Una tubería dañada y una bolsa de gas oculta, posibles causas de la gran explosión que reventó una casa en Mieres y causó 18 heridos: «Es un milagro que no haya muertos»

Una descomunal explosión hizo ayer retumbar Mieres. Un escape de gas reventó una de las viejas casas que dan forma al entramado interior del fundacional barrio de La Villa. El tremendo estallido arrasó lo que pilló alrededor, dejando como principal daño un balance de 18 heridos, tres de ellos graves. La más afectada es una vecina que ha sido trasladada a la unidad de quemados del Hospital La Paz de Madrid. Para valorar el alcance del siniestro basta reproducir la frase que más repetían los cientos de vecinos que se congregaron en la zona tras la detonación: «Es un auténtico milagro que no haya muertos. Ha sido como si hubiera caído una bomba». Lo reconoció hasta el propio presidente del Principado, Adrián Barbón, tras personarse en el lugar de siniestro y confirmarse la ausencia de víctimas mortales. «Ha sido un milagro», convino él también. Tres de los heridos son niños, aunque ninguno con lesiones graves.
Faltaban unos minutos para las cuatro de la tarde cuando una sacudida hueca estremeció todo Mieres, sobre todo la zona sur del casco urbano. La explosión se localizó en el interior del barrio de La Villa, entre la Casa Duró y la plaza de La Paraxuela. El efecto hermético confinó la deflagración, generando los edificios altos próximos a la carretera general y la ladera del monte un espacio estanco que saltó por los aires. En este recinto fatídico estaban, al menos, siete operarios de la red de gas natural que resultaron todos ellos heridos. Además, una vecina que estaba en la casa tuvo que ser rescatada de entre los escombros con numerosas quemaduras y heridas. Lo mismo pasó con otros tres residentes de la zona que estaban de tertulia detrás del inmueble afectado. Fueron sacados de entre un amasijo de madera, ladrillos y sangre.
Los primeros en llegar al lugar fueron agentes de la Policía Local. No había pasado ni cinco minutos de la explosión cuando un grupo de vecinos y los citados policías municipales se adentraron entre el humo y los escombros en busca de víctimas.
Vecinos y agentes de la policía local, desenterrando a varios de los heridos. / D. M.
«Era un caos, algo terrible, y todo el mundo intentó ayudar sin preocuparse por su propia seguridad», destacan los testigos. Y es que el riesgo de una segunda explosión era latente, como demuestra que la zona fue posteriormente acordonada con un cierre perimetral de unos 200 metros. Mientras transeúntes atendían en plena calle a los operarios del gas embadurnados de polvo y sangre, voluntarios y agentes llegaron hasta la casa derruida, donde un par de testigos pedían a gritos ayuda: «¡Rápido, rápido! ¡Hay gente enterrada, por dios!», clamaban a voces muy nerviosos. Había tres personas sepultadas. Una de ellas pudo, aún con dificultad, salir por su propio pie. Luego sacaron a una mujer que apareció bajo medio metro de maderos y piedras. El tercer afectado no se movía y costó rescatarlo. Para entonces, ya había llegado al lugar personal de los servicios autonómicos de emergencias sanitarias. Varias UVI móviles fueron movilizadas. Bomberos, Policía Nacional y Guardia Civil se sumaron también en cuestión de minutos al operativo de rescate.
Un vecino de los pisos cercanos con la ventana de su cocina rota. / D. M.
Rastreo con perros
El caos y la confusión inicial fue poco a poco ordenándose. Bomberos y Policía Nacional asumieron el control, acordonando la zona donde minutos antes decenas de personas se adentraban entre el humo intentando ayudar. Durante unas dos horas se buscaron otras posibles víctimas entre los escombros, incluso con perros de la Unidad Canina de Rescate del SEPA . Se temía que podía haber quedado sepultada una mujer a la que se echaba de menos en el vecindario. Quedó descartado tras el intenso rastreo de la zona. Aún con el terrible balance de heridos, el sentir general mostraba un sobrecogido alivio: «Si no hay muertes es un milagro, un milagro», repetía una vecina a la que la honda expansivo le reventó todas las ventanas de casa. No cabía otro análisis.
Inodoros que atienden a los heridos. / D. M.
Las primeras pesquisas dejan entrever la posible causa del siniestro. Siempre a la espera de lo que dictamine en último extremo la investigación, está confirmado que durante la mañana de ayer un equipo de electricistas que estaba trabajando en la instalación del nuevo circuito led de la red de farolas dañó por error la tubería del gas. Avisaron a la Policía Local y estos reclamaron la intervención de operarios de la empresa Elecnor. «A las dos de la tarde el olor a gas era tremendo, pero luego se rebajó», señalan los vecinos. Los operarios, bajo la supervisión de la Policía Local, cortaron el tramo de gas afectado para poder proceder a su arreglo. Cuando todo ya perecía controlado y los técnicos trabajaban en el conducto, fue cuando se produjo la explosión. La clave de la investigación será determinar el motivo por el que la detonación se produjo en el interior de la casa. Una hipótesis, en principio la más verosímil, según reconoció la delegada del Gobierno,
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