la resolución de conflicto armado.
Su trabajo consiste en buscar alternativas para la resolución de conflictos. ¿Qué le parecen las últimas propuestas de Trump para Ucrania?
La reunión entre EEUU y Rusia en Arabia Saudí no puede llamarse negociación. Un proceso de negociación debería tener a las dos partes, Rusia y Ucrania, en la mesa. En un segundo círculo, a EEUU y la UE, como principales apoyos de las partes, y en un tercer círculo, actores imparciales como la ONU o Turquía como mediador. En este caso, EEUU asume que lidera el proceso sin contar con una de las partes, algo imprescindible para un alto el fuego inicial que permita acuerdos más sustantivos para construir la paz de forma gradual y confidencial.
¿Hay algo positivo en la propuesta de EEUU para la guerra de Ucrania?
Una negociación en la que Ucrania acepte temporalmente la pérdida de parte de su territorio podría ser una solución. No sería la opción ideal, pero quizá la más realista, siempre que se considere provisional, a la espera de un acuerdo definitivo. Respecto a las garantías de seguridad a cambio de congelar su ingreso en la OTAN —algo que nunca se le ofreció seriamente—, Ucrania podría lograr un cese temporal de la violencia, abriendo la puerta a un diálogo que aborde tanto su seguridad como las preocupaciones rusas sobre la expansión de la OTAN. La alternativa sería seguir con la guerra.
¿Por qué Europa no ha presentado una propuesta antes?
Desde el inicio del conflicto, Occidente, incluyendo Europa y EEUU, tomó una postura firme en defensa de Ucrania, lo que le ha llevado a un desconocimiento de las demandas de Rusia, sean razonables o no. Las preocupaciones de seguridad de Rusia podrían haberse escuchado, pero no se les dio el espacio necesario. Se ha producido una demonización del adversario [Rusia] Y se ha visto cualquier intento de mediación o negociación con desdén, especialmente analistas. Si Rusia es vista como un enemigo estratégico, cualquier intento de negociar se percibe como debilidad.
¿Y esa demonización de Rusia, ha impedido avanzar?
Ha tenido un impacto enorme. Con la percepción de Rusia como enemigo, la guerra se interpreta como un conflicto indirecto de Occidente con Rusia, a través de Ucrania. Esto ha hecho que ninguna de esas iniciativas de paz haya tenido éxito, ya que no se ha abierto el espacio necesario para las conversaciones. Desde la resolución de conflictos, propongo una mirada distinta.
¿Cuál es su propuesta?
Desde el inicio de la guerra, países como Brasil, Turquía, Qatar y varios presidentes africanos propusieron iniciativas que fueron desechadas porque se tenía la idea de que había que ganar la guerra porque estaban en juego valores occidentales, como la soberanía y la identidad territorial. Muchos países del sur, aunque condenaron la invasión rusa, se negaron a sancionarla, porque perciben que Occidente aplica dobles raseros, en Gaza y Ucrania.
¿Es atípico que Trump llamara a Putin antes que a Zelenski?
No es totalmente inesperado, dada su relación con Putin. Lo realmente atípico es que EEUU, todavía principal financiador de Ucrania, cambie radicalmente de postura y establezca que la negociación implique que Ucrania renuncie a una parte significativa de su territorio, a su ingreso en la OTAN y que las garantías de seguridad queden en manos de Europa, no de ellos ni de la OTAN. Desde luego rompe las líneas. Es diferente, como casi todo lo que hace esta Administración.
Trump también propone hacer de Gaza la «Riviera de Oriente Próximo«. ¿Qué opina de eso?
No sabría por dónde empezar a calificar esa propuesta, ni desde el punto de vista político, ni legal, ni moral.
Algunos celebran que Trump traiga ideas nuevas, ¿cómo respondería a esa visión?
Una Franja de Gaza sin palestinos implica una limpieza étnica. Puedo entender que alguien celebre la novedad, pero hay que respetar el derecho internacional. Este es un conflicto de más de 100 años, con al menos seis guerras directas, numerosas incursiones militares de Israel, dos intifadas [insurrección popular palestina] y más de 70 intentos de negociación. Eliminar el problema eliminando sus manifestaciones no es exitoso. Hay innumerables centros de investigación, iniciativas de la sociedad civil, gobiernos de todo el mundo que intentan encontrar formas de desescalación, y eso no puede ser reemplazado por ideas que surgen con poca reflexión. Es evidente que las condiciones de paz no se dan en este momento. No hay líderes que busquen paz sostenible y duradera, para el Medio Oriente, pero la prisa responde a un programa de campaña política de Trump.
¿Y las instituciones internacionales siguen teniendo algo que decir?
En el Consejo de Seguridad de la ONU, Rusia veta resoluciones sobre Ucrania, EEUU sobre Israel, y ambos presionan a otros países para defender sus propios intereses. Conciben el derecho internacional como algo que se ajusta a sus intereses, como la negativa a aplicar órdenes de detención por crímenes de guerra, dictaminada por la Corte Penal Internacional. Si vamos a un mundo sin reglas ni instituciones, solo queda la ley del más fuerte.
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