La Universidad de Albert Einstein importa la tecnología diseñada en el Campus de Mieres

Carlos Rodríguez está haciendo el doctorado en Energía y Control de Procesos en el departamento de energía de la Escuela Politécnica de Mieres. Se dedica a estudiar inestabilidades en «trackers» solares, los paneles fotovoltaicos que siguen el movimiento del sol. El doctorando busca «cómo detectar esas inestabilidades y cómo solucionarlas». Uno de los grandes enemigos de esas placas solares móviles es el viento y en el Campus de Mieres de la Universidad de Oviedo, Carlos Rodríguez tiene las herramientas adecuadas para estudiar esas inestabilidades. Hace tres años que la escuela dispone de un túnel de viento, fabricado pieza a pieza y a mano por profesores y estudiantes.
El túnel de humo con el modelo de Torres de Madrid. | Fernando Rodríguez
Ahora, este joven de Moreda (Aller) ha construido un túnel de humo. Se trata de un equipo en el que coloca maquetas de edificios y al poner en marcha el ventilador y el sistema de humo se aprecia a la perfección el comportamiento del viento, los vórtices o remolinos que genera al chocar contra los edificios. En el equipo que ha hecho en el Campus de Mieres ha colocado dos de las «Big Four», los rascacielos de Madrid donde tienen su sede las grandes firmas de consultoría.
Rodríguez comenzará en abril una estancia predoctoral de tres meses en la Universidad de Princeton, en Nueva Jersey (Estados Unidos). Es una de las 10 mejores del mundo. En ella investigó Albert Einstein y estudiaron, entre otros, Jeff Bezos o Michelle Obama. El asturiano replicará en Princeton, que tiene un convenio con el Campus de Mieres, su túnel de humo. «La idea es construir un túnel igual que el que tenemos en Mieres, pero ellos están más especializados en ingeniería civil, en edificios, así que igual lo hago un poco más grande para que los estudiantes puedan ver mejor el flujo del viento alrededor de los edificios», explica.
«Con el humo ves el comportamiento del viento, es muy similar a la realidad, no es exactamente igual, pero te puedes hacer una idea de cómo funciona el flujo en función de la forma que tenga el edificio o como interfiere un edificio delante de otro. Es algo muy interesante de cara a la dinámica estructural de los edificios», explica.
Para Carlos Rodríguez pasar tres meses trabajando en Princenton «es la cumbre». Pero no se queda ahí, que para eso es de Moreda: «Sería ideal poder hacer allí una estancia postdoctoral».
Su trabajo con las plantas fotovoltaicas es una parte fundamental de los estudios que realiza la escuela en el túnel de viento. Antonio Navarro, profesor del área de ingeniería hidráulica del departamento de Energía, explica que tocan «temas tan dispares como la hidráulica pura, pasando por el diseño de obras marítimas y todo lo que tiene que ver con energías renovables». En este campo trabajan con turbinas o paneles solares flotantes. Los expertos introducen todos estos equipos a escala en el túnel de viento u analizan su comportamiento. «Ensayamos con todo tipo de estructuras», explica el profesor. En el túnel de viento de Mieres han metido a un ciclista con su bici, ropa, casco, botines y toda su equipación. Ahora están preparándolo para meter un kart.
La Escuela Politécnica de Mieres se está especializando en energías renovables. «El problema de las grandes plantas de placas solares es doble. Por un lado, si sopla mucho el viento y los cálculos no se han hecho bien, la planta puede salir volando, y por otro lado, si las estructuras se mueven de forma indeseada, pierden capacidad de captar energía». En esto es en lo que trabaja Carlos Rodríguez, en evitar que las placas solares se rompan y salgan volando, algo que ya le ha pasado a alguna gran empresa que ha tenido que recurrir a los expertos del Campus de Mieres.
Uno de los retos más grandes a los que se enfrentan ahora son los paneles solares flotantes. Navarro señala que además del viento tienes el movimiento del mar, «y eso condiciona mucho la energía que puedas obtener». El equipamiento de Mieres es fundamental para todos estos sectores. Cuando una empresa desarrolla un proyecto tiene el problema de que la fuerza del viento es desconocida. «Sabes el viento que hubo en la zona pero no el que va a haber», señala Navarro, que añade que «sabes que tu producto puede soportar una determinada fuerza o velocidad del viento, pero no durante cuánto tiempo». «Con el túnel de viento tienes todo ese rango de posibilidades porque puedes generar vientos de hasta 160 kilómetros por hora».
Estos estudios hacen que el Campus de Mieres tenga una estrecha colaboración con la empresa privada. «Rara es la semana que no recibimos la llamada de alguna empresa», resume el profesor. El túnel de viento tiene multitud de aplicaciones. «Un grupo de alumnos del grado de Forestales quiere meter un árbol en el túnel para ver cómo el viento afecta a su crecimiento», dice Navarro. «Tendremos que ver cómo lo hacemos y estudiar la cuestión». Encontrarán el camino y tal vez el experimento se traslade a Princenton, como el trabajo de Carlos Rodríguez.
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